“Las niñas pidieron que contara una historia. Él recordó años más tarde que, sin saber muy bien cómo, envió a su heroína a la madriguera del conejo y allí nació el país de las maravillas, en esa larga tarde”, aseguróCarolyn Vega, comisaria de esta exposición que se inaugura hoy y que durará hasta el 11 de octubre.
“Ellas pedían que contara el cuento una y otra vez. Y se convirtió en una popular adición en la tradición de cuentos para esa familia”, añade, y tras ese verano, Alicia pidió a Carroll que pusiera negro sobre blanco ese maravilloso mundo.
Así, un relato oral fue convirtiéndose en ese “descontrol atravesado por la lógica”, como explica la exposición, que acabó fascinando a generaciones por su manera de llenar de perverso subtexto el género de la literatura infantil.
La joya de la corona de la exposición es un manuscrito original de Alicia en el país de las maravillas, de septiembre de 1864, con las imágenes que el propio Lewis Carroll diseñó para su pequeña musa.
“Es un préstamo especial de la British Library”, explica Vega. “Esto centra el escenario, acapara la atención. La historia de esta exposición es realmente la historia de la historia, la biografía de este libro increíble”, asegura.
A ello colaboran de manera inefable dos diarios del propio Lewis Carroll (de nombre original Charles Lutwidge Dodgson) de aquellos encuentros con las niñas que fueron levantando desde la improvisación un cuento con alma matemática, como su propio autor.
No fue hasta 1865 cuando el libro fue editado en condiciones. Con una historia ampliada respecto al manuscrito original y con las ahora legendarias ilustraciones de John Tenniel, que ayudaron a su vez a darle un perfil diferente al personaje.
“En algunas escenas, Lewis Carroll había pintado a una Alicia cabizbaja y pensativa. Tenniel creó una heroína que va siempre con la cabeza bien alta”, explica Vega, quien reconoce que la exposición se ha ceñido a la creación literaria y no ha entrado en la ambigua y controvertida relación del escritor con la pequeña Alicia.
La exposición sí muestra algunas fotos de Alicia y sus hermanas, pero sobre todo recupera bosquejos o las ilustraciones originales de Tenniel, que impuso en el imaginario colectivo a ese conejo con prisa vestido de manera impecablemente “british”, al Sombrerero Loco, al gato de Cheshire o a la despótica Reina de Corazones.
El sumo cuidado con el que luego Carroll supervisó la edición para que texto e imágenes se complementaran, así como “la aguda imaginación del escritor”, hicieron, según Vega, el milagro de que “Alicia en el país de las maravillas” siga sonando a vanguardia siglo y medio después.
“Este libro ha calado en nuestra cultura de manera muy interesante, es difícil que pase un día sin que se cruce en tu camino una referencia a, por ejemplo, caerte por la madriguera del conejo”, ejemplifica.
Además de la versión virtual y escuchable del libro o varias ediciones de distintos tamaños del mismo, la exposición recupera la primera versión cinematográfica del cuento, que data de 1903, y que antecedió a otras versiones como las realizadas por Walt Disney (que será proyectada el 19 de julio) o Tim Burton y ha sido influencia para “Wonderland”, de Michael Winterbottom, o incluso para la trilogía de “Matrix”.
“Ha sido adaptada, reinterpretada miles de veces, especialmente desde el principio del siglo XX. No importa cómo llegaste a él, a través de la película, del ballet o cualquier referencia cultural. Es maravilloso que la historia está ahí presente, aunque sea con sus alteraciones. Todas ellas llevan a la gente al libro original”, concluye Vega.