Prueba de ello es el vínculo entre el desarrollo de su complejo arquitectónico con eventos históricos que marcaron al país como el terremoto de 1924. Según datos del portal del CCMAA, después del infortunio, el entonces Teatro Colón sufrió daños y fue demolido.
37 años después de la catástrofe que dejó sin refugio a muchas presentaciones artísticas en Guatemala, en 1961, durante la administración de Miguel Ydígoras Fuentes, se realizó una convocatoria para gestar un teatro de ópera.
El lugar destinado para este renacer cultural sería la colina del fuerte de San José de Buenavista, que para ese entonces se caracterizaba por acoger distintas actividades de arte.
Así, con un nuevo espacio para el entretenimiento artístico, el Estado guatemalteco encargó al arquitecto Marco Vinicio Asturias diseñar y orquestar la obra del nuevo teatro a partir de 1961. Sin embargo, cuatro años después de los trabajos iniciales en la colina de San José, Asturias falleció y con ello, las obras quedaron suspendidas.
Para ese entonces, ya se había empezado la construcción en el recinto del teatro al aire libre, el cual fue desarrollado por el ingeniero y artista Efraín Recinos, y a quien se le pidió un diseño para concluir con el trabajo de Asturias. Con el tiempo, el proyecto se desvió más allá del teatro y terminó por consolidarse en un complejo de múltiples estructuras.
El lenguaje arquitectónico de Recinos
La arquitecta Lorena Recinos, hija de Efraín Recinos y actual directora del CCMAA, cuenta que, hasta su inauguración en 1978, el recinto tardó 17 años en ser concluido.
De ser concebido inicialmente como un teatro, el terreno en la colina de San José mutó gracias a la obra de Efraín Recinos, así como otros ingenieros y arquitectos; entre ellos el hijo de Miguel Ydígoras Fuentes.
Las ocho manzanas tomaron otro sentido con la edificación del Teatro al aire libre, el Teatro de cámara, la Gran Sala, la Plaza Mujeres y Principal, el Salón Dorado y Tras Bastidores, parqueos, hasta llegar en 2018 a la más reciente intervención con el Instituto Nacional de la Marimba.
El diseño del CCMAA responde a la integración de las distintas estructuras con su paisaje, explica la directora. La fachada poniente del edificio principal coincide con la inclinación del Volcán de Agua; y la fachada oriente, con el perfil del Volcán de Pacaya. Además, se puede ver la silueta de un jaguar que alude a la cultura maya, dice Recinos.
Dicho edificio es primordialmente de acero y concreto revestido con mosaico. La complejidad es única. Recinos cuenta que a su padre no le gustaba que encasillaran su obra en corrientes artísticas. “Más bien, decía que era un estilo guatemalteco”, confiesa la hija.
Así como su obra misma, el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias fue para Recinos un experimento con voz propia. Según cuenta su hija, el desarrollo de las obras se valió de acciones particulares como la colocación de alfombras en techos, pisos y paredes en espacios comunes para regular la acústica.
También dice que el mosaico del exterior fue utilizado por tratarse de un material de bajo mantenimiento, y con el cual, a la vez, se revestía de manera cromada el edificio. Otra característica es que Efraín Recinos decidió que se tapizaran los murales de la antesala del edificio principal para que no hubiera necesidad de pintarlos contantemente, y así garantizar un centro cultural sin costos exorbitantes.
Trascendencia en la arquitectura e historia
Para el arquitecto Álvaro Véliz, quien fue director de esta cuna cultural entre 2016 y 2018, el recinto es de suma importancia por la arquitectura con la que se concibió. “Al trabajarlo, Recinos lo hizo desde su propia genialidad. Combinó las vanguardias de diseño con influencias mayas. Es una simbiosis entre pasado y presente”, expresa.
Véliz menciona algunas particularidades del trabajo de Recinos en el espacio como los muros inclinados o los faldones de la Gran Sala. Además, explica que el sentido arquitectónico trasciende en el lugar por tratarse de un centro cultural aledaño al Centro Cívico, un complejo importante para la modernidad del país.
“Desde el punto de vista histórico, arquitectónico y urbanista, esta es una pieza que le da identidad al paisaje nacional. Lo mejor es que lo experimentamos en tiempo real”, sintetiza el arquitecto.
A 42 años de la inauguración de la gran obra que su padre desarrolló, Lorena Recinos ve en la edificación una razón de orgullo para los guatemaltecos. La arquitecta aún tiene presente aquel 16 de junio de 1978 cuando se abrieron las puertas del CCMAA y acompañó a su padre al evento.
Tenía 9 años. El recuerdo es fugaz, pero tiene claro cuando fue enviada junto al maestro Recinos a un palco lateral de la Gran Sala, ya que las butacas estaban ocupadas en su totalidad por cadetes de la Escuela Politécnica. “Fue una disposición de última hora. Era algo inesperado, mi padre no sabía eso”, cuenta en su anécdota Lorena, quien hoy preside el monumental Centro Cultural Miguel Ángel Asturias.
Los títulos del CCMAA
- El 10 de mayo de 1979 recibió el nombre de Centro Cultural de Guatemala.
- El 26 de julio de 1987 recibe el título de Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, a propósito del escritor, poeta, narrador y diplomático que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1967.
- Asturias fue conocido por una monumental carrera literaria que se compone de obras como El señor presidente, Hombres de maíz, El papa verde, Leyendas de Guatemala, entre otras. También recibió el Premio Lenin de Paz en 1966.