Akwaba-Matignon explora la fuerza del acrílico. Su inspiración nació en el 2017 después de un viaje a Guatemala.
En total se tienen 15 obras sobre lienzos y casi 40 en papel. Utiliza ceniza volcánica en algunas de sus propuestas y también encuentra otras con colores fluorescentes, que necesitan la noche para brillar.
La muestra también es una travesía con las culturas indígenas de América, un descubrir de nuestro “ser caribe”. Su pintura “habla de ese silencio de lo que no vemos”, expresa.
Akwaba-Matignon convivió con la comunidad ubicada en San Antonio Aguas Calientes, en Sacatepéquez. Aquí también conoció a Francisca Salazar, una guía espiritual maya quien le ha guiado en conocimientos.
Asegura que la pintura es como el camino espiritual y comenzó a pintar para conocerse a sí mismo. “Esa conexión creció más cuando conocí más de la cosmovisión maya”, agrega.
Por más de 25 años ha expuesto entre Europa, África y América, y desde hace un tiempo cada vez que se presenta crea una cruz maya como una pequeña ofrenda a sus antepasados y un símbolo de unión.
Esta se encuentra con flores, velas y otros elementos naturales que simbolizan los colores y los puntos cardinales.
Ha creado un personaje que se encuentra presente por completo o en fracciones en algunas de sus propuestas. Su nombre es Kioukan (quién, dónde, cuándo), tiene múltiples miembros y una cabeza extraña. En su pintura se ha convertido en la consciencia mística que cuestiona el lugar de los humanos en el espacio y el tiempo. “Sirve para revelar u ocultar lo que llamamos realidad y apariencias”
En su travesía por el arte, una de sus exposiciones individuales más recordadas fue en el 2016 cuando se presentó, en la Fundación Korea Gallery de Seúl con la muestra Del Infinito al Centro.
Su inspiración
Nació 25 de diciembre de 1961 en Guadalupe, un archipiélago de las Antillas que forma parte de la región ultramar de Francia.
Hervé Pierre Lambert, antiguo director del Instituto Francés de América Latina, comentó que el trabajo de Akwaba-Matignon se inspira en el propio pueblo donde nació.
El archipiélago fue ocupado por los amerindios desde hace más de cuatro mil años. Cuando sucedió la conquista europea, casi provocó la desaparición de los pueblo autóctonos y sus culturas. “Las rivalidades imperiales y coloniales han impedido la formación de una consciencia de una cultura caribeña”, insiste Lamberte en un documento que describe la obra del artista.
“El deseo profundo de Jocelyn Akwaba-Matignon es de revitalizar una cultura amerindia reducía en cuanto a las Antillas, al patrimonio y a los museos, gracias al modelo maya antiguo, pero también actual. En efecto, la cultura maya sigue existiendo hoy en América Central, en particular desde el Yucatán hasta Guatemala, pero también en Honduras. Y Guatemala es para él, el país de referencia, de una utopía íntima”, agrega.
Además describe el trabajo con un simbolismo rico en colores. Hace una representación del mundo del espacio de las culturas mesoamericanas que asocian con un conjunto de colores, puntos cardinales, pensamientos y mitos cosmogónicos. Además abarca, diferentes periodos y estilos variados.
Más del artista
Cuenta con el Diploma Nacional Superior de Expresión Plástica.
Además tiene una exposición permanente en la Galería Colette Nimar, ubicada en Fort de France, de la isla Martínica.
Es presidente de la asociación Matzil, en Guadalupe. Es un círculo de reflexión e investigación en el arte contemporáneo.
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