Ruano se formó de manera autodidacta y desde niño le atraía crear figuras con la madera que tenía su padre, Rodolfo Ruano, en su taller de carpintería. Su talento lo heredó de su progenitor, quien elaboraba esculturas de águilas de resina y polvo de mármol.
“Poco a poco experimenté con materiales como cedazo, malla, madera y cartón, pero decidí quedarme con el duropor. Antes compraba las planchas y las unía para tallarlas, porque no estaba familiarizado con este material. Ahora trabajo con resina y fibra de vidrio, que es lo que domino”, indica.
De las primeras figuras que dio vida con su padre, a principios de la década de 1990, está un Pato Lucas y un Bugs Bunny de 2.70 metros de altura que se ubican en un comercio de la calzada Aguilar Bátres.
En el 2008 se le encomendó la elaboración de varias cebras para una cadena de café, pero no recibió mayor instrucción de cómo las querían.
“Cada vez que esculpo un animal, profundizo sobre sus características. Por ejemplo, antes de hacer las cebras, encontré que existen varias especies y elegí una que está en peligro de extinción”, refiere, el artista, quien busca con su arte hacer conciencia sobre la protección de estos animales. En su estudio se puede observar los bosquejos de cebras vistos desde varios ángulos, colgados en la pared.
Ruano conoce muy de cerca el sufrimiento que causa la indiferencia del ser humano hacia los seres vivos, pues es rescatista de perros y gatos. Su tiempo lo comparte entre su arte y el cuidado de sus 18 canes y cuatro felinos.
Técnica
Todos los animales que elabora son únicos, porque aunque trabaja con moldes, les da detalles irrepetibles con talla directa. Comienza a darles forma con plasticina o duropor, luego los cubre con fibra de vidrio y, por último, con polvo de mármol y resina. Estos materiales se petrifican, por lo que soportan las inclemencias de la intemperie.
Focas y osos polares que se encuentran en Pradera Concepción también son de su autoría. Son conocidos, así mismo, sus pingüinos.
Una de sus últimas creaciones, hace un año aproximadamente, es la pareja de chimpancés que están ubicados junto al recinto de estos primates en el zoológico La Aurora.
“Uno se enamora de lo que hace. Cada vez que entrego una pieza, me cuesta separarme de ella”, dice Ruano, quien ahora trabaja en la elaboración de un oso de 10 metros de altura.