Escenario

Edificaciones de la ciudad tienen raíces nacionales

Edificios emblemáticos con arte en cada una de sus esquinas y una historia digna de conocerse: esas son las cartas de presentación de los edificios en el Centro Cívico y en la Universidad de San Carlos de Guatemala.

“La arquitectura en el país ha sido poco valorada, pero allí está. La genialidad de los grandes maestros se evidencia todos los días, con el paso de los años”, opina el artista visual guatemalteco Luis Díaz.

En esta edición, el maestro Díaz comparte sus reflexiones sobre los pormenores de cada uno de los edificios que él considera importante y que los guatemaltecos deben de conocer.

“Este realmente es un homenaje a esos grandes maestros de la arquitectura y de la plástica, cuyos nombres pareciera que se pierden en el tiempo. Es un homenaje cívico para ellos”, expresa el artista.

Reflexiones

Los edificios del Centro Cívico sobre los que escribe Díaz son: el Palacio Municipal (1958), el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (1959), el Crédito Hipotecario Nacional (1963) y el Banco de Guatemala (1964). Además, comenta sobre el Palacio de la Rectoría (1962) y las edificaciones de la Biblioteca y de Recursos Educativos (1972), en la Universidad de San Carlos de Guatemala.

Palacio Municipal

El Palacio Municipal se construyó en 1959. Está en una plaza, en la que destacan sus escalinatas. A este aportó  su talento artístico Guillermo Grajeda Mena, con un mural en concreto en la parte poniente, llamado La conquista.
Dagoberto Vásquez participó con una obra llamada Canto a Guatemala, y  Carlos Mérida tiene un mural en el interior llamado El mestizaje.

Para la construcción del palacio participaron Roberto Aycinena y Pelayo Llerena Murú, con la colaboración de Raúl Aguilar Batres.

“El Palacio Municipal, un edificio elegante e imponente de siete pisos  que abre sus fachadas  norte y sur cerrando con las fachadas oriente y poniente muestra magníficos relieves de los maestros  Guillermo Grajeda Mena y de Dagoberto Vásquez Castañeda. En el interior se decoraban  los cubos de circulación vertical —gradas y elevadores— con diseños de mosaicos vidriados del maestro Carlos Mérida, técnica que trajo de México.   Esta construcción abrió el desarrollo de nuestro patrimonio nacional, el Centro Cívico, donde intervinieron tres alcaldes: Juan Luis Lizarralde, Martín Prado Vélez y Julio Obiols,  acompañados del urbanista Raúl Aguilar Batres, quien fue mentor de la idea de suma importancia y genialidad. A él se le atribuye la nomenclatura de la ciudad, la cual dividió en zonas, sistema muy práctico y fácil de entender”, explica Luis Díaz.

Centro Cívico de la Ciudad de Guatemala

En la construcción de los edificios del Banco de Guatemala, Crédito Hipotecario Nacional (CHN) e Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) participaron los guatemaltecos Jorge Montes Córdova, Roberto Aycinena Echeverría, Carlos Haeussler Uribio y Raúl  Minondo Herrera.

El edificio del IGSS tiene un encanto especial: sus dos murales, de dos grandes artistas, Roberto González Goyri  y Carlos Mérida.

El Banco de Guatemala y el Crédito Hipotecario Nacional se construyeron en el mismo sitio en el que estuvo la Penitenciaría Central, y que se clausuró en 1957. Para sus acabados trabajaron los artistas guatemaltecos Roberto González Goyri, con tres murales en la fachada oeste del edificio, y Dagoberto Vásquez, con tres obras en la fachada este del edificio. Efraín Recinos creó los murales blancos en la fachada oeste del edificio del CHN, llamado La historia del comercio. González Goyri se encargó de los murales  en la fachada este.

“Son varios arquitectos guatemaltecos, todos graduados de centros universitarios integrales de EE. UU. y México que crearon, diseñaron y supervisaron la construcción de este corazón de la ciudad, como acostumbra decir el arquitecto Jorge Montes, con imponente edificios, logrando una muy afortunada y excelente integración plástica con grandes artistas y escultores nacionales, que, en ese entonces, daban cátedra en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. El maestro Carlos Mérida creó grandes murales de mosaico vidriado y con la innovadora técnicas de esmalte sobre cobre plano. También  con dobleces especiales que le daban  más resistencia  a las placas de cobre, provocando textura en su conjunto, y constituyéndose en los murales más grandes del planeta con esa técnica.  Dagoberto aportó  tres enormes placas de relieves en concreto natural de 12 pisos de alto que se construyeron en el lugar.  Gonzáles Goyri dejó tres placas de concreto natural y otro mural de concreto con acabado de estuco blanco. Por  último,  Recinos, con cuatro grandes placas de concreto acabado de estuco blanco hacia el poniente”, indica Díaz.

“Cuatro maestros, cuatros estilos, cuatro destrezas en estos frisos. Se trata de la capacidad de estos arquitectos. El centro cívico es lo mejor que le ha sucedido a  la metrópoli. Se puede afirmar que es sencillamente irrepetible”, agrega.

Rectoría de la Universidad de San Carlos de Guatemala

El proyecto de la Rectoría surgió entre los años 1950 y 1954, durante el rectorado del licenciado e ingeniero Miguel Asturias Quiñonez, quien fundó la oficina de arquitectura e ingeniería a cargo de los ingenieros Ricardo Roesch y Manlio Ballerini.

Entre 1958 y 1962 se dio un renovado impulso a la Ciudad Universitaria y se contrató al urbanista ingeniero Adolfo Álvarez Marroquín.  Se contrataron para el desarrollo urbanístico y arquitectónico a los arquitectos Roberto Aycinena, Carlos Haussler, Jorge Montes y Raúl Minondo.

“En el desarrollo de la obra arquitectónica de la Rectoría se maneja la identidad, utilidad y la estética”, explica Díaz. Para ello se inspiraron en la cultura maya.
“Este elegante, sobrio e imponente edificio de la década de 1960 demandó el trabajo de cuatro grandes y muy cultos arquitectos, capaces de desentrañar las raíces mayas ancestrales. Ellos  se convirtieron en los primeros en planificar edificios muy guatemaltecos,  emblemáticos, que vienen a ocupar la imagen principal de campus universitario, con características de identidad nacional y envueltos en la misión de educar y orientar a las nuevas generaciones y sus diferentes disciplinas. La identidad nacional es muy importante y sutil; se requiere un elevado nivel cultural para identificarlo y comprender su contundencia y fuerza expresiva. El Palacio de la Rectoría cumple a cabalidad con los espacios de catalogación y protocolo. La transparencia del primer piso deja atravesar la mirada del observador integrando la gran plaza sur para magnos y multitudinarios eventos estudiantiles, siendo la Biblioteca Central la que completa ese espacio en la década de 1970”, indica Diaz.

“Asimismo, esos grandes arquitectos fueron los fundadores del pénsum académico y abrieron definitivamente la Facultad de Arquitectura en la Universidad de San Carlos de Guatemala. De sus aulas salieron los primeros arquitectos graduados en Guatemala. Profesionales ejemplares y dignos con gran capacidad de servicio”, agrega el artista.

Biblioteca Central y  Recursos Educativos de la Usac

 

El edificio de la biblioteca de la Universidad de San Carlos de Guatemala fue diseñado por los arquitectos Max Holzheu, Mario Novella Cesí,  Augusto de León Fajardo y el artista Luis Díaz Aldana. Este edificio está en la plaza de la Rectoría Universitaria. La construcción rompió con la monotonía  espacial del lugar, ya que se encuentra girado 45 grados en comparación de la Rectoría. El edificio es de concreto expuesto y de sus cuatro esquinas salen columnas en dirección diagonal.

Se caracteriza por sus parteluces, consistentes en un sistema  que permite la entrada de luz por reflejo, evitando así la entrada de los rayos solares a los espacios interiores.

Con la intervención del maestro Díaz se logró que el representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Guatemala,  Diego Arria, otorgara el contrato a la oficina Holzheu + Holzheu para el diseño y planificación completa del edificio. El proyecto  se integró en 1968, y se trabajó en 1972. Esta oficina le confió el proyecto al arquitecto Augusto de León Fajardo y al maestro Luis Díaz, como consultor artístico.

“Al girar en diagonal 45 grados, la planta arquitectónica del edificio de la biblioteca se abrió hacia  el campus y se creó la Calzada la Cultura,  sueño del ingeniero Mauricio Castillo Contoux en su condición de jefe de desarrollo del campus. El edificio también  incursionó en  dinámicos y barrocos parteluces que dan una ventilación natural y  no dejan entrar el sol directo, solo su cálida luz reflejada al interior del edificio”, añade Díaz

“Confrontando al norte con el soberbio y escultórico Palacio de la Rectoría, en granito blanco luz, nos exige crear un edificio funcionalista, portentoso y original, capaz de humanizar la muy importante plaza sur del campus. Es una arquitectura con raíces y con identidad digna. La solución de degradar los niveles le dio vigor y energía a las cuatro columnas diagonales que organizan los parteluces, montados con sobre la estructura metálica para absorber la fuerza del viento”, puntualiza.

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