ESCENARIO

Cómo era la venta de esclavos afrodescendientes en Guatemala durante el siglo XVIII

Una investigación de la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos revela varias dinámicas alrededor de las primeras poblaciones afrodescendientes en Guatemala.

Cómo era la venta de esclavos afrodescendientes en Guatemala durante el siglo XVIII

Guatemala funcionó como un centro de comercio de esclavos para lo que hoy es Centroamérica y parte de México. (Foto Prensa Libre: Tasha Jolley en Unsplash)

¿Qué tanto sabemos de los orígenes mestizos de Guatemala? ¿En quiénes pensamos al hablar de comunidades en resistencia histórica dentro del territorio más allá de los pueblos indígenas?

Tratando de desempolvar el pasado el investigador Abraham Israel Solórzano Vega del Centro de Estudios de las Cultura en Guatemala de la Universidad de San Carlos presentó en Filgua 2024 un estudio que revela varias de las dinámicas alrededor de las primeras poblaciones afrodescendientes en Guatemala durante el siglo XVIII.

A través de la investigación titulada La venta de esclavos afrodescendientes en Guatemala (1775-1800), Solórzano Vega dio a conocer que durante 50 años entre el siglo XVII y el XIX existió una constante venta regular como otra ilegal dentro del país.

Según dio a conocer el investigador, luego de un estudio minucioso de 52 protocolos notariales resguardados en el Archivo General de Centro América, pertenecientes a 12 escribanos de la época investigada, la valoración de los esclavos variaba según sus habilidades.

Por un lado, los hombres eran apreciados por conocimientos en albañilería y carpintería, mientras que las mujeres que dominaban oficios domésticos y eran religiosas cristianas tenían un alto valor.

Las familias criollas españolas eran las principales compradoras, y un esclavo podía valer hasta 150 pesos, un precio tan elevado que solo los adinerados podían costear.

Según a dado a conocer la investigación, aunque Guatemala no fue un país esclavista en el sentido estricto, sí funcionó como un centro de comercio de esclavos para lo que hoy es Centroamérica y parte de México.

En ese sentido, Solórzano Vega explicó: "La compra y venta de esclavos se registraba en las escrituras de los escribanos de la época, destacando que estos eran vendidos con todas sus enfermedades conocidas y desconocidas, y que el comprador disponía de ellos como mercancía".

La venta de esclavos incluía a madres e hijos por separado, y los niños nacidos de esclavas también eran propiedad del dueño de la madre.

El investigador también dio a conocer que los apellidos de los esclavos eran generalmente los de sus dueños, y estos podían cambiarlos a su conveniencia.

En las escrituras investigadas por el guatemalteco se encontraron 263 apellidos de familias adineradas involucradas en el comercio de esclavos, entre ellos destacaron: Arroyave, Batres, Aycinena, Arrega, Mencos, Velásquez, Portillo, Anzueto, Gutiérrez, Pozadas, Galindo, Díaz, Espinoza, Hurtado, entre otros más.

Dentro de la investigación también se da a conocer que varios funcionarios de gobierno entre 1775 y 1800 también compraron, vendieron, cedieron o recibieron esclavos. Algunos de estos funcionarioes eran alcaldes, capitanes de milicias, regidores, tenientes, contadores, abogados, oidores e incluso el Presidente de la Real Audiencia de 1800.

Por otro lado, la investigación mencionada revela que también existía la práctica de donar esclavos, especialmente a conventos, donde servían como parte de la servidumbre.

La vida de los esclavos en Guatemala

Los esclavos afrodescendientes registrados variaban, pero la mayoría eran jóvenes. Parte de su cotidianidad implicaba que varios de ellos pudieran casarse también.

Frente a las complejidades que topó esta población también se encontraban las posibilidades de su libertad, aunque esta era un tanto compleja.

Podían obtener su libertad a través de varios medios, como el buen comportamiento, la generosidad de sus dueños o comprando su libertad con dinero ganado en trabajos secundarios permitidos por sus amos.

La investigación del Centro de Estudios de las Cultura en Guatemala también destaca el papel de los dominicos en la administración de ingenios que utilizaban esclavos, como el Ingenio de Ayarza y la Hacienda de Bárcena.

A pesar de las leyes que prohibían el trabajo de indígenas en estos ingenios, el uso de esclavos era común. De acuerdo con Solórzano Vega, lugares como el Ingenio Santo Domingo y la Hacienda de Chiapas se convirtieron en centros de comercio de esclavos.

En el caso de esclavos fugados, la represión era brutal con castigos que incluían azotes y hasta la muerte. Aunque existían vías legales para la liberación, el proceso era difícil y peligroso.

Según el estudio presentado en Filgua, la venta de esclavos comenzó a declinar a principios del siglo XIX. Varios datos recopilados por Solórzano Vega muestran que entre 1570 y 1774 se vendió una población de 83 mulatos en un período de 50 años, y 44 mulatos entre 1775 y 1800.

En algunas ocasiones, los esclavos trabajaban como cargadores o zapateros para juntar el dinero necesario para su liberación.

Durante el mismo período, 40 esclavos afrodescendientes lograron liberarse, aunque los datos específicos sobre la población total de esclavos en Guatemala son inciertos debido al tráfico ilegal no registrado, argumentó el investigador.

Finalmente, la investigación subraya que aunque los esclavos liberados a menudo se dispersaban, algunos se congregaron en lugares como La Gomera (Escuintla) y Mixco (Guatemala), integrándose más con mestizos que con otros afrodescendientes.

La historia de los esclavos afrodescendientes en Guatemala revela una compleja red de comercio y conexiones que dejaron una huella profunda en la sociedad guatemalteca que, de acuerdo con Solórzano Vega no es del todo conocida y a veces incluso negada.

ESCRITO POR:

Alejandro Ortiz

Periodista de Prensa Libre especializado en temas sobre cultura y bienestar, con 5 años de experiencia.