El historiador publicó recientemente en línea su última investigación llamada Pregones, pasquines, periódicos e impresos en el reino de Guatemala (1524-1822). La misma lleva por más de 400 páginas a conocer ciertos detalles de cómo era la comunicación de los acontecimientos del país en estos años.
Cabezas se ha caracterizado por especializarse en estos períodos de la historia y cuenta con una serie de propuestas y títulos como el controversial Marroquín, primer obispo de Guatemala y la historia del déspota Pedrarias Dávila: Señor de horca y cuchillo.
Acerca de su última investigación comenta que han sido casi tres meses lo que ha trabajado de lleno en ella, ya que a lo largo de su profesión ha recopilado diversa información de la época colonial y tiene datos de carácter económico, político, social, así como esta temática. “Procuro en estos capítulos llevar la historia de lo que fue la comunicación social en Guatemala en estos años”, expresa.
El autor se refiere también a que los medios de comunicación siempre han desempeñado un rol primordial en la vida de los conglomerados humanos. Razón por la que, en todos los tiempos, las minorías en el poder han intentado tenerlos a su servicio o mediatizarlos con amenazas abiertas o encubiertas. “Si se quiere entender una época —en nuestro caso el período colonial en Guatemala—, es obligado revisar lo escrito en ese período y los postulados sustentados por sus editores y columnistas”, escribe en la introducción de su libro.
En esta investigación Cabezas recopila cómo estos medios hablaron de ciertos acontecimientos como la fundación de Santiago de Guatemala en Almolonga, la devoción al Cristo de Esquipulas y difusión de noticias, epidemias o terremotos, así como el alud de lodo, piedras, árboles y zacate se precipitó desde una de las laderas del Volcán de Agua que destruyó la ciudad colonial, entre otros eventos. Aquí compartimos algunos de los aspectos que se encuentran en este libro.
El comienzo del periodismo impreso
Cabezas describe que la aparición del periodismo impreso fue tardía. Fue en 1729 que la Gazeta de Goatemala, su primer periódico, salió a luz en la ciudad de Santiago de Guatemala (Panchoy). Antes de ello existían los pregoneros, bandos, impresos, edictos colocados en edificios públicos, paredes, muros, correo y antes de las homilías en las misas dominicales. Esto se daba cuando los sacerdotes daban a conocer solicitudes de matrimonio y noticias antes de la epístola y evangelio.
Este periódico únicamente circuló 17 números y aún no se ha encontrado copia de sus ejemplares. La información que se conoce es gracias a Francisco de Paula García Peláez que lo incorporó en su crónica, y a lo escrito por José Milla y Vidaurre en la Gazeta de Guatemala de 1857, algo de su contenido se conoce, como el contrabando inglés, la entrega de la vara edilicia a los nuevos alcaldes, el número de tributarios, la celebración del Corpus y la toma de posesión episcopal de Juan Gómez de Parada y Mendoza.
El experto además comenta que los encargados de llevar el correo como cartas particulares y correspondencia oficial conformada por reales cédulas, edictos, ordenanzas, órdenes de captura, entre otros, también se convirtieron en comunicadores porque informaban a quienes visitaban detalles de qué pasaba en otros lugares.
El caldo de carne
Encuentre la anécdota de 1758 en el tiempo de cuaresma cuando la iglesia católica exige abstinencia y ayuno riguroso, entre ellos se prohibía comer carne. En ese tiempo surgieron discusiones y publicaciones por un escándalo en el que se involucró José Ignacio Vallejo, sacerdote jesuita, originario de Jalisco, México.
Él junto a los estudiantes del colegio San Lucas y San Francisco de Borja participaban en una actividad en el Portal de Cárdenas (Portal de las Cadenas), esto fue un domingo aproximadamente a las dos de la tarde, Vallejo explicó a sus estudiantes un punto de la doctrina cristiana y luego en la etapa de dudas, una de ellas fue ¿guardará el precepto en día de ayuno el que no come la carne, pero sí se toma el caldo hecho de ella? Su respuesta fue que tomar un rico caldo de carne… no quebranta el ayuno. Además añadió que los indígenas y feligreses en general podían “echar en sus ollas verduras y trozos de carne para poderse remediar, sin romper el ayuno, con tal de no comer la carne, sino sólo el caldo y las verduras”.
Ese día la plaza estaba llena y el comentario llegó a los oídos de frailes dominicos, franciscanos, mercedarios y agustinos. De inmediato, los ataques contra los sacerdotes jesuitas se hicieron manifiestos por medio de pasquines anónimos pegados en las paredes, también recibieron escritos injuriosos que eran introducidos bajo los portones de los Colegios de San Lucas y San Francisco de Borja. Fray Blas del Valle y Juan José Salazar denunciaron al padre Vallejo y le exigieron que explicara su comentarios, lo que llevo a más antagonismo y el tema pasó al ámbito académico y a los impresos.
Esquipulas
Entre los acontecimientos que menciona tuvieron más cobertura está la construcción e inauguración del Templo de Esquipulas. Para la recolección de fondos se crearon réplicas de la escultura del Cristo de Esquipulas, con las que se celebraban romerías, en especial, demandas y velorios en rancherías, ingenios… en los que se describe el consumo de chicha (bebida alcohólica que resulta de la fermentación del maíz en agua azucarada), comida y zarabandas.
En enero de 1759, el templo de Esquipulas fue inaugurado. Se habla del traslado de la imagen al nuevo templo, la entonación de cantos gregorianos, los sermones pronunciados durante el novenario, los juegos pirotécnicos, la venta de indulgencias y el traslado de los restos mortuorios de Pedro Pardo de Figueroa al nuevo templo. El Obispo Pardo de Figueroa, que nació en Tinta, Perú, y vivía en Guatemala, sostuvo que el Cristo de Esquipulas le había sanado milagrosamente de la enfermedad contagiosa y en agradecimiento ofreció construir un templo porque al ir en romería a visitarlo, había visto un templo sencillo probablemente el que fue construido hacia 1673.
La independencia
En este capítulo se sostiene la postura de Cabezas sobre las publicaciones relacionadas a este momento de la historia en la que existían tres periódicos. Dos eran dirigidos por Pedro Molina El editor constitucional y el Genio de la libertad, y otro por José Cecilio del Valle, llamado El amigo de la patria.
Este capítulo cuenta con cerca de 70 páginas. Molina comenzó su actividad periodística difundiendo y comentando la Constitución de Cádiz, pero de repente cambió su línea política de opinión, cuando se unió a la Familia Aycinena, la más importante de los grandes comerciantes, para promover una Independencia que no fuera encabezada por los provincianos y mucho menos por los indígenas. Describe el libro que Valle comenzó su labor periodística promoviendo información científica, geográfica, económica, educativa y política. Sin embargo, también denunció la alianza de los columnistas de El Editor Constitucional con la Familia Aycinena, es decir, la que había sido denunciada por el medio impreso como la causante de los problemas económicos del entonces Reino de Guatemala.