Los titiriteros llevan a cabo puestas en escena donde se ocultan tras un pequeño teatrino y con sus manos dan vida a marionetas a lo largo de una narrativa. La conceptualización de los títeres, la narrativa y la puesta en escena también suele ser trabajada por ellos.
Esto lo sabe muy bien Carolina Cifuentes (también conocida como Teca), una docente y diseñadora gráfica radicada en Panajachel, Sololá, quien se ha dedicado a dar vida a historias con marionetas durante 25 años. Desde 2006, junto a su compañero Paolo Iorio, desarrolla la Compañía de Títeres Chúmbala Cachúmbala.
En los últimos 15 años, Cifuentes e Ioro han visto las marionetas como herramientas de transformación social y un medio pedagógico para aportar “a la construcción de una cultura de paz” en un país donde las complejidades abundan.
Estas premisas han logrado presentarse ante públicos de distintas edades ubicados en territorio nacional e internacional. A la fecha, Paolo y Carolina han visitado más de 100 festivales enfocados al teatro de títeres.
No obstante, las cosas cambiaron un poco durante el 2020 cuando la pandemia obligó cerrar todo. En ese momento, las obras de Chúmbala Cachúmbala encontraron un refugio en internet. A pesar de la parálisis de los espectáculos en vivo, la compañía se mantuvo en constante realización de obras y cortometrajes en línea. “Fue un gran éxito”, cuenta Cifuentes.
Durante el cierre del año pasado, Carolina e Ioro continuaron sus habituales investigaciones alrededor de escritura, montaje y desarrollo de obras teatrales. Dicho accionar terminó por prepararlos para dos viajes fuera de Guatemala donde se presentarían en escenarios públicos durante 2021.
El primer espectáculo fue en agosto de este año en el marco del festival italiano ConTATTItere – Latin Figure Theatre Festival, donde la dupla presentó una obra inspirada en el Popol Wuj.
En noviembre se llevará a cabo la segunda parada internacional, que será en México. En el país vecino se presentará Naufragio, una obra intimista y sin diálogo que podrá verse en el Festival Internacional de Teatro de la Ciudad de México que se llevará a cabo el 20 y 28 de noviembre.
Cabe destacar que Guatemala es el país invitado en el marco del festival mencionado y se seleccionó específicamente a Chúmbala Cachúmbala para representarlo. Además de la presentación que el grupo hará en este espacio, también llevarán Naufragio a Veracruz.
La vitalidad de Chúmbala Cachúmbala
A partir de personajes enternecedores y coloridos que toman vida sobre pequeños teatrinos, Paolo Ioro y Carolina Cifuentes presentan obras inspiradas en temáticas como la búsqueda de justicia e igualdad, la protección del medioambiente y la dignidad de las personas, así como el reforzamiento de valores.
“El títere es mágico, tierno y noble; da risa y curiosidad en cualquier parte del mundo”, expresa Cifuentes a propósito de los personajes que han dado vida a sus obras.
Las narrativas de la compañía de teatro también suelen inspirarse en cuentos, leyendas, novelas e historias de tradición oral, y se han mostrado ante públicos de Argentina, Chile, Colombia, Holanda, Francia, Italia o España, en el marco de festivales y eventos dedicados al teatro de títeres.
En Guatemala, sus presentaciones se han destacado por llegar a espacios comunitarios y rurales. Aunque la ciudad también ha acogido las presentaciones de la compañía teatral, Carolina y Paolo han pretendido la descentralización de los espectáculos.
“La cultura debería llegar a todos los sitios porque el valor del arte siempre es el mismo”, apunta Cifuentes.
A propósito de este sentir, Carolina y Paolo fundaron en 2008 el Festival Internacional de Títeres Titiritlán. El evento propicia espectáculos y talleres de marionetas en Atitlán, y se convirtió en referente regional. Se calcula que previo a la pandemia, cada año han asistido un promedio de 5 mil espectadores.
Cifuentes comenta que este accionar les ha permitido estar más cerca de la autogestión. “Hemos aprendido en el camino desde la compañía, el amor y las anécdotas”, expresa la titiritera.
“Teca” y los títeres
Hace más de 25 años, Carolina no imaginaba la transformación que aportarían los títeres a su vida. Su trasfondo, más allá de esta práctica, estaba situado en la docencia puesto que sus padres eran maestros y ella también se graduó como tal luego del bachillerato.
Mientras estudiaba Diseño gráfico en la Universidad Rafael Landívar, Cifuentes se sumaba a proyectos voluntarios. En 1996, llegó hasta Nebaj, Quiché, donde con varias compañeras apoyó en un hogar de niños huérfanos. Una de las actividades que surgió a propósito de su llegada consistió en la elaboración de una obra teatral con títeres al aire libre.
Carolina recuerda que fue en ese tiempo que varios de sus compañeros la nombraron “Teca”. El nombre surgió luego de que, en un viaje, algunos de sus acompañantes vieran como Cifuentes hizo una movida de karate por lo que la llamaron “Carolteca”. El nombre varió y se redujo a “Teca”.
Carolina se apasionó por las capacidad de llegar a más personas y transformar sus imaginarios desde los títeres. Fue así como con varios amigos fundó una primera compañía teatral llamada Contenta S.A., desde la cual hacían obras en comunidades rurales, hospitales, mercados, escuelas y parques.
Tiempo después, el grupo se desintegró, pero en 1999 junto con un colega, Carolina formó el grupo Arte Sano con el cual se realizó una gira por comunidades indígenas y en la ciudad capital para presentar obras que sensibilizaban sobre el conflicto armado interno y la memoria histórica.
Mientras estas acciones sucedían, la maestra y diseñadora gráfica trabajaba en una organización de ayuda social que le permitió conocer más de cerca los retos de mujeres en áreas rurales. Sin embargo, renunció a su puesto y decidió dedicarse al teatro de títeres en 2005.
Luego de su renuncia y del final del proyecto Arte Sano, Cifuentes integró junto a varios colegas otra compañía que llevó por nombre GiraDondo la cual duró un año. Para 2006 y luego de haber conocido a Paolo Iorio, Carolina fundó la Compañía de Títeres Chúmbala Cachúmbala.
La formación de Carolina en el tema de títeres y gestión cultural siguió expandiéndose gracias a becas como la del Programa de Residencias Artísticas para Creadores de Iberoamérica y de Haití en México (recibida en 2009) y la de Ayuda a la Movilidad para creadores, gestores, promotores y profesionales iberoamericanos de la cultura (2010).
Después de cinco lustros en este mundo Teca se confiesa sorprendida por su labor. “He caído en cuenta de muchas cosa que he logrado y también de lugares a los que he llegado. Creo que hay una maduración en la forma que me dirijo a los públicos”, comparte la titiritera.