Reuniones en restaurantes caros y clubes exclusivos, dinero enviado a Ginebra en bolsos, negocios en el límite de lo ético. Y mientras, en las calles, arrecia la represión.
Con estos ingredientes, el suizo Andreas Fontana, quien vivió un tiempo en Buenos Aires, compone una cinta que entró este sábado a competir por el premio a mejor película latinoamericana en el festival de la ciudad del norte de España.
“Yo viví un tiempo en Argentina y podía imaginarme hacer una película con un tema tan duro, porque viví allí y tenía una relación afectiva con el país”, explicó Fontana en entrevista con la AFP.
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El realizador siempre tuvo curiosidad por el mundo de la banca privada, que conoció por su abuelo, quien trabajó en ese sector.
“Empecé a investigar en la banca privada, y me dí cuenta de que Ginebra, más allá de que era un mundo poderoso, opaco, (también era) discreto, con perfil bajo. Es una cosa interesante, que no se ve mucho, cómo el poder puede tener un perfil bajo”, señaló Fontana, de 39 años.
– El banquero y su esposa –
En la ópera prima de Fontana, el banquero privado Yvan De Wiel (Fabrizio Rongione) llega a la capital argentina a principios de los ochenta para sustituir a un colega que desapareció súbitamente.
De Wiel está acompañado por su esposa, la encantadora Ines (Stéphanie Cléau), quien irá con él a las reuniones con los clientes, desde altos mandos militares, empresarios, hasta un obispo.
La pareja se convierte en confidente de estos personajes, que además de confiarles su dinero, les comparten secretos y rumores sobre la situación del país.
Para preparar los papeles, “Andreas nos llevó a conocer un banco privado en Ginebra y pudimos comprender lo que representaba (…) Pudimos descubrir un mundo nuevo, un mundo donde hay muchísimo dinero circulando y que trabaja con los más ricos”, y que suele ser “oscuro”, explicó Fabrizio Rongione.
Eso, unido al hecho de que Argentina vivía una dictadura, respecto a la cual ya poseía “una visión negativa”, le permitió al actor “ir añadiendo capas, una sobre otra, de oscuridad, para poder construir” al personaje de Yvan el banquero.
Muchos de los argentinos que participan en la película no eran actores profesionales, lo que supuso un reto para Rongione y Cléau
“Me gustaron mucho mis secuencias porque uno se siente un poco inseguro actuando con esas personas que no son actores profesionales, eso te obliga a estar muy atento, y eso da mucha fuerza a la interpretación”, señaló Cléau.
– Otras dictaduras –
El director de la cinta explicó que aunque los hechos narrados en el filme ocurrieron en los ochenta, la situación en cuanto a la banca privada no ha cambiado mucho.
“Lo que sucedía en ese momento sigue sucediendo, un banquero que busca un cliente hoy en día lo hace igual que en la película (…) el sistema y el trabajo no han cambiado en absoluto y la impunidad no ha cambiado”, afirmó.
Y por igual, la película hubiera podido ambientarse en medio de otras dictaduras, como la de Alfredo Stroessner en Paraguay o la de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, según Fontana.
“Es un sistema y una forma de hacer las cosas”, con la banca privada buscando el dinero de los poderosos, dijo Fontana.
En el apartado Horizontes, dedicado al cine latinoamericano en este festival visto como un trampolín para el cine de la región hacia Europa, “Azor” compite con otras nueve producciones de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México y Uruguay.
La gala de premios del festival donostiarra tendrá lugar el próximo sábado.