A 13 años de su muerte, Heath Ledger siguen siendo recordado, pues se inmortalizó con los personajes que encarnó en Hollywood.
A las 13 horas de aquel 22 de enero de 2008, la masajista del actor estaba citada. Llegó al departamento en el centro de Manhattan unos minutos antes, como solía hacerlo. Llamó a la puerta, pero nadie respondió. Intentó por teléfono, pero las llamadas tampoco fueron contestadas. Intuyó que algo andaba mal, pues en las últimas sesiones no lo había visto bien.
Llamó a Mary Kate Olsen, amiga del actor, para preguntarle qué hacer y esta le pidió que buscara al portero del edificio y que ingresaran al departamento mientras ella enviaba alguien como ayuda. El portero llegó de inmediato y abrió la puerta. Llamaron al actor a los gritos. Sus pasos eran cautelosos como si no quisieran encontrarse con lo que temían. Lo vieron desnudo y tirado en su cama y supieron de inmediato lo que había pasado.
Aun así, la masajista llamó al 911: “el señor Ledger no está respirando, vengan por favor”, exclamó, mientras inició las maniobras de resucitación. Los paramédicos tardaron menos de seis minutos en llagar para reemplazarla, pero los intentos cesaron a los pocos minutos.
Cuando ocurrieron los hechos, el trabajo de Ledger estaba en pausa por unas semanas. Hubo un pequeño intervalo en la filmación de El imaginario mundo del Dr. Parnassus, la película que protagonizaba y dirigía Terry Gilliam. Esos días le vendrían bien para recuperarse, porque padecía una neumonía persistente y su estado de ánimo era malo. Estaba triste porque extrañaba a Michelle Williams, su expareja y, en especial, a Matilda, su hija, en aquel entonces de dos años.
El insomnio lo atormentaba y deambulaba por el departamento, se olvidaba que recién tenía 28 años. Se sentía un anciano, alguien que no podía resistir solo el peso de la vida. Para combatir esa sensación había empezado a tomar grandes cantidades de somníferos, sumado a los medicamentos prescritos que ingería.
Pese a las advertencias de amigos y familiares, continuaba mezclando las pastillas y ante la falta de sueño las dosis aumentaban progresivamente, incluso dejó de llevar la cuenta de la cantidad de pastillas que tomaba por día.
Heath encarnó a Guasón como a un asesino de masas, un psicópata irredimible, alguien carente de todo sentimiento noble. Cada vez que el personaje aparece en pantalla produce una conmoción, incomoda, se vuelve casi intolerable.
Para prepararse para el papel, Ledger se encerró en un hotel durante un mes. Probó y probó hasta encontrar una voz y una actitud. Llevó un minucioso diario de esos días. El diario del Joker muestra como cinceló el personaje. Buscó modelos y no solo recurrió a los viejos comics. Sacó cosas de La naranja mecánica y de Sid Vicious. Aunque no aparecieran en pantalla, él necesitaba saber cosas de la vida del Guasón.
Cuando Heath Ledger murió, la película estaba en la etapa de montaje. Se estrenó unos meses después. Heath Ledger fue nominado a varios premios, y obtuvo el Oscar al mejor actor de reparto de manera póstuma.
Ante su muerte, el padre de Heath dijo: “No debemos culpar a nadie. Solo a él. Lo digo con el corazón roto. Él fue el que tomó todas esas pastillas. Es difícil de aceptar, porque lo amaba profundamente y estaba muy orgulloso de él. La noche anterior la hermana le pidió que tuviera cuidado, que no mezclara las pastillas”.
El padre de Heath Ledger, desde la muerte de su hijo, impulsó varias campañas de prevención para evitar que otros jóvenes tuvieran muertes tempranas como su hijo.
Como alguna vez pasó con James Dean o como con River Phoenix, Heath Ledger, con su muerte prematura, se convirtió en un ícono de su generación.