Comenzó su trayectoria haciendo pruebas con pinturas, texturas y materiales de manera autodidacta, “crecí con libertad y no me impidieron expresarme con el arte”, dice. Estudió también con maestros de la plástica guatemalteca entre ellos con Erwin Guillermo, Elmar Rojas, entre otros que le guiaron.
Ella se define como una artista experimental. Siempre está en búsqueda de nuevos materiales y técnicas de expresión. En su recorrido ha presentado 12 exposiciones individuales y participado en múltiples colectivas. Su obra se encuentra en diferentes galerías de arte guatemaltecas y en colecciones privadas y públicas en Guatemala, Honduras, Uruguay, Italia, Estados unidos y El Salvador.
Reconoce que en su camino ha tanido que superar barreras de ideas de la sociedad en las que se limita al artista y se expresa que no se puede vivir de esto, “en mi interior sabía que era lo que más quería hacer y lo iba a hacer con excelencia y dedicarme a ello”, comparte la artista.
Considera que ha tenido una evolución en su técnica y ha cambiado su lenguaje. “He visto cómo la obra se ha transformado y tiene un concepto más profundo y ya no solo es inspirarse sino estudiar cada temática”, agrega.
Nace Alquimia
Dos años pasaron después de Habitable, su último trabajo presentado durante la pandemia. Anaí recuerda que Alquimia lo había empezado a considerar desde hace mucho tiempo porque le apasionaba este concepto de transformación de una cosa a otra de mayor valor. Es en estos años que se sintió lista para hablar al respecto.
En total son cerca de 30 obras entre pinturas y también la creación de piezas a las que llama artefactos que son piezas armadas y compuestas por cosas que ella ha ido encontrando y guardando.
El curador David Urbina describe que de acuerdo con los relatos, los alquimistas buscaban una piedra filosofal mágica para transmutar plomo en oro. Pero el “plomo” y el “oro” en realidad son metáforas que señalan estados internos. En realidad, la disciplina de los alquimistas se ocupaba de la transformación psicológica y espiritual, explica.
“Anaí se encuentra en un momento donde la intención de comunicar va más allá de lo estético, los objetos y materiales recolectados los reivindica y pasan a formar parte de una nueva gramática y simbología dentro de sus procesos creativos logrando una perfecta yuxtaposición de los elementos en cada pieza ejecutada, logra sumergirnos en la contemplación de lo sublime”, dice.
La artista describe esta muestra como una evolución de su trabajo. “Mi inspiración nace de las texturas, de lo terrenal y efímero, entrelazadas con atomósferas espirituales y enernas”, dice.
En su composición utiliza distintos materiales, pinturas, pigmentos y texturas. Incluso objetos encontrados. Ella se inspira en la naturaleza, al paisaje, a las vistas aéreas de lugares que define como mágicos. También tiene otras temáticas como la pregunta de a qué se viene a este mundo, qué es temporal y qué permanece.
En el recorrido se tiene un encuentro con lo abstracto en la que ella da una interpretación de la realidad, modificada y filtrada por sus propias percepciones. “La mayoría de mis obras hablan de la belleza de nuestra Tierra y nuestro paso por ella, tanto en un plano físico como espiritual”, expresa.