En las décadas de 1930 y 1940 la influencia de las Big Bands poco a poco fueron invadiendo países de latinoamérica, entre ellos Guatemala. La voz de estrellas del jazz como Louis Armstrong se empezaron a escuchar.
“Uno de los primeras familias que comenzaron a divulgar el jazz en la década de 1940, en este país, fue la familia Abularach”, comenta el pianista y jazzista Petronio Nájera, quien desde la década de 1960 se dedica a interpretar este género. Aunque los conciertos que organizaba la familia Abularach eran para unos pocos, esto no impidió que algunos músicos no intentaran interpretar este género, que en aquella época se le conocía como transgresor.
“Humberto El fantasma Sandoval fue quien con sus conciertos y agrupaciones logró destapar todo el potencial del jazz en Guatemala”, agrega Nájera. “Es innegable la influencia del Fantasma en los comienzos del jazz en el país, era un músico irrepetible, sabía tocar todo tipo de instrumentos y era un improvisador por excelencia. Yo venía de la academia y tocar con él era un gran aprendizaje. Siempre me sorprendía”, recuerda el chelista Paulo Alvarado, que tocó con él en la década de 1970.
Las décadas de 1970 y 1980 fue, a criterio de Nájera, la época de oro de jazz en el país. “Varios músicos nos reuníamos para tocar en algunos sitios. Grupos aparecían y desaparecían y aunque no hubo uno representativo siempre se escuchaban las voces de los hermanos Lobos, Manuel Rivas, Fredy Mazo entre otros. Aprendíamos mucho entre nosotros”, recuerda.
“A principios de 1980 fundamos junto al maestro Sandoval la Big Band Jazz Time y se ofrecieron conciertos en el Teatro Nacional y el Conservatorio Nacional de Música. Hubo un Festival llamado Música en la plaza, que era en un centro comercial de la zona 10”, recuerda Geraldina Baca Spross, actual presidenta de la Organización para las Artes, de la Universidad Francisco Marroquín y que en aquella época apoyó el movimiento jazz.
En la década de 1990 ya era famosa la banda de Bob Porter, un estadounidense que vino a Guatemala en la década de 1970. Jorge Sarmientos tuvo la colaboración de Porter para su Big Band, en la TGW. “Uno de los grandes impulsores del jazz en el país y que fue poco reconocido por ello fue Sarmientos”, dice Alvarado.
“La década de 1990 el jazz fue cambiando, las Big Bands casi no sonaban y los músicos tocaban en pequeñas bandas o se dedicaban a otro género. Aparece el smooth jazz y el latinjazz”. indica Luis Castellanos, administrador del restaurante La esquina del Jazz.
A comienzos del milenio aparecen nuevos exponentes. “La banda de Jazz Train Big Band del maestro Léster Godínez no deja duda que el jazz no muere en el país”, dice Baca.