Cuando existe resistencia a esta hormona, cuando el cuerpo no la produce o cuando hay déficit de células beta en el páncreas, se considera que una persona es diabética, lo cual puede ocasionarle daños en varios órganos, explicó ayer el médico Sergio Castañeda, durante el programa El Consultorio, que se transmite por www.prensalibre.com.
“Lo más importante en la diabetes, que padece el 9 por ciento de la población mundial, es la educación que el especialista le da a su paciente; por lo tanto, cuando le administre insulina, —en casos de diabetes tipo 1 o a quienes ya no les resulta efectiva controlar su enfermedad mediante la terapia oral— le debe indicar exactamente qué hacer”, añadió.
Importante saber
Las complicaciones originadas por la glucosa alta en la sangre son a nivel micro y macro. Las primeras son la retinopatía, nefropatía y neuropatía; las otras consisten en infarto agudo al miocardio, accidente vascular cerebral —derrame— y enfermedad arterial periférica.
“El médico que no entiende la interrelación entre órganos le es imposible entender la terapia que debería tener el diabético”, indicó Castañeda.
El experto aboga por que el público, al igual que los médicos, vean los problemas derivados de la falta de insulina como algo integral, ya que con los avances médicos se sabe ahora que tanto el diagnóstico como el tratamiento debe ser personalizado. Hay que incluir también el aspecto preventivo y el de nutrición y actividad física, tan esenciales para prevenir también otras enfermedades.
MEDICINA
De acuerdo con el médico Sergio Castañeda, la medicación para diabéticos se hace inicialmente con drogas orales. “Siempre deberíamos suministrarle metformina al paciente. Se ha demostrado que esta disminuye las complicaciones macrovasculares; este medicamento es básico”, indicó el experto.
Posterior a esto, el especialista da las pautas de los siguientes tratamientos según su diagnóstico. “Los pasamos a terapia oral-dual; si no se controla así, entonces oral-triple; si tampoco funciona, se recurre a la insulinización. Lo importante es entender que depende del tipo de paciente. Hay que individualizar el tratamiento para cada persona”, afirmó.
CUÁNDO
La inyección de insulina se le recomienda a dos grupos de personas: los diabéticos de tipo 1, quienes no producen nada de esta hormona, y aquellos que no se han logrado controlarla mediante terapia oral. A este segundo grupo también pertenecen diabéticos que se someterán a cirugías, embarazadas o pacientes que han tenido serios accidentes o infecciones graves.
“Las líneas actuales para médicos nos dicen que se debe evaluar el tratamiento de un paciente cada tres meses. El problema es que la mayoría de pacientes usa insulina porque cuando llegan al diagnóstico, ya el 50 por ciento de su páncreas no funciona”, aclaró Castañeda.
MEDICIÓN
Cuando el nivel de glucosa en la sangre es de entre 101 y 125, en ayunas, se diagnostica prediabetes —mayor propensión a padecer de diabetes en el futuro—; si es mayor de 126, en ayunas, es diabetes.
Idealmente, los adultos diabéticos deben tener su nivel, en ayuno, por debajo de los 130, y el pospandrial —después de comer— debajo de 180. “La glicemia pospandrial es igual de importante en ayunas; ya que dos horas después de comer hay riesgo cardiovascular”.
MITOS
Uno de los mitos existentes sobre la insulina es que causa adicción. “Lo que uno necesita no lo vuelve a uno adicto. Esto no es cierto; no tiene bases fundamentadas”, explicó Castañeda.
Otra idea que tiene mucha gente es que cuando se administra es porque el paciente está cercano a ser amputado de algún miembro. “Muchos médicos dejan al paciente sin tratamiento adecuado por mucho tiempo, y entonces la gente asocia sus complicaciones con la insulina”, indicó el experto.
TIPOS
A principios del siglo pasado, la insulina que se creaba era de origen animal, que luego dio a paso a la de origen bacteriológico. En la actualidad, toda la insulina que se encuentra en el mercado se sintetiza por técnicas de ingeniería genética.
Existen varios tipos de insulina humana, que se clasifican en tres grupos: convencionales —insulina regular o rápida e insulina de reacción intermedia NPH—, análogos —de acción rápida y reacción lenta— y premezclados. Las convencionales se han dejado de usar en muchos lugares porque requieren dos inyecciones diarias y producen bajas de azúcar muy rápidas. Los análogos se pueden usar inmediatamente antes de comer y facilitan la vida al paciente.
Según recientes estudios, existe el potencial de producir insulina a partir de células madre adultas.