— Puneesh T., India
R: Los niños aprenden idiomas de las personas que los rodean. Si son expuestos a varios idiomas, podrían crecer bilingües o políglotas. Este tipo de entornos no son inusuales; el consenso entre los lingüistas es que la mayoría de los niños en el mundo crecen escuchando varios idiomas.
Entonces, ¿qué pasaría si un niño se criara en un entorno en el que estuviera expuesto a docenas o cientos de idiomas? Imaginemos a un personaje tipo Oliver Twist, que crece en una especie de hipotética estación de tren global y que interactúa con un elenco rotativo de empleados de la estación y visitantes de todas partes del mundo. ¿Podría un niño así volverse “omnilingüe”?
Probablemente no, respondió Suzy J. Styles, psicóloga del desarrollo de la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur que estudia la obtención del lenguaje. Uno de los obstáculos es el tiempo: mientras mayor sea la cantidad de idiomas a la que estés expuesto, menor será la exposición que tendrá a cada uno de ellos. Si estudia 365 idiomas en un año, no tendría más de un día entero de exposición a cada uno.
Styles afirma que este escenario también deja por fuera algo fundamental: lo que el niño quiere. Los niños no son meras esponjas que absorben todo lo que les rodea (si lo fueran, la hora de la comida sería mucho más fácil). Le prestan atención al mundo y desarrollan sentimientos y opiniones al respecto y eso desempeña un papel importante en la forma en que aprenden.
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“Los niños se motivan al ver a otros utilizar su idioma juntos”, afirmó Styles. “Y generalmente, les motivará utilizar aquellos idiomas que vean que tienen el mayor impacto social”. Si un viajero anodino deambula por la estación hablando en un idioma desconocido y nadie le presta atención, es muy probable que el niño tampoco lo haga. Pero si alguien realmente vistoso y genial aparece hablando islandés o minoico antiguo y todos voltean a verlo, el niño lo notará.
Si las personas lucen emocionadas de hablar con el recién llegado, el niño podría tener la impresión de que el idioma es genial y deseable para aprender. Los niños le prestan más atención al habla de las personas que les interesan y quieren imitar.
En otras palabras, para aprender muchos idiomas, los niños no solo necesitan exposición, sino también motivación. “Un lugar que es en particular conocido por su densidad lingüística es la región de las Tierras Altas de Papúa Nueva Guinea”, afirmó Styles, “donde poder comunicarse en varios idiomas vecinos es una gran ventaja social”. En situaciones como esa, los niños pueden aprender a comunicarse con fluidez en una amplia variedad de idiomas, afirma Styles.
Entonces, si desea motivar a un niño a aprender muchos idiomas, debe exponerlo a muchos de ellos y lograr que esos idiomas luzcan deseables e incluso hasta geniales.
¿Cómo se logra eso? Bueno, sinceramente, quizás no sea la mejor persona para contestar eso. A pesar de mis mejores esfuerzos, “Cómo hacer que algo les parezca genial a los niños en la escuela” es una habilidad que nunca dominé.