Una verdad irrefutable es que las canas y arrugas empezaron a aparecer de forma más veloz de lo que habíamos observado antes, advierte el científico, quien también es catedrático de la Universität Heidelberg de Alemania.
“Esto es al menos lo que expresan nuestras encuestas. (…) Así como los especialistas en infancia advierten sobre los retrasos madurativos en diferentes gamas de crecimiento de los niños, los especialistas en gerontología nos sorprendemos con la aceleración de los procesos de decadencia“, comentó el experto al medio argentino.
Wettstein advirtió que la forma en cómo los seres humanos se ven a sí mismos habla mucho de la manera en que envejecen. En su estudio evalúan cambios desde tres aristas de la autopercepción del envejecimiento: percepciones de pérdidas físicas, pérdidas sociales y desarrollo continuo.
Aclara que nunca antes el ser humano se había observado tanto. Ello hace que notemos y registremos los cambios que en los tiempos acelerados de prepandemia no percibíamos.
Sin embargo, ello no descarta que el asilamiento social, el estrés traumático y postraumático, dolores personales y comunitarios y la pérdida de proyectos ha generado el envejecimiento acelerado.
El experto hace énfasis en que todo comienza con el estrés. “… cuestiones como el nivel socioeconómico, los otros tipos de dificultades que se enfrentan además de la pandemia, la formación, la red social, los servicios de salud, los mensajes de los gobiernos, todas son variables que impactan en el modo y cantidad de cortisol que libera un sujeto. Esa es la hormona del estrés“, explica.
“Las personas en pandemia registraron en sus cabellos, piel, flexibilidad y fortaleza muscular, además de en situaciones cognitivas básicas”, comentó el científico.