Ahora, con 23 años, Alarcón se dedica plenamente a la música. La estudia, escucha e interpreta. La discute y la aprecia. Es no solo su afición sino también una pasión que le ha acompañado a lo largo de su vida.
Desde los 12 años estudió teatro y canto. completó un técnico en música contemporánea y ahora cursa una licenciatura en música. Eso se ha reflejado no solamente en su formación académica. También fue fundamental en su desarrollo como persona.
“La música me ha ayudado a escuchar lo que mi cuerpo y me corazón me piden. Me enseñó que hay poder en en mí”, menciona. “Aprendí a crear lazos y a no tener miedo de compartirme y mostrarme vulnerable con los demás”.
“Siempre he sido un poco insegura de mi pero cuando canto en ese instante siento que estoy en un lugar seguro”, añade.
Desde la niñez
La satisfacción personal que siente Alarcón con su desarrollo personal tiene una explicación en la música, que le acompañó durante su crecimiento desde una perspectiva educativa y de expresión emocional.
Ese ámbito, el de la expresión, es uno de los principios fundamentales de la música. Históricamente formó parte de diferentes culturas que a través de la danza o las melodías interpretadas con instrumentos llevaron a cabo rituales o comunicaron mensajes.
Desde hace siglos atrás también se le otorgó un perfil académico a la música. Lo que se ha comprobado más recientemente es cómo la música, además de estudiarse desde las partituras y la ejecución, también ofrece otro tipos de beneficios a las personas.
En un ensayo de Sarah J. Wilson, profesora de ciencias de la psicología de la Universidad de Melbourne, en Australia, se concluyó que hacer música “combina el pensamiento con las emociones y ayuda a conectar con los demás”, se lee en las conclusiones.
“Al aprovechar las formas de hacer música, que son variadas y con distintos beneficios, se crea un ambiente enriquecido que estimula la capacidad fundamental del cerebro de adaptarse a ambientes que se modifican, lo que promueve el desarrollo individual y social de una persona”, se agrega.
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Wilson se dio a la tarea de revisar diferentes estudios neuronales en donde se identificaron las reacciones cerebrales en las diferentes etapas de la apreciación musical, los cuales determinaron principalmente las múltiples conexiones neuronales que ocurren en el cerebro.
Las ventajas de la educación musical
Además de las familias, ese primer contacto con la música suele llegar desde el colegio, específicamente en la clase de educación musical.
Es equivocado creer que ese curso tiene como fin único determinar qué niño se dedicará a los instrumentos o al canto en el futuro. Es, más bien, una oportunidad para fortalecer el pensamiento y las emociones de los menores.
Un estudio publicado en la Revista Electrónica de Investigación en Educación Musical en España y elaborado por Alicia Peñalba determinó los beneficios desde las neurociencias cognitivas.
“A través de la música puede contribuir a mejorar la atención, memoria, habilidades sociales, emocionales, físicas y comunicativas”, se menciona, incluso con aquellos niños con “necesidades educativas especiales”.
La Sociedad Norteamericana de Radiología (RSNA, por sus siglas en inglés), por su parte, publicó un estudio en donde se determinó que “experimentar con la música a una edad temprana contribuye a un mejor desarrollo del cerebro, y optimiza la creación y el establecimiento de conexiones neuronales, además de estimularlas”, dijo Pilar Dies-Suarez, una de las médicas responsables del estudio.
Ese tipo de desarrollo no se debe limitar a una clase de educación musical. En diferentes materias también se pueden aplicar, con dinámicas que ayuden a interpretar conceptos y la interacción entre compañeros.
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