Ciencia

COVID-19: una oportunidad para mejorar la difusión del conocimiento científico

Pexels/Polina Tankilevitch, CC BY-SA

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El proceso de investigación científica empieza con preguntas. ¿Qué queremos saber sobre un fenómeno? ¿Por qué ocurre, qué lo provoca y qué consecuencias tiene? ¿Qué podemos aportar? ¿Cómo ayudarán a la sociedad los resultados de nuestra investigación? Consiste en averiguar qué se conoce, qué modelos se han construido, qué metodología se ha desarrollado y qué hipótesis se ha formulado para lograr ese conocimiento.

Los artículos de revisión y la investigación científica

Una herramienta eficaz para obtener esa información es el “artículo de revisión” (review, en inglés). Este no contiene datos nuevos sino una recopilación actualizada y estructurada de lo publicado en un tema hasta el momento.

Una vez el líder del grupo conoce lo que se ha hecho, puede trazar un plan de investigación para hacer una aportación al campo. Es decir, diseña un plan de experimentos y actividades para responder a las preguntas iniciales mediante el llamado método científico.

Para realizar este trabajo se solicita financiación en convocatorias de proyectos regionales, nacionales o internacionales. Si se consigue, el grupo publicará sus resultados en revistas y reuniones.

El líder del grupo, la cabeza visible, se erigirá como experto al que las revistas científicas encargarán artículos de revisión sobre el área de sus resultados. A su vez, estos servirán de base para que este u otros investigadores diseñen nuevos proyectos.

Por tanto, los artículos de revisión constituyen un importante puntal en el proceso de investigación científica.

Proceso de generación del conocimiento científico.
Mercedes Jiménez / Iconos PNGRrepo, CC BY

El otro objetivo de los artículos de revisión es dar a conocer los descubrimientos de un área científica a investigadores de otras y a la sociedad en general. Es más sencillo para un lego entender un artículo de revisión que uno con datos originales.

Este sistema de transmisión del flujo de conocimiento entre ciencia y sociedad existe desde el final de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de los grandes cambios por los que han pasado la manera de hacer ciencia y la sociedad.

Apareció en el contexto de una ciencia no excesivamente competitiva, con pocos grupos, (pequeños y sin liderazgo claro), trabajando en temas diferenciados. Cada grupo tenía un nicho claro, conseguía financiación sin dificultad y escribía artículos de revisión reflexivos sobre los descubrimientos de su área. Estos eran leídos por investigadores de todos los campos y comunicadores.

Así es como los mismos científicos difundían la ciencia a la sociedad.

Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial se comenzó a inyectar gran cantidad de dinero en investigación, como consecuencia del informe Ciencia, la frontera sin fin de Vannevar Bush, dirigido al Presidente Roosevelt, en EE. UU.

Esto aumentó el número y tamaño de los grupos. Se jerarquizaron y aparecieron varias capas: técnicos, doctorandos, postdoctorales y profesores adjuntos, hasta llegar a un líder único. Este ya no solo se dedicaba a la investigación: además gestionaba a las personas involucradas en esta y buscaba financiación en un ambiente cada vez más competitivo.

Difusión ineficiente del conocimiento

En los años 80 dejó de crecer la financiación para ciencia, pero el número y el tamaño de los grupos siguieron creciendo, coincidiendo también con la incorporación de la mujer a la ciencia. En consecuencia, la carrera científica se ha vuelto altamente competitiva, y los años cruciales (cuando se decide si la persona va a convertirse o no en líder de grupo) coinciden con acontecimientos personales como la creación de una familia y la maternidad.

Son años en los que una mujer, aún compartiendo las tareas del hogar, debe realizar un esfuerzo superior al de un hombre. Como resultado, muchas se quedan a medio camino del liderazgo, en puestos vitalicios de postdoctoral o profesor asociado. Aportan sus grandes capacidades a un grupo en que el líder aparece como miembro senior en las publicaciones, gana prestigio, es un gran conocedor del tema, su posición está consolidada y se convierte en un “líder de opinión”.

Las revistas científicas compiten por que estos escriban artículos de revisión para ellas. A menudo, el líder invita al resto del grupo a participar en la escritura del artículo de revisión, pero no existe gran incentivo, puesto que el crédito será mínimo a cambio de un duro trabajo de lectura y reflexión. Los artículos de revisión inciden de manera importante en el número de citaciones de un autor o autora, ya que son muy citados en las publicaciones posteriores sobre el tema. No olvidemos que el número de citaciones es muy importante para medir la productividad científica.

Revisiones con sesgo

Otro problema de los artículos de revisión hoy en día es el de los sesgos que impregnan un área, y que suelen coincidir con la línea de pensamiento del autor líder del artículo de revisión.

De esta manera, se reconoce a los grupos de investigación más acordes y, consciente o inconscientemente, se tiende a obviar a los que se muestran discordantes. Como resultado de estos sesgos y de la falta de motivación de las personas que hacen el trabajo más duro en un artículo de revisión, estos cada vez son más descriptivos y menos reflexivos.

Esto incrementa la probabilidad de que solo los lean investigadores de un área muy limitada y trasciendan menos al resto de especialistas o a la sociedad. Así, la mayor competitividad provocada por el aumento del número de grupos y la congelación de la financiación han desembocado, al tiempo, en una trampa para las mujeres que deciden dedicarse a la ciencia, y en una deficiente transmisión del conocimiento científico desde el laboratorio hacia la sociedad.

El efecto de la COVID-19

En la presente crisis se ha producido un número espectacular de artículos científicos. Sobre todo los compartidos en repositorios, sin revisión por pares, por la tardanza de las revistas tradicionales en publicar.

Por otra parte, los repositorios no aceptan artículos de revisión y las revistas clásicas no los encargan porque aún no han publicado los artículos relevantes, atrapados aún en sus lentas maquinarias de publicación.

Sin embargo, la comunidad científica y la sociedad necesitan información sobre la pandemia. Disponer de artículos de revisión científica, como hemos visto anteriormente, es el punto de partida en el desarrollo de un proyecto de investigación. Durante estos meses pasados hubiese sido también de gran ayuda para investigadores y médicos tener a su alcance los resultados obtenidos por otros colegas, en su área y otras, resumidos y organizados.

¿Quizá ha llegado el momento de que el sistema cambie? ¿Se podría aprovechar para revisar el modelo de artículos de revisión para las revistas científicas? ¿Para avanzar hacia un sistema de incentivos en la ciencia según el cual cada persona se lleve el crédito por su propio trabajo? Sin duda, esto facilitaría a las mujeres científicas el no quedarse atrapadas en las “cocinas” de la ciencia, poder liderar grupos y volcarse en actividades que realmente premiaran sus esfuerzos.

Esta crisis, tanto sanitaria como económica, ¿incluso científica?, nos debería servir de catarsis para romper con ciertas inercias e incentivar el cambio del statu quo científico, por el bien de la sociedad.The Conversation

Matilde Cañelles López, Investigadora Científica, Ciencia, Tecnología y Sociedad; María Mercedes Jiménez Sarmiento, Científica Titular. Bioquímica de Sistemas de la división bacteriana. Comunicadora científica., Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB – CSIC), and Nuria Eugenia Campillo, Científico Titular. Medicinal Chemistry, Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB – CSIC)

This article is republished from The Conversation under a Creative Commons license. Read the original article.