¿Estamos contagiando el virus a la fauna salvaje? Y en caso afirmativo, ¿qué implicaciones tendría tanto para los animales como para nosotros?
¿Cómo saltan los virus de una especie a otra?
Somos dos científicos dedicados al estudio de los virus en la fauna salvaje, y en este momento estamos dirigiendo un estudio en el que se aborda el potencial de contagio del SARS-CoV-2 de humanos a animales domésticos y silvestres.
Los científicos denominamos “desbordamiento” (spillover) al fenómeno que se produce cuando un virus salta de una especie a otra. Pero afortunadamente estos desbordamientos no son habituales.
Para infectar a una nueva especie, un virus tiene que ser capaz de unirse a una proteína sobre una célula y penetrar en dicha célula; y todo ello mientras trata de sobrevivir a un sistema inmunitario al que nunca se ha enfrentado antes. Luego, y mientras el virus trata de esquivar los anticuerpos y a otros agentes antivirales, debe replicarse en cantidad suficiente como para poder transmitirse al siguiente animal.
Esto por lo general implica que, cuanto más estrecho sea el contacto entre dos especies, más probable es que compartan virus. El chimpancé, que es la especie más similar al hombre, puede contraer numerosos virus humanos y caer enfermo. A principios de este mes veterinarios del zoo de San Diego informaron de que la manada de gorilas de dicho zoo estaba contagiada de SARS-CoV-2, lo que apunta a la posibilidad de que el virus sea capaz de saltar de los humanos a nuestras especies más cercanas.
Algunos virus tienden a quedarse en una sola especie o en especies similares, mientras que otros son capaces por su propia naturaleza de realizar saltos intraespecies mucho más grandes. La gripe, por ejemplo, puede infectar a una amplia variedad de animales, desde gorriones a ballenas. Y, de igual modo, los coronavirus se caracterizan por saltar entre especies cada poco tiempo.
Una cuestión clave es saber a cuántas especies y de qué tipo podría infectar el SARS-CoV-2 (y cuáles de estas especies podrían favorecer que el virus siguiera circulando).
La búsqueda de covid-19 en la fauna salvaje
Para que se produzca un desbordamiento de SARS-CoV-2 de humanos a fauna salvaje, el animal debe exponerse a una dosis del virus lo bastante elevada como para infectarse.
Las situaciones de mayor riesgo se producen cuando hay un contacto directo con el ser humano, como por ejemplo cuando un veterinario cura a un animal herido. El contacto entre una persona contagiada y su mascota o el contacto entre un infectado de COVID-19 con un animal de granja también supone un riesgo, pues dichos animales pueden hacer de huéspedes intermedios que permitan que el virus se extienda hasta infectar a una especie salvaje.
Otra forma en que la covid-19 puede transmitirse de humanos a animales es mediante una infección indirecta, como por ejemplo a través de aguas residuales. Se han detectado restos de covid-19 y otros patógenos en este tipo de aguas, muchas de las cuales son arrojadas sin ningún tratamiento a espacios naturales donde ciertas especies de fauna salvaje, como por ejemplo los mamíferos marinos, pueden estar expuestos a ellas. Se piensa que fue así como algunos elefantes marinos de California contrajeron la gripe H1N1 durante la epidemia de gripe porcina de 2009.
Para averiguar si se están produciendo desbordamientos de SARS-CoV-2 nuestro equipo de la Universidad de Tufts trabaja con veterinarios y conservadores de fauna salvaje de todo Estados Unidos para recoger y analizar muestras de los animales a su cuidado. Durante este tiempo hemos analizado muestras de cerca de 300 animales salvajes de más de 20 especies, y hasta ahora ninguno (desde murciélagos a focas, pasando por coyotes) ha dado positivo en covid-19 en los test de anticuerpos o en muestras recogidas con torundas.
Nuestros investigadores han centrado sus actividades de vigilancia selectiva de fauna salvaje en lugares donde se habían producido contagios de animales domésticos. El primer caso confirmado de contagio de visón salvaje fue detectado mientras se realizaba una labor de vigilancia cerca de una granja de visones donde se había producido un brote. Y aunque aún no está claro cómo contrajo el coronavirus este visón salvaje, la gran cantidad de visones infectados y de partículas potencialmente infecciosas emitidas por ellos hacen que hablemos de una zona de alto riesgo.
Malo para los animales y malo para las personas
Cuando un virus salta a una especie nueva a veces muta para infectar, replicarse y transmitirse de forma más eficaz dentro del nuevo animal. Este proceso se denomina “adaptación al huésped”. Cuando un virus salta a un nuevo huésped y empieza este proceso de adaptación, los resultados son impredecibles.
A finales de 2020, cuando el SARS-CoV-2 llegó a una granja de visones de Dinamarca, este experimentó una serie de mutaciones que son poco comunes cuando el virus ataca a humanos. Algunas de estas mutaciones se produjeron en partes del virus que la mayor parte de las vacunas están diseñadas para localizar. Y esto no ocurrió una sola vez, sino que las mutaciones se produjeron muchas veces y de forma independiente en brotes producidos en otras granjas de visones. A pesar de que aún no está claro cuál es el impacto que tienen estas mutaciones (si es que tienen alguno) en el desarrollo de la enfermedad en humanos, o incluso en las vacunas, se trata de señales de adaptación al huésped que podrían dar lugar a nuevas variantes del virus; variantes que podrían permanecer en huéspedes animales y volver a surgir en el futuro.
Otro riesgo es que el que el SARS-CoV-2 pueda hacer enfermar a los animales. Los ecologistas están especialmente preocupados por las especies en peligro como el hurón patinegro, un animal similar al visón y que se cree podría ser muy vulnerable al virus.
Los desbordamientos de personas a animales salvajes ya han ocurrido en el pasado. A finales del siglo XX el virus del ébola saltó de los humanos a los grandes simios y tuvo consecuencias devastadoras para estas especies en peligro. Y más recientemente se ha detectado un virus respiratorio humano que afecta a las amenazadas poblaciones de gorilas de montaña, y que también ha causado numerosas muertes.
Pero quizá el mayor riesgo para los humanos sea que el desbordamiento pueda provocar que el coronavirus quede almacenado en nuevas especies animales y en regiones que hasta ahora no se han visto afectadas. Esto podría hacer que en el futuro pudieran volver a surgir nuevos brotes de covid-19.
Este mes se ha publicado un artículo en el que se muestra que esto ya ha ocurrido a pequeña escala en granjas de visones de Dinamarca, donde el virus pasó de humanos a animales y luego volvió otra vez a humanos.
A pesar de que nuestro equipo no ha encontrado pruebas de casos de covid-19 en animales salvajes en Estados Unidos, sí que hay evidencias concluyentes de desbordamientos frecuentes en perros, gatos y algunos animales que viven en zoológicos. El hallazgo de visones salvajes infectados confirmó nuestros temores. Detectar el primer caso en un animal salvaje con covid-19 resultó alarmante, pero no sorprendente.
Artículo traducido gracias a la colaboración con Fundación Lilly.
Jonathan Runstadler, Professor of Infectious Disease and Global Health, Cummings School of Veterinary Medicine, Tufts University y Kaitlin Sawatzki, Postdoctoral Infectious Disease Researcher, Tufts University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.