Claudia García es una de estas personas. Recién graduada como diseñadora gráfica, emprendió la búsqueda de un empleo que le permitiera vivir con tranquilidad. Después de obtener el título afinó su currículum y se lanzó al mar laboral, aunque eran unas aguas que parecían solo sacar a flote a quienes tenían experiencia previa.
La ilusión que la acompañaba al principio empezó a flaquear meses después, al encontrarse con esa realidad, porque no lograba encontrar un trabajo estable o que le retribuyera en función de su nivel académico.
“Estaba muy desanimada, en una especie de depresión. Luché mucho por graduarme, ejercer mi profesión, y mi sorpresa fue que todas las empresas me pedían al menos tres años de experiencia y nadie me daba la oportunidad”, relata.
En la actualidad, el acceso al trabajo para los jóvenes es a veces un camino colmado de obstáculos. Muchos empleos buscan a personas que tengan experiencia, de la cual carecen los jóvenes recién graduados, porque acaban de terminar de estudiar y, como indica García, aunque se cuente con un nivel académico universitario concluido y buenas calificaciones, no siempre es suficiente.
La experiencia previa es un requisito importante debido a que diversas empresas buscan personas que se hayan desenvuelto en resolución de problemas, planificación de estrategias o que se hayan enfrentado a diferentes ambientes laborales.
En Guatemala, los centros de llamadas pueden ser vías para que profesionales puedan optar a mejores salarios. El Ministerio de Trabajo señala en el “Informe del Empleador” que en Guatemala trabajan 1 millón 309 mil 873 personas, todas ellas registradas en esa cartera. De estas, solo el 23 por ciento corresponde a personas de 25 a 29 años, una notable minoría en relación con las de mayor edad. Además, solo el 10 por ciento de estos trabajadores jóvenes cuenta con estudios universitarios.
Mientras Claudia intentaba avanzar, sus cuentas por pagar seguían creciendo. Desesperada, empezó a desempeñar pequeños trabajos como freelance, lo cual sustentaba una parte de sus expectativas económicas. “Lo malo del freelance es que un mes tienes dinero y al otro no, no hay nada estable”, comenta.
Buena oportunidad
Fue entonces cuando una amiga suya que trabajaba en un call center se ofreció a recomendarla para que pudieran trabajar juntas. Claudia sabía inglés, pero aun así le daba “miedo”, pues no se relacionaba con lo había estudiado, por la idea generalizada que plantea que no es lo adecuado. En su mente también resonaban varios comentarios que había escuchado acerca del estrés que se vive en estos centros al tomar llamadas.
“Al fin me decidí, aunque no sabía si iba a aguantar, pero la verdad es que el salario no se escuchaba nada mal. Me iban a pagar Q6 mil, más bonificaciones. Además, me ofrecían un bono de ingreso, que lo daban al cumplir los seis meses”, recuerda.
Así fue como Claudia inició su vida laboral formal. Con mucho nerviosismo, asistió al lugar con su currículum en mano. Le sorprendió lo rápido que logró pasar las pruebas y la respuesta positiva por parte de la empresa.
Muchos jóvenes que necesitan trabajar han recurrido a buscar empleos en estas empresas, ya que los procesos de contratación pueden ser más rápidos que en otros lugares. Afuera, la búsqueda de empleo puede representar un desafío que por momentos puede resultar muy complicado.
Las personas se inclinan por buscar trabajos en centros de llamadas por varias razones. En primer lugar, porque este empleo suele ser estable, con prestaciones y bonificaciones por puntualidad y desempeño, entre otros. Además, suelen tener contratos a largo plazo con las compañías que tienen de clientes, lo que asegura un trabajo con estabilidad.
La Asociación de Exportadores de Guatemala (Agexport) expone que en el 2022, la industria de los centros de llamadas está compuesta por alrededor de 48 mil trabajadores, divididos en servicios de voz y no voz. De los empleados de servicios de voz, el 80 por ciento son bilingües, el 17 por ciento solo habla español y un 3 por ciento lo hacen en otros idiomas, como alemán.
La experiencia
Claudia comparte que al principio fue “un poco difícil” adaptarse. Debido a que no había trabajado antes, se sentía aturdida por las llamadas de clientes molestos, que no tenían consideración con los trabajadores de atención al cliente.
“Después del entrenamiento de alrededor de un mes, creo que te enfrentas a una realidad complicada y le tienes que hacer frente a eso. Cuesta acostumbrarse a que te griten, pero al final, y es algo que me costó mucho, no hay que tomárselo personal. Solo hacer tu trabajo y ya”, reflexiona.
Muchas personas, supervisores o compañeros de trabajo ayudaban a Claudia de forma constante y siempre se ofrecieron como guías para que pudiera familiarizarse con mayor rapidez. Este apoyo agilizó su aprendizaje, por lo cual hace ver que “sin esas personas, que te ayudan tanto, me hubiera costado más”.
En los centros de llamadas, según Claudia, puedes encontrar desde jóvenes hasta gente mayor, con todo tipo de personalidades y realidades distintas. El grupo que se graduó de la universidad, comenta, es reducido. “La mayoría se encuentra cursando la carrera, por lo que trabajan para poder estudiar”.
Poco a poco, Claudia empezó a acostumbrarse al ritmo de las llamadas y a la forma de resolver los problemas de los clientes. El trabajo representaba un ingreso económico que le permitía desarrollarse en otros ámbitos de su vida, por lo que se sentía satisfecha.
“Creo que mucha gente tiene una idea distinta de estos lugares de trabajo, pero la verdad es que a mí me ha ayudado mucho, me dio trabajo cuando nadie más lo hizo”, concluye.
Después de un tiempo Claudia empezó a combinar actividades freelance con el centro de llamadas, para no dejar de lado lo que le gusta, pero ahora con un ingreso seguro, lo cual le permite desempeñarse en temas relacionados con su carrera.
Puertas abiertas
En 2019, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) estableció que en ese año, hubo 38 mil 950 graduados universitarios. De ellos, el 44 por ciento obtuvo un grado de técnico y el 48 por ciento una licenciatura, mientras que solo el 7 por ciento obtuvo una maestría, y menos del 1 por ciento, un doctorado.
El desempleo en Guatemala es un problema sistémico, que afecta varias aristas de la economía. El INE también compartió que, en 2019, el índice de desempleo en el país alcanzó el 2 por ciento.
Además, la pandemia del coronavirus tuvo un impacto significativo en la tasa de desempleo, ya que hubo un aumento en los índices de desempleo, especialmente en los sectores de servicios y comercio. Según el INE, la tasa de desempleo aumentó a 2.2 por ciento en 2021.
El desempleo afecta a la población de diferentes maneras. La falta de empleo y los ingresos reducidos pueden llevar a la pobreza y la inseguridad alimentaria, especialmente para las familias más vulnerables en los distintos departamentos del país. La falta de oportunidades es una herida latente en el contexto de Guatemala.
Es por ello que muchos jóvenes, universitarios o no, han optado por los call centers. Este sector laboral es uno de los más inclusivos, ya que como menciona Claudia, no discriminan por edad, experiencia o nivel académico al momento de contratar personal.
Claudia es una de los muchos jóvenes que optaron por esta opción debido a las pocas oportunidades que ofrece el panorama laboral. Los call centers han constituido una fuerza y apoyo laboral para las juventudes en busca de formación profesional.