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La madre que 5 años después de su último embarazo aún siente mareos extremos por las mañanas

La hiperémesis gravídica, como se llama a las náuseas y vómitos matinales extremos durante el embarazo, se ha hecho más conocida en los últimos años porque la padeció la Duquesa de Cambridge, Kate Middleton.

Pero pocos aún saben que algunas mujeres continúan sufriéndola años después de haber dado a luz.

Caitlin Dean, de 37 años, es una de ellas.

Esta madre de tres menores de nueve, siete y cinco años tuvo esta enfermedad durante todos sus embarazos.

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“Literalmente, sentía que mi cuerpo entero estaba envenenado”, cuenta. “Me sentía mal entre 20 y 30 veces al día y me deshidrataba con facilidad”.

“Vomitaba con tanta fuerza que me rompí un músculo del estómago, lo que me ha dejado con un dolor de espalda crónico… Y, en mi opinión, he tenido suerte”.

Se estima que la hiperémesis gravídica afecta a una de cada 100 mujeres.

Muchas pierden más del 5% de su peso ante la incapacidad de ingerir comida y bebidas.

Cuando se junta con falta de vitaminas y otros factores asociados a la desnutrición, puede generar síntomas que duran toda la vida.

Algunas madres sufren tanto que llegan a estar dispuestas a interrumpir el embarazo y hasta el suicidio.

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Dean, que es enfermera en el sur de Inglaterra, llegó a presentar tal grado de desnutrición durante su segundo embarazo, que su hijo, Patrick, nació con graves problemas dentales.

“Te cambia la vida”

“Mucha gente cree que este mal acaba cuando el bebé nace y eso no es cierto”, asegura.

“Es algo que te cambia la vida y es importante entender eso”.

Acciones tan simples como lavarse los dientes o ver el inodoro hasta ahora le dan náuseas.

“Tan sólo mirar el baño puede ser problemático”, afirma. “Tengo que mantenerlo muy limpio debido a los recuerdos. Me vienen a la mente imágenes de los momentos que pasé con la cabeza dentro del inodoro”.

“Lavarme los dientes también es un problema cuando se forma mucha espuma”.

La afección del embarazo de Kate Middleton

“La mayoría de días, eso me trae recuerdos”, cuenta Dean, que administra una página de Facebook llamada “La mamá vomitadora”, que ofrece información y consejos a quienes también padecen de hiperémesis gravídica.

Si su marido, Rob, bebe té Earl Grey, le dan arcadas.

“Me gustaban ese tipo de té, pero lo arrojé tantas veces…”, cuenta. “Incluso ahora, 10 años después, su olor me recuerda a los vómitos”.

Un nuevo estudio de investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles publicado por la revista Nature Communications sugiere que la hiperémesis gravídica es una enfermedad conectada con dos genes conocidos como GDF15 y IGFBP7.

Dean asegura que el descubrimiento fue “increíblemente emocionante” porque probaba que la hiperémesis gravídica era un mal físico y no psicológico y porque sugiere que puede tener cura.

“Durante décadas, ni siquiera teníamos la esperanza de que saliera un nuevo medicamento para tratarla. Lo único que hemos hecho hasta ahora era combatir los síntomas”.

“Esto podría abrir una vía a algún nuevo tipo de antiemético (medicina contra el mareo) para que podamos tratar la causa”.

“Creo que da muchas esperanzas de cara al futuro”.

Dean dice que la hiperémesis gravídica puede ser tan debilitante para algunas mujeres que optan por explorar otras formas de ser madres.

“Tras nuestro primer bebé hablamos de la posibilidad de adoptar”, admite. “Pero decidimos echarle ganas, aunque mi marido pensaba que estaba loca”.

“Y, pese a que el segundo embarazo fue peor, sabía que quería tener tres hijos. Sé que es un poco testarudo y la gente ha intentado disuadirnos, pero yo estaba determinada. También es una forma de recordarme que lo superé y que ahora me siento una persona más fuerte y resistente”.

Otras mamás que vomitan

Jessica Atkinson, de 25 años, es una de las muchas madres que comparten su experiencia en la página de Facebook de Dean. Dice que la enfermedad cambió su vida y que, dos años después del embarazo, sigue sufriendo las consecuencias. “Aún no puedo comer ciertos alimentos debido al mareo y me cuesta hacer cosas simples como lavarme los dientes porque me da arcadas”.
Laura Heffernan, una irlandesa de 32 años, asegura que tuvo que guardar cama la mayor parte de su embarazo y que vomitaba entre 30 y 50 veces al día. Su sentido del olfato se agudizó tanto durante el embarazo que algunos olores le hacían vomitar. Tres años después de dar a luz a su hija, aún siente náuseas cuando huele la loción para después de afeitar de su marido o velas aromáticas.
Caitlin Knight, una estadounidense de 27 años, sufrió la enfermedad durante todo su embarazo. “Mi hija cumplirá dos años en junio y aún tengo náuseas todos los días. Y cuando me despierto muy temprano por la mañana, todavía vomito, aunque normalmente sólo una vez, menos mal”.

Los Dean tuvieron que trazar un plan para poder sobrevivir al tercer embarazo: conseguir ayudas sociales y una niñera.

“Lo planeamos como una operación militar”, afirma.

También tuvo “muchísima ayuda” de familiares y amigos: “Tuve la suerte de poder costearme una niñera durante ese último embarazo”.

Su marido también pudo compatibilizar el trabajo con el cuidado de los niños.

“Pero muchas mujeres no tienen ese lujo”.

Dean cree que el hecho de que la hiperémesis gravídica se haya vuelto famosa porque la Duquesa de Cambridge la haya padecido tiene su lado negativo.

“Incluso oí a una comadrona decir que ahora está de moda sufrirla porque la Duquesa de Cambridge también la tuvo, lo cual es ridículo y ofensivo para las mujeres”.

En un informe en el British Medical Journal, Dean urgió a las autoridades a preocuparse más por los efectos secundarios de la hiperémesis gravídica.

El Servicio de Asesoría del Embarazo Británico (BPAS por sus siglas en inglés) secundó su petición, alegando que “queda claro que los efectos de la hiperémesis pueden ser profundos y duraderos tanto física como mentalmente”.

“Creemos que uno de los principales retos que enfrentan las mujeres es hacer que se oiga su voz y que les crean”, dijo una portavoz de esta institución.

Aseguró que a muchas “no les queda más que terminar un embarazo esperado, ya que sus síntomas se vuelven tan graves que no les permiten trabajar ni cuidar de sus familias”.

“Ya sea para que la hiperémesis acabe en un parto o un aborto, es crucial que las mujeres puedan acceder a la ayuda que necesitan”, afirmó la representante de la entidad.

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