Su música parece evocada de la nada, notas y tonos burlados y manipulados por movimientos hipnóticos de manos y dedos a través del aire.
El theremín a veces parece un instrumento del futuro de la Tierra o de otro mundo.
Su música parece evocada de la nada, notas y tonos burlados y manipulados por movimientos hipnóticos de manos y dedos a través del aire.
Se trata del único instrumento musical controlado completamente sin contacto físicodirecto.
Inventado hace 100 años, el primer instrumento electrónico del mundo inspiró el surgimiento de la tecnología de sonido que llevó a Robert Moog a crear el sintetizador moderno, transformando el panorama musical desde entonces.
El theremín ha sido utilizado por algunos de los nombres más famosos de la historia de la música popular, como Led Zeppelin en la canción Whole Lotta Love y The Rolling Stones en su álbum psicodélico Her Satanic Majesty Requests, de 1967.
También está presente en el tema principal de la popular serie de ciencia ficción Star Trek.
Con su renacimiento moderno, impulsado por documentales como Theremin: An Electronic Odyssey, de 1993, ahora el theremín sigue inspirando a una nueva ola de artistas.
“Creo que tiene mucho potencial inexplorado, y también es fascinante visualmente”, dice la música islandesa Hekla (su nombre completo es Hekla Magnúsdóttir), quien combina theremín y voz en sus álbumes, como en el más reciente, Sprungur, de 2020.
“Viniendo de un trasfondo clásico, aprendiendo violonchelo, el theremín me parecía de otro mundo”, cuenta.
Carolina Eyck es otra maestra de theremín que busca difundir este instrumento único y que está ampliando su escaso repertorio con nuevas composiciones, como su pieza Ocean, de 2019.
Mientras tanto, la grabación de su interpretación del Theremin Concerto Eight Seasons, de Kalevi Aho, en 2014, recibió un premio a la grabación del año en Alemania.
“Cuando tocas el theremín, parece algo mágico. Tal vez incluso como si pudieras lanzar hechizos”, le dice Eyck a la BBC.
“Ningún otro instrumento se toca sin contacto físico. Tú eres parte del instrumento, conduciendo el aire”, señala.
Los theremíns implican la manipulación de campos electromagnéticos alrededor de dos antenas que hacen que el instrumento parezca un atril extraño.
Los músicos controlan los sonidos moviendo las manos y los dedos alrededor de una antena vertical para subir o bajar el tono, y hacia arriba o hacia abajo sobre una antena en bucle para controlar el volumen.
El theremín fue inventado alrededor de 1920 por el físico ruso Lev Sergeyevich Termen, conocido más tarde como Léon Theremin.
Nacido en 1896 en San Petersburgo, mostró una habilidad precoz como un niño ingeniero, que supuestamente desmontaba y volvía a montar relojes y otros artículos mecánicos a la edad de siete años, y que construyó un observatorio astronómico a los 15.
En 1920, inventó una máquina que tenía como objetivo usar la nueva tecnología de las ondas de radio para medir algunas propiedades del gas.
Pero descubrió que su aparato emitía un extraño tono de gorjeo, que podía moldear moviendo sus manos alrededor del equipo.
Siendo un violonchelista entrenado, Theremin reconoció el potencial de su descubrimiento y tuvo la intención de crear un instrumento completamente nuevo.
En una entrevista en 1989 con la musicóloga Olivia Mattis, dijo: “No estaba satisfecho con los instrumentos mecánicos que existían, de los cuales había muchos. Todos fueron construidos usando principios elementales y no estaban bien hechos físicamente. Estaba interesado en hacer un tipo de instrumento diferente… Por lo tanto, transformé [equipos] electrónicos en un instrumento musical que proporcionaría mayores recursos”.
Theremin tocó su instrumento en el Kremlin para Vladimir Lenin en 1922 y en Berlín para Albert Einstein en 1927, antes de deslumbrar al público de todo el mundo a finales de la década de 1920.
Después de una actuación en Londres en 1927 en el Royal Albert Hall, en la que tocó piezas de Schubert y Glinka con el theremín, el periódico Musical Standard escribió: “La voz humana, el violín, la viola, el violonchelo, el bajo y el contrabajo, la corneta, la trompa, el trombón, el saxofón, el órgano y casi todos los instrumentos que se te ocurran son derrotados en su propio juego por este pequeño y sencillo aparato”.
Poco después, Theremin cruzó el Atlántico y consiguió un estudio en West 54th Street, en Nueva York.
El lugar fue un imán para compositores y científicos por igual. Einstein, un violinista entusiasta, usó una habitación en la casa que Theremin alquilaba para explorar la conexión entre la música y la geometría.
“Le di un estudio, no muy grande. Le encontré un asistente, uno de mis compañeros de trabajo que era pintor, para que lo ayudara a dibujar estos bocetos, y venía a hacer su trabajo. Lo vi muchas veces, muy a menudo”, le dijo Theremin a Mattis en la entrevista de 1989.
Más allá de los descubrimientos científicos, el inventor también estaba planeando cómo hacerse rico.
“La gente aprenderá a tocarlo sin demasiada dificultad”, predijo sobre su instrumento.
Soñaba con poner un theremín en cada hogar: “vendido y producido al precio de un aparato de radio de tres válvulas”.
Sin embargo, las cosas no salieron según lo planeado.
Aunque sus conciertos en Estados Unidos fueron una sensación, y le dieron grandes sumas de dinero por los derechos para producir en masa su nuevo instrumento, su sueño fracasó por un simple hecho: el theremín es realmente muy difícil de tocar bien.
Ningún otro instrumento requiere el control del cuerpo que requiere el theremín por parte de un ejecutante.
No tiene teclado o un tablero de trastes que pueda usarse como referencia al tocar notas.
Además de una buena percepción espacial, un músico necesita un oído brillante para tocar notas específicas. Necesita combinar movimientos corporales relajados con una concentración mental intensa.
En lugar de un músico tradicional, los músicos de theremín recurren a técnicas de expresión física y emocional, tal como lo haría un actor que sube al escenario para interpretar a un personaje complejo.
Esto explica por qué hay tan pocos virtuosos de theremín en el mundo, así como por qué cada uno tiene su propio estilo, al igual que hay muchas formas en que un actor puede interpretar a Hamlet.
“Cada uno aporta su propio estilo y técnica”, explica Hekla Magnúsdóttir.
“El hecho de que no hay una enseñanza estructurada sobre cómo tocar este instrumento invita a un enfoque mucho más variado, que es una de las principales cosas que me atrajeron”, dice.
Esa libertad incluye cómo escribir partituras para el theremín: Magnúsdóttir ha desarrollado su propia notación gráfica, pero otros músicos crean partituras que pueden parecerse más a diagramas científicos o arte abstracto.
“Cada músico aporta su propia personalidad distintiva al theremín, y estas diferencias pueden ser bastante fundamentales, casi como una firma sonora”, dice Charlie Draper, un destacado músico británico de theremín que actúa tanto en solitario como con su colectivo orquestal Retrophonica.
“Es posible identificar a los músicos individuales basándose únicamente en funciones como el fraseo y el vibrato”, indica.
Eyck, mientras tanto, ha creado su propia nueva técnica de interpretación, que expuso en su libro The Art of Playing the Theremin, de 2006.
Otros intérpretes también han traído métodos individuales a la mesa de theremín, como el “walking bass” de Pamelia Kurstin.
Aunque la dificultad para tocar su instrumento obstaculizó los planes de Theremin de hacer una fortuna, este hombre extraordinario continuó su racha inventiva durante la década de los 30, con la construcción de las primeras cajas de ritmos hasta la creación de nuevos instrumentos de detección para aviones estadounidenses.
Pero a medida que se acumulaban las nubes de tormenta de la guerra, Theremin fue repentinamente llamado de regreso a Rusia, llevado por agentes soviéticos en septiembre de 1938.
Según su biógrafo, Albert Glinsky, la estancia de Theremin en Estados Unidos había sido alentada por el Kremlin: aparentemente como un escaparate de la tecnología soviética, pero en realidad era para permitirle participar en el espionaje industrial.
Al llegar a casa, en lugar de ser festejado como un genio, Theremin se convirtió en víctima de las purgas políticas de Stalin.
Desterrado a una prisión especial para científicos en Siberia, sus creaciones incluían uno de los dispositivos de escucha más famosos de la Guerra Fría, considerado un precursor de la tecnología de identificación por radiofrecuencia (RFID).
Apodado simplemente ‘The Thing’, uno de estos dispositivos de escucha estaba escondido en una placa de madera que colgó en la oficina del embajador de Estados Unidos en la Unión Soviética durante siete años hasta su descubrimiento en 1952.
#ArtifactoftheDay: The Great Seal Bug "The Thing", issued by NKVD, 1946. One of the first covert listening devices transmit an audio signal. pic.twitter.com/vqb6hjDZCk
— The Spy Museum (@IntlSpyMuseum) November 17, 2016
Tuit del Museo del Espía que muestra una imagen de la placa de madera donde estaba escondido el dispositivo de escucha inventado por Leon Theremin.
Lanzado en 1947, Theremin continuó trabajando para el sistema de seguridad estatal antes de desarrollar instrumentos musicales electrónicos en el Conservatorio de Moscú.
Regresó a EE.UU. en una visita en 1991, justo antes del colapso de la Unión Soviética, y solo entonces se enteró de cómo su instrumento había afectado la cultura popular.
Aunque se concibió como un instrumento de sala de conciertos o una novedad para actuar en el hogar, el sonido único del theremín evocaba sonidos extraños y de otro mundo para una gran cantidad de películas de misterio, terror y ciencia ficción a lo largo de los años 40 y 50.
Se convirtió en el ruido de referencia para encuentros extraterrestres. El más famoso fue incluido en la película clásica “El día que la tierra se detuvo”, de 1951. Otros créditos de alto perfil, junto con muchas películas de serie B, incluyen “El fin de semana perdido” y el éxito de taquilla bíblico “Los diez mandamientos”.
La banda sonora de Miklós Rózsa para la película de Alfred Hitchcock de 1945, Spellbound, ganadora del Oscar, es otro ejemplo célebre del sonido del theremín, y que tuvo un impacto particular en Eyck.
“Me encantaba verlo cuando era niña, y siempre se me ponía la piel de gallina cuando escuchaba al theremín”, revela.
Magnúsdóttir desea destacar a quienes tocaron en las bandas sonoras de Hollywood, así como a los compositores.
“Me encanta la interpretación de Samuel J. Hoffman en ‘El día que la tierra se detuvo'”, dice.
También elige un ejemplo más moderno, de Lydia Kavina (la sobrina nieta de Theremin) en The Machinist,de 2004.
Y se filtra a otras áreas de la cultura popular: el actor Keanu Reeves aprendió a tocar el instrumento en Bill & Ted Face the Music, la reciente tercera entrega de la trilogía de Bill & Ted.
Contrariamente al mito urbano, el theremín no aparece en la canción Good Vibrationsde The Beach Boys, ni en ninguna parte de la banda sonora de Star Wars o Doctor Who.
Dicho esto, a principios de 2020, Eyck invitó a los oyentes de In Tune de BBC Radio 3 a una sorprendente interpretación en theremín del tema musical de Doctor Who.
La influencia de este instrumento en la música electrónica ha sido profunda.
Theremin, quien murió en 1993, a la edad de 97 años, dijo en 1989: “Cuando hice el primer instrumento… el carácter del sonido que podía crear superó todas las habilidades de todos los instrumentos que existían entonces”.
“Por eso pensé que los compositores deberían escribir nueva música para este nuevo timbre… en este sentido, pensé que habría un progreso en el mundo de los instrumentos, así como en el mundo de la composición”, señaló.