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¿Se debe enseñar a los niños computación cuántica y otras ciencias que se estudian en la universidad?

La educación está muy presente en la cabeza de muchos padres, particularmente si, en tiempos de coronavirus, han tenido que lidiar con las clases en casa.

Pero, ¿qué temas deben estudiar los jóvenes que les puedan ayudar a prepararse para el futuro?

Varios padres inscribieron a sus hijos en The Knowlodge Society, TKS (algo así como la Sociedad del Conocimiento), una escuela de medio tiempo para adolescentes, que les da la oportunidad de aprender cosas que no se enseñan en una escuela tradicional.

“En mi escuela regular no hablamos de criptografía o computación cuántica, no están en el plan de estudios, por lo que durante años tuve que encontrar tiempo para aprender estos temas solo”, señala Jack McDonald, de 15 años, uno de los jóvenes que hacen parte del proyecto.

A Jack lo inscribieron sus padres, Tim y Kelly. Antes de conocer TKS, el adolescente estaba interesado en convertirse en neurocirujano.

Recientemente TKS fue declarada como “una de las escuelas del futuro” por el Foro Económico Mundial, que ofrece principalmente programas de entrenamiento y capacitación en Inteligencia Artificial, entre otros programas relacionados con tecnología.

Las clases en esta escuela tienen alrededor de 40 estudiantes y tienen sesiones dos veces por semana, cada una de tres horas de duración.

Y no es un programa barato: la matrícula anual tiene un costo que va desde los US$5.000 a los US$8.000, dependiendo de la ciudad desde donde se tome.

McDonald Family
Los padres de Jack querían que él aprendiera materias más allá de las clases escolares.

Se espera que los programas que actualmente se ofrecen en varias ciudades de EE.UU. se expandan a América Latina en 2021 (Los cursos se están adelantado de forma virtual debido a la pandemia del coronavirus).

El programa de TKS se enfoca en cerca de 40 áreas, que incluyen impresión en 3D, biónica, electricidad inalámbrica y más. Y puede tener una duración de tres años.

Pero, ¿deberían los colegios ofrecer áreas de especialización tan ambiciosas?

Matthew McKean, director de educación del Conference Board de Canadá (el cuerpo de investigación independiente más importante de ese país), no está tan seguro.

“Corremos el riesgo de enseñar a los jóvenes a usar tecnologías que pueden ser obsoletas para cuando ingresen a la fuerza laboral”, señaló McKean, quien añadió que las habilidades humanas, como comunicarse o construir relaciones, son más durables y transferibles.

Además, ¿cuánta gente necesita aprender cómo codificar o programar, por ejemplo?”.

McKean argumenta que la automatización y las tecnologías emergentes solo incrementarán la necesidad de un conocimiento más profundo de lo humano.

“Nuestra investigación confirma que el futuro del aprendizaje y el trabajo es social y emocional, no técnico. Los empleadores piden cada vez más habilidades humanas, como inteligencia social y emocional, colaboración, creatividad, competencias interculturales, construcción de relaciones, resiliencia y adaptabilidad, lo que plantea nuevas demandas en nuestros sistemas de entrenamiento de habilidades”, señaló el experto.

Por su parte, David Shrier, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), indica que escuelas como TKS son importantes para estimular a los jóvenes en temas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

“Un joven de 13 años aprendiendo de genética es muy buen titular“, explicó. Pero debe hacerse sin obviar “el argumento de que su campo de investigación podría ser totalmente diferente en tres o cuatro años”.

“¿Qué van a hacer si no tienen una base fuerte de pensamiento crítico?”, añadió.

JEREMIE DUPONT
Actualmente TKS opera en Canadá y Estados Unidos.

Uno de los fundadores de TKS, Nadeem Nathoo, señala que su particular sistema también enseña pensamiento crítico.

Y anota que los cursos le enseñan a los jóvenes cómo organizar y escribir sus pensamientos, además de aprender a hablar en público.

Pero defiende el estudio directo de áreas técnicas.

Si no estuvieran expuestos a este tipo de contenido o problemas en TKS, no sería realista pensar que pueden resolverlos”, señaló Nathoo.

“Creo que necesitamos capacitar sobre la intención de resolver problemas técnicos desde una edad temprana, mostrarles que estos problemas existen y que tienen el poder para abordarlos”, añadió.

Ahora, ¿es este modelo uno que impresiona a los empleadores en empresas de alta tecnología, quienes tienen que escoger entre múltiples egresados talentosos?

Anne Martel, cofundadora de Element AI, que adapta Inteligencia Artificial para ser usada en negocios, cree que un grado de alfabetización en computadores y habilidades para resolver problemas debería ser la prioridad para los más jóvenes.

Y piensa que aprender sobre tecnologías avanzadas puede ser un buen camino para lograrlo.

“Cuando les enseñamos a nuestros hijos sobre Inteligencia Artificial, les enseñamos un lenguaje técnico y los conducimos al campo de la probabilidad y las estadísticas. Creo que eso es increíblemente relevante para su futuro”, indicó.

Element AI
Anne Martel busca curiosidad, creatividad y valor.

Aunque ella ve con buenos ojos los cursos de tecnología especializada ofrecidos por TKS, indica que se necesitan ampliar los rangos de habilidades por aprender, para incluir aspectos como curiosidad y creatividad, que son cosas que ella tiene en cuenta a la hora de contratar a alguien.

La TKS es ciertamente costosa y muchos estudiantes destacados podrían esperar sobresalir en sus campos sin desembolsar todo ese dinero.

Pero Nathoo argumenta que alrededor de la mitad de los alumnos obtienen pasantías remuneradas que cubren el costo de la matrícula en menos de un año.

¿Y es realmente saludable para los adolescentes pasar siete días a la semana estudiando?

“Creo que hay una idea errónea de que esto es como un taller de explotación para niños. No es así. Les encanta hacer esto”, defendió Nathoo.

No hay presión sobre ellos, pero sí es una escuela para las personas que desean acelerar su trayectoria, y vamos a aprovechar su potencial”.

Los padres de Jack McDonald dicen que su hijo pasa de 15 a 20 horas a la semana en su trabajo de TKS, que se suman a su carga horaria escolar habitual.

Definitivamente no se trata de un modelo a la medida de todos los niños.

Pero para Jack, es “más valioso que todo el resto de mi educación junta“.