En casi todos los países son menos las mujeres que los hombres que eligen carreras —potencialmente lucrativas— en matemáticas, física, ingeniería y ciencias de la computación.
BBC NEWS MUNDO
Matemáticas: la clave que puede explicar por qué más hombres que mujeres estudian carreras de ciencias
La brecha de género en materias relacionadas con las matemáticas se está mostrando firme y constante.
Las calificaciones que los estudiantes obtienen en sus exámenes influyen en las elecciones de carrera, pero no son el único factor. (Foto Prensa Libre: Getty Images)
Aunque puede que iniciativas como facilitar mentores, modelos a seguir y combatir estereotipos sean útiles, sus efectos son muchas veces menores.
Al ritmo actual, es probable que en las próximas décadas las mujeres sigan siendo minoría en campos relacionados con las matemáticas.
Y no es que sean malas en la materia.
Si bien ellos tienden a desempeñarse mejor que ellas, la diferencia promedio entre los géneros es mínima.
Este año en Reino Unido, por ejemplo, el 39% de las jóvenes de 18 años hicieron los A-level en matemáticas (los exámenes finales que realizan los alumnos del sistema británico, equivalentes a los exámenes de bachillerato) obtuvieron la mejor nota, frente al 42% de los chicos que realizaron la misma prueba.
En física, el 29% de las mujeres alcanzaron los más altos puntajes, en comparación con el 28% de los hombres.
Pero en ambas materias, ellos fueron más numerosos que ellas (por más de 3:1 en el caso de la prueba de física).
Esto lleva a preguntarse: ¿por qué tantas chicas le dan la espalda a estas materias?
El papel de la lectura
Un estudio publicado recientemente por la revista científica estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America(PNAS, en inglés), sugiere que la respuesta puede encontrarse en las diferencias que existen entre hombres y mujeres en cuanto a la capacidad académica, pero en lo referente a la lectura, no a las matemáticas.
Diferentes estudios han demostrado de manera constante que las féminas superan a sus pares masculinos en lectura y escritura, y también en el aprendizaje de idiomas extranjeros.
Thomas Breda, de la Escuela de Economía de París (PSE, en inglés), y Clotilde Napp, de la Universidad Dauphine-París, se preguntaron si esta diferencia entre mujeres y hombres en la lectura podría ayudar a explicar la brecha de género en carreras relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (las llamadas STEM, en inglés).
Puede ser que las niñas no estén siendo marginadas de las matemáticas, sino que estén siendo alentadas a estudiar materias que les permitan poner en práctica sus habilidades de lenguaje superiores.
Fortaleza relativa vs habilidad absoluta
Cada tres años, cientos de miles de jóvenes de 15 años de más de 60 países participan en el estudio PISA, dirigido por la OCDE.
Los estudiantes completan exámenes de matemáticas, lectura y ciencias, y responden a preguntas sobre sus futuras intenciones profesionales.
Cuando Breda y Napp vieron los datos de PISA 2012, se dieron cuenta de que había algo interesante en aquellos resultados.
“Hubo una ligera brecha de género en el desempeño en matemáticas a los 15 años, pero era demasiado pequeña para explicar la enorme segregación de género en las STEM”, dice Breda.
Pero en lectura, los roles se invirtieron: las niñas resultaron ser mucho mejores que los niños. Como resultado, cuando ambos grupos obtuvieron notas similares en matemáticas, el de las niñas logró un nota aún mejor en lectura.
Cuando Breda y Napp compararon las calificaciones de cada estudiante en lectura y matemáticas, descubrieron que esta “diferencia en notas” predijo con precisión la probabilidad de que el estudiante planeara emprender estudios en matemáticas.
Cuanto mayor es la ventaja de un estudiante en lectura, es menos probable que quieran seguir una carrera en matemáticas, incluso cuando su nota en esa materia también es alta, observaron los expertos.
La ventaja comparativa vs la absoluta
“Eso es lo que hace que estos resultados sean interesantes. Pueden explicar gran parte de la diferencia entre niños y niñas (en cuanto a elecciones de carrera) utilizando la diferencia entre sus calificaciones en matemáticas y lectura”, creen Breda y Napp.
Otros expertos, quienes han examinado el déficit de mujeres en ciencias físicas, están de acuerdo en que esta es una explicación plausible de las tendencias ocupacionales observadas.
“Tiene mucho sentido”, dice Sarah Cattan, directora asociada y jefa del sector de Educación y Habilidades del Institute for Fiscal Studies de Londres.
“Muestra que lo más importante en el momento en que los chicos y las chicas eligen su campo de estudio no es lo buenos que son en matemáticas o en lectura, sino lo buenos que son en matemáticas en comparación con la lectura. Esta es realmente una historia sobre la ventaja comparativa y no de ventaja absoluta“.
Lise Eliot, profesora de neurociencia en la Rosalind Franklin University de Medicina y Ciencia en Chicago, en Estados Unidos, está de acuerdo con ese concepto.
“Tiene sentido, y la investigación previa respalda que en un entorno académico competitivo los estudiantes considerarían sus fortalezas relativas por encima de una habilidad matemática absoluta al decidir qué carrera profesional seguir”.
Cuestión de percepción
Sin embargo, es probable que el puntaje de las pruebas no sea el único factor en el que los estudiantes basan sus opciones, señala Eliot.
“Tales decisiones siempre se toman en un contexto social que incluye la competencia entre estudiantes y la conformidad con el rol de género”.
¿Cómo es posible que los niños que son buenos en matemáticas pero no tan buenos en lectura proyecten su destreza en el aula de matemáticas, por ejemplo?
¿Son las fortalezas relativas reforzadas por las preferencias del maestro?, se pregunta.
Los padres y los maestros también pueden, a veces sin darse cuenta, tratar a los niños y niñas de manera diferente. Esto se debe al arraigado estereotipo de que la lectura es para niñas y la matemática para niños.
Un estudio arrojó que los maestros de primaria sobreestimaron el desempeño de los niños en matemáticas y ciencias, y subestimaron el de las niñas, por ejemplo, mientras que los resultados de otro sugirieron que puede que los padres les lean más a sus hijas en edad preescolar.
La cuestión de si existen diferencias innatas entre los cerebros de hombres y mujeres que predisponen a los niños y niñas a adquirir diferentes habilidades es controvertida.
Impacto temprano
En cualquier caso, la socialización diferencial de ambos grupos comienza a una temprana edad y puede influir en cómo las personas perciben sus propias habilidades y cuánto invierten en temas diferentes.
“Si tomas a niñas y niños que tienen un rendimiento similar en matemáticas, ellas serán mucho más propensas que los varones a pensar que tienen un mal desempeño”, dice Breda.
Esto se debe en parte a que han internalizado el estereotipo de que las matemáticas no son para ellas, y también a que todos comparamos nuestras habilidades matemáticas con nuestras competencias en lectura, agrega.
Nada de esto significa que debamos detener los esfuerzos para contrarrestar los estereotipos que existen sobre la aptitud de las niñas para las matemáticas y las ciencias en comparación con la lectora.
Lo que sí sugiere es que gran parte del impacto de estos estereotipos ocurre no en el momento en que a las niñas les toca elegir una carrera, sino muchos años antes.
Al alentar a las niñas a leer más en vez de estudiar matemáticas, los estereotipos ayudan a generar habilidades lectoras superiores que luego jugarán un rol importante en las elecciones profesionales de las niñas.
Esto también puede explicar por qué las iniciativas dirigidas a las adolescentes y a mujeres han tenido un éxito relativamente limitado a la hora de fomentar su participación en carreras relacionadas con la matemática: puede que simplemente estos incentivos lleguen demasiado tarde.
En cambio, cerrar la brecha de género en matemáticas y ciencias físicas podría realizarse de manera más efectiva reduciendo la desventaja comparativa de los niños en la lectura.
¿Hacer que los niños sean mejores lectores?
David Geary, un psicólogo cognitivo de la Universidad de Missouri, en EE. UU., afirma que esto también tendría beneficios más amplios para la sociedad.
“Si nos fijamos en los estudiantes que tienen poca educación, son principalmente niños, y principalmente en lectura y escritura”.
Si no se aborda esto, muchos niños, especialmente provenientes de familias de bajos recursos, quedarán “subempleados o desempleados”, cree el experto.
Además, el psicólogo explica que puede que haya una tendencia a ver las brechas de género en las que los hombres son minoría como algo menos preocupante que aquellas en los que las mujeres lo son.
“Todo esto es falso en el sentido de que nadie habla sobre la desigualdad en la medicina veterinaria, por ejemplo, donde el 80% son mujeres“.
Eliot confía en que la brecha en lectura se puede reducir, y dice que es más pequeña entre los niños que provienen de hogares más educados, donde tal vez reciban educación domiciliaria y donde probablemente valoran más la lectura y la escritura.
Un debate en torno a los hombres
Elevar el estatus de la lectura, y de las carreras profesionales asociadas a ella, también podría beneficioso para el género femenino.
“La mayoría de estos debates se presentan a menudo desde un punto de vista que gira alrededor de los hombres”, señala Breda.
“Decimos que deberíamos presionar a las niñas para que hagan carreras de ciencia. (según esa afirmación) Las niñas deberían parecerse más a los niños y las mujeres deberían parecerse más a los hombres. Pero esa no es una buena manera de abordar la cuestión, es una forma sesgada (de hacerlo)”.
Asegurarse de que ambos grupos adquieran una base sólida tanto en matemáticas como en lectura, y que estos tengan el mismo estatus, así como también seguir esforzándose para eliminar los estereotipos de género nos garantizará que todos tengamos el mayor número de opciones posibles.
Queda por ver si eliminar estas diferencias acabará con la brecha en la elección de carreras, o si surgirán otras desigualdades.
“¿Queremos hacer un intercambio de biólogos por programadores?” pregunta Geary
“Tal vez, tal vez no. Pero es el individuo quien debe tomar esa decisión“, concluye.