“Es un alivio conversar con personas que asumen con naturalidad ese tema. Ellos no piensan que eres un bicho raro por querer hablar al respecto”, cuenta Caroline, una de las asistentes a la sesión de un “Café de la Muerte” localizado en el norte de Londres.
BBC NEWS MUNDO
#HablemosDeLaMuerte: los cafés en los que se toma té, se come pastel y se habla de la muerte
¿Te animarías a juntarte con un grupo de extraños para tomar o comer algo y hablar de la muerte? Hay quienes, con gusto, aceptan la invitación para hacerlo.
Puede sonar extraño, pero en diferentes partes del mundo se realizan encuentros con el único objetivo de hablar de cualquier aspecto relacionado con la muerte.
La idea es hacerlo con una comida o un café de por medio y con personas que, a lo mejor, jamás en la vida se han visto.
El tema suele ser tabú en las sociedades occidentales, pero algunos consideran que hablar honestamente de la muerte y relacionarse de una forma positiva con la misma, es beneficioso para la salud.
El alivio de hablar de la muerte
Todo comenzó con el sociólogo suizo Bernard Crettaz y su Café Mortel.
“La idea surgió en 1989 cuando, siendo profesor en una universidad en Ginebra, realicé una exposición llamada Alivio mortal”, le dice a la BBC Crettaz.
El especialista cuenta que la reacción y los comentarios que recibió con respecto al proyecto fueron muy positivos.
“Me di cuenta de que los estudiantes sufrían por no tener la posibilidad de hablar de la muerte. Así que decidí hacer algo, y en abril de 2004 realicé el primer encuentro del Café Mortel. Asistieron 250 personas”.
Crettaz concibió el evento en tres etapas: un aperitivo de bienvenida, una sesión de conversación de casi dos horas y un intercambio de ideas con respecto a cualquier tema para terminar el encuentro.
“Había dos reglas: hablar con honestidad y escuchar lo que el otro tiene que decir”.
¿Quéeee?
“¿Café de la muerte? ¿Qué? ¿Un café de la muerte? ¿De verdad?”. Esa es la reacción que las personas suelen tener cuando uno de los anfitriones de estas veladas habla acerca de lo que hace.
Quienes asisten a los encuentros coinciden en que, para la mayoría de la gente, el tema genera espanto, susto y miedo… ante la muerte de uno mismo o de otros.
Les sorprende que tantas personas eviten hablar acerca de la mortalidad porque, para los participantes del encuentro, es un alivio.
“Tengo cáncer, y cuando se lo digo a alguien, se quedan callados, no saben cómo reaccionar. Pero cada vez que tengo la oportunidad, hablo al respecto porque la enfermedad se fortalece en un ambiente en el que hay miedo”, afirma uno de los asistentes al café de muerte en Londres.
Sentimiento compartido
Al otro lado del Océano Atlántico, aunque por diferentes razones, a Alexander también le ayuda hablar del tema.
Vive en Sao Paulo, Brasil, y participa en las sesiones que realiza un café de la muerte en esa ciudad.
“Tengo 78 años y mi familia y mis amigos creen que soy raro porque asisto a estos encuentros, pero sé que mi momento va a llegar”, le confiesa a la BBC.
¿Puede la comida aliviar el duelo?
La experiencia es compartida por una mujer que aceptó la invitación para conversar con extraños en un café de la muerte ubicado en California, Estados Unidos.
“A los 60 años reconozco que probablemente me enfrento al último cuarto de mi vida. Me asusta, sí, pero creo que vivimos mejor cuando entendemos que vamos a morir”, le dice la mujer a la BBC.
Alrededor del mundo
Este tipo de encuentros empezaron a realizarse en Francia, Alemania, Canadá, Bélgica y Suiza.
Pero ahora tienen lugar en 48 países. En la actualidad existen 4 mil 403 lugares en los que se realizan sesiones del “café de la muerte”.
La psicóloga británica Emma Kenny ofrece una perspectiva que coincide con lo expuesto anteriormente.
Considera, además, que la idea del café de la muerte es buena, a pesar del nombre.
“Pasamos mucho tiempo distanciándonos de la muerte y pensando que es algo que le pasa a otros. Una de las cosas más difíciles para las personas es reconocer la vulnerabilidad de la vida”, le dice a la BBC.
“Pero una vez que eso se reconoce y se entiende -añade- la vida se transforma en una experiencia que vale la pena celebrar”.
Y concluye: “La muerte es una de las pocas cosas que nos une a todos”.