Morris Villarroel, un canadiense radicado en España, es lo que se conoce como un “life-logger”. Desde 2010 ha estado registrando cada minuto de su vida con una combinación de datos escritos y electrónicos.
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El hombre que registra cada minuto de su vida con ayuda de la tecnología
En seis años ha acumulado unos 200 cuadernos escritos a mano que catalogan cada detalle de su vida. La cámara miniatura que incorporó a su ropa hace año y medio ha tomado más de un millón de fotos y, además, tiene un monitor electrónico que registra su actividad física.
¿Es su vida tan interesante?
No necesariamente. Todos los días, Villarroel toma 1.200 fotos, la mayoría bastante insípidas.
Decenas de imágenes del timón del auto. Varias de tajadas de pan. Una de un escaparate en la cocina donde guarda cebollas.
Aún así, ninguna será desechada. Todas forman parte del plan que tiene Villarroel de registrar todo lo que sucede en su vida, lo mundano y lo extraordinario.
“Me sucedió poco después de cumplir 40”, dijo a la BBC. “Hice una retrospectiva de mi vida y me pregunté qué tenía que mostrar de eso?
“Para los siguientes 40 años quería tener un mejor sentido de los que realmente había hecho durante ese tiempo”.
Ningún evento en la vida de Morris Villarroel es demasiado mundano para no ser registrado.
Desde 2010 lleva una bitácora de todo lo que hace. “Escribo a qué hora me despierto, lo que como, lo que hago”, explica.
El 14 de abril de 2014, Villarroel empezó a utilizar una cámara miniatura adherida al pecho que se activa
automáticamente cada 30 segundos. Ya ha acumulado más de un millón de fotos.
“No he visto la mayoría. Son demasiadas para mirar”, reconoce.
Toma fotos de lo que está directamente enfrente. Su esposa, Erin, “se siente bien con eso exceptuando, tal vez, en los momentos más privados”, dice.
“No la enciendo en el dormitorio ni cosas así”, asegura.
Vida y muerte
Además de la cámara, Villarroel -un profesor de Bienestar Animal de la Universidad Politécnica de Madrid- porta un monitor electrónico que registra su actividad física.
El año pasado, llenó 37 cuadernos registrando sus actividades, observaciones e ideas como las siguientes:
“Me desperté a las 05:45 en un hotel en Suecia. Los músculos posteriores de mis piernas me dolían bastante”.
“Hablé de la observación de pájaros con mis colegas durante una pausa para tomar café”.
“Sería interesante saber por qué algunos corredores tienen necesidad de tocar algo, como un muro, cuando alcanzan el punto intermedio de la carrera”, se pregunta.
Villarroel asigna categorías y palabras clave a los eventos registrados en sus bitácoras. Los datos están organizados en hojas Excel y, cuando las combina con los registros del monitor físico y las fotografías, tiene un récord de lo que estaba haciendo en cualquier momento en su pasado reciente.
Por ejemplo, el 7 de diciembre de 2014, a las 12:22, cuando Villarroel escribió no haberse movido durante 60 minutos. Las fotos, en parte oscurecidas por una bota, muestran el pabellón de un hospital.
Fue el momento en que su padre murió.
O, el 4 de noviembre de 2014, a las 16:36, cuando su hijo Liam nació en la casa.
La mayoría de padres podrán tener un par de decenas de fotos posadas de la madre con su hijo. Villarroel registró el día entero, desde cuando empezaron las contracciones hasta cuando se fueron las parteras.
“En realidad, en retrospectiva, es poco lo que mis dispositivos me dicen, con la excepción de que es difícil captar la intensidad”, admite.
Pero su esperanza es que su hijo pueda repasar las fotos y las bitácoras de su vida. “Cuando tenga 80 años podrá decir: '¿Me pregunto cómo se veía mi madre cuando estaba embarazada? o ¿Qué estuve haciendo en mi quinto día de vida?'”
Sus hijos también se sienten cómodos con el proyecto, señala. Su hija, June, de 15 años, “disfruta mirándolos. Es una diversión ver dónde hemos estado”, expresa.
Cuantificar esa inmensa cantidad de datos que acumula es en sí una enorme tarea.
Para eso, desarrolló un ritual matutino que implica levantarse temprano, escribir 750 palabras analizando sus estados de ánimo, cuánto tiempo invierte haciendo diferentes cosas y, luego, descargando los datos de sus dispositivos. El proceso toma como una hora.
“Es poco lo que haría a esa hora del día, así que he logrado algo importante para mí”, indica.
También pasa revista de cada semana, mes y año: “Una vez más, ese es un proceso de reflexión que no sólo me recuerda de lo que debo hacer pero me ayuda a planear y evaluar lo que está sucediendo”.
Usos prácticos
Para mucha gente esto podrá parecer inútil. Reconoce que ha tomado tantas fotos que nunca tendrá tiempo para verlas todas.
Sin embargo, asegura que registrar absolutamente todo lo que hace tiene sus usos prácticos.
Por ejemplo, un día perdió un cuaderno. Después de dos semanas, no daba con él. Así que revisó sus fotografías y encontró dónde lo había dejado.
Antes de regresar a un lugar donde ha estado previamente, busca dentro de sus registros para ver cómo llegó hasta allí, cuánto demoró, dónde se estacionó, cuánto duró la cita y qué hizo después. (En una ocasión, le recordó que cerca había un buen sitio para comprar pan).
Eso le ofrece un tipo de defensa, dice. Si alguien jura alguna vez haberlo visto en un lugar y hora determinada, el puede sacar toda una secuencia de fotografías para desmentirlo. Pero nunca ha tenido que hacerlo.
La práctica también le ayuda a entender cuánto ejercicio necesita hacer. El uso de un monitor Fitbit (con la meta de 10.000 pasos al día) lo ha motivado a tomar transporte público al trabajo. También se ha dado cuenta que el número de pasos diarios que toma aumenta a medida que el semestre universitario avanza.
“Somos seres de costumbres pero no todas las costumbres beneficiosas”, indica. “Puedo hacer un mapa de mis costumbres y mejorar algunas, mientras evito otras más negativas”.
Algunas veces cree que no ha logrado hacer mucho en un día o en una semana entera pero, al revisar la bitácora se da cuenta de lo que hizo en realidad.
Villarroel no tiene intención de frenar su proyecto. El tener un registro tan extenso de cada día durante los últimos seis años ha cambiado cómo valora el tiempo y los eventos.
“Haces una retrospectiva de tu vida y te preguntas, '¿Qué estoy aprendiendo?¿Estoy avanzando?¿Cómo me siento?' y, basado en eso te preguntas, '¿Quisiera cambiar? o ¿Permanezco tal cual soy?'”.