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Cómo un “chicle” de más de seis mil años ayudó a reconstruir el rostro de Lola, una mujer de la Edad de Piedra

Vivió hace seis mil años en una isla remota de lo que hoy es Dinamarca y ahora podemos saber cómo era. Tenía piel oscura, cabello castaño oscuro y ojos azules.

Así se veía "Lola", una habitante primitiva de Dinamarca. (Foto Prensa Libre: Tom Björklund)

Así se veía "Lola", una habitante primitiva de Dinamarca. (Foto Prensa Libre: Tom Björklund)

Nadie sabe cómo se llamó o a qué se dedicaba, pero los científicos que reconstruyeron su rostro le han dado un nombre: Lola.

Su fisonomía pudo conocerse gracias a rastros de ADN que dejó en una “goma de mascar”, un pedazo de brea que se llevó a la boca hace miles de años y que se conservó lo suficiente como para determinar su código genético.

Según la revista Nature Communications, donde se publicó este martes la investigación, se trata de la primera vez que se extrae un genoma humano antiguo completo de otro material que no sea un hueso.

“Es sorprendente haber obtenido un genoma humano antiguo completo de otra cosa que no sea hueso”, contó a la BBC Hannes Schroeder, de la Universidad de Copenhague, uno de los autores del estudio.

De acuerdo con el científico, el pedazo de alquitrán que sirvió como “chicle” resultó ser una fuente muy valiosa de ADN antiguo, especialmente para los períodos de tiempo en los que no se han encontrado restos humanos.

¿Qué se sabe de Lola?

Todo el código genético de la mujer, o genoma, fue decodificado y utilizado para determinar cómo podría haber sido.

Lola estaba genéticamente más vinculada con los cazadores-recolectores de la Europa continental que con aquellos que vivían en el centro de Escandinavia en ese momento y, como ellos, tenía piel oscura, cabello castaño oscuro y ojos azules.

edad de piedra
(Foto Prensa Libre: de Agostini Picture Library)
DE AGOSTINI PICTURE LIBRARY
Hombres de la Edad de Piedra en lo que hoy es Dinamarca.

Probablemente descendía de una población de colonos que se trasladó desde Europa occidental después de que se retiraran de los glaciares.

¿Cómo vivió?

Los rastros de ADN encontrados en el “chicle” no solo dieron claves sobre la vida de Lola, sino también pistas también sobre la vida en Saltholm, la isla danesa en el mar Báltico donde fueron encontradas.

Los científicos identificaron muestras genéticas de avellana y ánade real, lo que sugiere que eran parte de la dieta en ese momento.

pato
(Foto Prensa Libre: Getty Images)
Getty Images
En la muestra había restos de ADN de un ánade real.

“Es el sitio más grande de la Edad de Piedra en Dinamarca y los hallazgos arqueológicos sugieren que las personas que ocuparon el enclave estaban explotando en gran medida los recursos silvestres en el Neolítico, que es el período en que la agricultura y los animales domesticados se introdujeron por primera vez en el sur de Escandinavia”, indica Theis Jensen de la Universidad de Copenhague.

Los investigadores también extrajeron ADN de microbios atrapados en el “chicle”.

Encontraron patógenos que causan fiebre glandular y neumonía, así como muchos otros virus y bacterias que están naturalmente presentes en la boca pero que no causan enfermedades.

¿De dónde vino el ADN?

El ADN estaba atrapado en un bulto negro-marrón de brea, producido al calentar la corteza de abedul, que se usaba en ese momento para pegar herramientas de piedra.

pieza
(Foto Prensa Libre: Theis Jensen)
Theis Jensen
La pieza de alquitrán que sirvió para determinar la apariencia de Lola.

La presencia de marcas de dientes sugiere que la sustancia fue masticada, quizás para hacerla más maleable, o posiblemente para aliviar el dolor de muelas u otras dolencias.

Información sobre los patógenos

Los investigadores consideraron que la información preservada de esta manera ofrece una instantánea de la vida de las personas y proporciona información sobre su ascendencia, medios de vida y salud.

El ADN extraído del chicle también da una idea de cómo los patógenos humanos han evolucionado a lo largo de los años.

“Poder recuperar este tipo de genomas de patógenos antiguos de materiales como este es bastante emocionante porque podemos estudiar cómo evolucionaron y cómo son diferentes a las cepas que están presentes hoy en día”, comentó Schroeder a la BBC.

“Y eso nos dice algo sobre cómo se han extendido y cómo evolucionaron”, agregó.

 

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