“Me molesté un poco por eso,” dice Phillips, ahora director del Centro de Investigación Codec para Teología Digital en la Universidad de Durham.
Cuando el reverendo Pete Phillips llegó por primera vez a Durham, Inglaterra, fue expulsado de la catedral de la ciudad por leer la Biblia en su teléfono móvil.
“Pero eso me sucedió en 2008”, apunta Philips.
La catedral, que cumplirá mil años en 2018, ya actualizó su política “permitiendo que la gente tome fotos y utilicen el celular por razones religiosas, para lo que quieran”.
“La actitud cambió porque restringirle a la gente el uso del celular ahora es pedirles que se corten sus brazos”.
No es la única actualización tecnológica hecha por la Iglesia últimamente.
El aumento de aplicaciones y redes sociales está cambiando la forma en la que muchos de los 2.000 millones de cristianos expresan su fe.
Así, por ejemplo, el reverendo Liam Beadle, vicario de la Iglesia Anglicana de St. Marys en el pueblo de Honley, administra la cuenta de Twitter de la parroquia, y un colega mantiene el perfil de la comunidad de la iglesia en Facebook.
Beadle, sin embargo, contrasta el enfoque de la Iglesia hacia las redes sociales con su reacción a la invención de la imprenta. “Entonces fuimos proactivos”, afirma.
“Con la llegada de las redes sociales, pienso que somos reactivos, siguiendo el rebaño”.
Muchos cristianos que usan su teléfono en las iglesias tienen una aplicación llamada YouVersion -“una versión simple y sin publicidad de la Biblia que lleva la Palabra de Dios a tu vida diaria”, según se describe- que, desde su lanzamiento en 2008, ha sido instalada más de 260 millones de veces.
Aplicaciones similarmente populares existen para la Torá y el Corán.
“Una de las primeras cosas que los cristianos hicieron con el computador fue poner la Biblia en formatos digitales”, resalta Philips.
“Hasta cierto punto, la Biblia en el móvil está reemplazando a la impresa”.
Sin embargo, leerla en esa forma podría estar cambiando su sentido general.
“Si lees la Biblia como un libro de papel es muy grande y complicado, y tienes que hojearlo”, sostiene Philips.
“Pero sabes que el de las Revelaciones es el último libro y el Génesis es el primero y que el de los Salmos está en medio”.
“En la versión digital simplemente vas donde te lo piden y no tienes sentido de lo que vino antes o después”.
Cómo esta interactuación puede afectar el punto de vista de la gente es algo que están explorado investigadores como Philips.
Hay estudios que sugieren, por ejemplo, que los textos leídos sobre la pantalla son, generalmente, tomados más literalmente.
Y las características estéticas de un texto, como sus temas generales y contenido emocional, también tienen más probabilidades de ser extraídos en la versión impresa.
En un libro religioso, esa distinción puede ser crucial.
“Cuando estás sobre una pantalla, tiendes a perderte la parte emocional y vas directamente por la información”, señala Philips.
“Es un tipo de lectura plana, algo para lo que no fue escrita la Biblia. Terminas leyéndola como si fuese Wikipedia, más que un texto sagrado”.
Y algunos piensan que excesivas interpretaciones literarias de textos religiosos pueden llevar al fundamentalismo.
Philips dice que, por ejemplo, si tomas el Génesis como un recuento de seis días de la creación, tendrás que creer que la ciencia está equivocada.
Sin embargo, también está floreciendo una nueva práctica cristiana, impulsada por la difusión de las redes sociales y la descentralización de la actividad religiosa.
Para muchos, ya no es necesario acudir a la iglesia.
Las aplicaciones y cuentas de redes sociales que publican versos de la Biblia permiten una expresión privada de fe entre la persona y su pantalla de celular.
Y la posibilidad de escoger la doctrina que no les atrae.
Muchos que se consideran como cristianos activos podrían incluso no creer estrictamente en Dios o Jesucristo, o en los actos descritos en la Biblia.
“Está apareciendo una nueva clase de cristianismo mutado para una era digital, que sigue mucha de la ética del mundo secular”, apunta Philips.
Conocido como deísmo terapéutico moralista, se centra más en el lado caritativo y moral de la Biblia que en la noción de que el Universo fue creado por un líder todopoderoso que lo ve todo.
Esa forma de religión fue descrita por primera vez por los sociólogos en 2005, pero ha sido sobrealimentada por la internet y las redes sociales.
“La gente está buscando una experiencia religiosa más personalizada”, dice Heidi Campbell, especialista en religión y cultura digital de la Universidad de Texas A&M.
“La generación del milenio prefiere esa imagen general de Dios más que el Dios intervencionista”, señala.
“Y prefiere a Dios que a Jesús, porque no es alguien en concreto. Está detrás de ellos y les permite seguir adelante con sus propias vidas más que Jesús, quien llega e interfiere con todo”.
Así, los versos más populares de la Biblia, compartidos en las redes sociales por YouVersion, frecuentemente reflejan los ideales seculares e inclusivos del deísmo terapéutico moralista.
Muchos se refieren a luchas personales o el manejo de la ansiedad, por ejemplo, más que a la promoción de la gloria de Dios.
Escoger y combinar creencias religiosas no es algo nuevo, pero ahora es más fácil que nunca diseñar una fe individual.
Y eso incluye convertir figuras religiosas en memes.
Story Time Jesus, que usa iconografía clásica religiosa con textos, describiendo versos en lenguaje coloquial, se convirtió en un meme viral en 2012, y sigue teniendo popularidad.
Otros incluyen Bunny Christ y Republican Jesus.
Muchos de esos memes comenzaron como chistes, pero también son usados para difundir ideas religiosas.
“Con un meme no puedes transmitir una verdad teológica en profundidad, pero puedes resumir su esencia, utilizándolo como señuelo para atraer a la gente”, apunta Campbell.
Y eso se aplica también a Twitter.
Hay iglesias de todo el mundo que estimulan a sus congregaciones a tuitear sermones en vivo.
Ese uso, sin embargo, ha creado fricciones y sigue siendo motivo de debate.
También existe el temor de que los mensajes cortos no sean la forma apropiada de representar conceptos complejos y delicados.
“Cuando hablas en 140 caracteres o en un video de siete segundos, la tendencia es a estereotipar o simplificar”, dice Campbell.
“No es solo usar las herramientas, sino tratarlas con el respeto necesario”.
Y es por eso quizás que la Catedral de Durham se mostró tan circunspecta sobre Phillips y su móvil en 2008.
Aun así, las distintas religiones, no solo la cristiana, ahora tienen menos que ver con el predicador en el púlpito.
“Lo digital se relaciona con la comunicación bidireccional”, destaca Campbell.
“Las personas llegan con una cierta expectativa sobre su comunidad y la libertad que van a tener, y las instituciones religiosas tienen que adaptarse o ser una excepción”.
Pero si hay algo que tiene la fe organizada es justamente su capacidad para adaptarse.
El cristianismo se ha estado reinventando a sí mismo por casi 2.000 años.
Los teléfonos inteligentes y las redes sociales son solo los últimos avances para forzar un cambio.