Según Álava, “en líneas generales nos encontramos hoy en día con que los trabajos son muy exigentes, con jornadas que se alargan y se extienden hasta pasada la media tarde o noche y además el nivel de exigencia hace que, en ocasiones, los padres tengan que terminar su trabajo desde casa”.
Cuando mamá trabaja
Con la incorporación de la mujer al mercado laboral se ha ganado mucho en igualdad de género, las mujeres son independientes, y se sienten más realizadas, lo que aporta un valor añadido a la educación de sus hijos. Sin embargo, cuando este es el caso, los niños se encuentran que ambos progenitores están sometidos a un mayor estrés, y que la mayoría de veces no están con ellos por la tarde. “Es ahí donde entra en juego la calidad de tiempo que comparten y dedicarles, por poco que sea ese tiempo, un espacio de comunicación, diversión, relajación y ocio. Si esto se da, los padres están asegurando una alta autoestima en sus hijos acompañada de valores que les servirán para toda la vida”, opina la psicóloga Ana Lucía Rosel.
Qué necesitan
Respecto de las necesidades que tienen los niños de 0 a 6 años, la autora de Queremos hijos felices, dice que hay cosas en el cuidado de ellos que los padres pueden delegar, pero en lo que nunca se debe es en las necesidades afectivas de los hijos.
Hay que transmitirles que se les quiere, darles un abrazo, un beso de buenos días o buenas noches; en definitiva que se sientan arropados y queridos.
Para Álava, algo que tampoco se puede delegar es la educación, ya que los padres podrán recibir ayuda de educadores, profesores, cuidadoras, abuelos; pero la educación siempre dependerá de ellos.
Otras ideas
Para que los padres consigan más tiempo de calidad para compartir con sus hijos, de acuerdo a Álava, es importante que se paren a observar, desde que llegan a casa, qué actividades realizan con sus hijos y cuánto tiempo pasan con ellos.
“Una herramienta muy útil para realizar dicha observación es llevar un registro en un cuaderno en el que los padres apunten a qué hora empiezan y terminan una actividad y en qué consiste, reservando una última columna para anotar las incidencias, es decir, todo aquello que nos ha hecho emplear más tiempo del previsto”, sugiere esta experta.
“En ocasiones se sobrecargan las agendas de los niños, con actividades extraescolares, lo cual en lugar de aportar, les genera un efecto de presión”, destaca.
Otro de los errores es que muchas veces los padres planifican las tareas en función del tiempo que ellos emplearían como adultos, olvidándose que los niños tardan más en realizarlas”. Además, cuando se pide a los niños que las realicen más rápido “solo consiguen frustrarse, y eso no contribuye en solventar la situación”, afirma.
Con información de Efereportajes