Pero, estos aspectos apenas fueron algunos de los que se modificaron en los hábitos mundiales y el “quédate en casa” fue el comienzo de un reencuentro personal, de modificar la forma de comunicarnos, de olvidarnos por un momento de la emoción de estar sentados físicamente en la butaca de un teatro o de tomar el primer medio de transporte para viajar muy lejos, así un sinnúmero de cambios que hoy nos colocan en una historia diferente de vida.
Expertos contemplan que todavía está lejos un encuentro con la vida como era antes, aunque avancemos y las restricciones sean cada vez menores, el coronavirus dejará alteraciones en la forma de vida, algunas a mediano plazo y otras quizá permanentes.
¿Ejercitarse o llevar una vida sedentaria?
Por meses se acabaron los deportes en los espacios destinados a ellos, no se tenían entrenamientos comunes que se dieran fuera el hogar, era prohibido incluso caminar en las calles a ciertas horas y sin duda, la pandemia hizo que muchas personas se quedaran en casa y pasaran más tiempo sentadas.
A un buen número se le dificultó incluir en la rutina el movimiento, aunque para otros este tiempo lo tomaron para recibir clases en línea, moverse dentro del hogar, bajar aplicaciones y empezar una rutina más saludable.
Algunas aplicaciones de ejercicios de paga abrieron opciones para que las personas se movieran, por ejemplo, Nike Training Club, que funcionaba bajo un modelo de suscripción, no volverá a cobrar a sus usuarios.
La Organización Mundial de la Salud lanzó la campaña #BeActive (Sé activo), en la que motivaba a tener un breve descanso y hacer de tres o cuatro minutos de actividad cada cierto tiempo. Se habló de la necesidad del ejercicio desde bebés hasta adultos mayores.
El covid-19 alcanzó a la dinámica de trabajo
La Organización Internacional del Trabajo, OIT describió que el empleo en América Latina y el Caribe ha entrado este año bajo cuidados intensivos con una tasa de desempleo superior al 10%, a consecuencia de la pandemia que disparó a 30 millones la pérdida de empleos en 2020.
Lo anterior es parte de los grandes retos para el mundo. Entre las respuestas a ello se crearon emprendimientos propios y por quienes siguieron en su rutina de trabajo atravesaron fuertes cambios de horarios, algunos entraron a la modalidad del teletrabajo o un modelo híbrido entre este último y presencial
El estrés del tráfico, la dinámica de correr para el ingreso a la oficina, convivir con los compañeros en cumpleaños o reuniones ahora parece algo lejano y en un gran número de casos esto se ha trasladado al mundo virtual.
Lo cierto es que la pandemia ha permitido un cambio en la dinámica laboral y ha marcado una nueva forma de trabajo que en algunos casos permanecerá. Esto ha llevado a empresas, líderes y colaboradores a tener nuevas dinámicas, negociar horarios y establecer diferentes objetivos.
Los hábitos del descanso y el sueño
El aislamiento social y el confinamiento han tenido ciertos efectos por el cambio de rutinas. La interrupción de los horarios de actividades fuera de la casa como el trabajo y la escuela marcaron una gran diferencia.
Algunas personas se despertaban más tarde, se perdían de la luz solar matutina que afectaba físicamente vivir los ciclos de día y noche, y en ocasiones representaba un día de más cansancio.
En sí, la recomendación ha sido que al trabajar en casa se siga una rutina propia en la que se preste atención a los horarios para dormir y descansar. Y se debe hacer lo posible por cumplir con ellos y repetirlos a diario.
También se aprendió la importancia de tomar unos minutos de sol y en especial dejar el espacio de la cama para dormir y evitar trabajar o estudiar en ella.
Otra de las sugerencias para el buen descanso es no utilizar el celular o tablets en la cama y consultar con un especialista si dormir se convierte en un espacio complicado.
¿Cocinar en casa o pedir comida?
La alimentación antes de la pandemia era un tema al que muchas personas no le prestaban atención. Según la Encuesta Mundial de Salud Escolar 2015, capítulo Guatemala, la prevalencia de sobrepeso y obesidad en adolescentes de 13 a 15 años es de 37.8% (29.4% de sobrepeso y 8.4% de obesidad); mientras que en niños de 7 a 11 años de edad, es del 40%, para el 2017.
Sin embargo, la llegada del covid-19 al país recordó la importancia de alimentarse sanamente y tener una vida activa, no solo para evitar el contagio del nuevo coronavirus, sino para prevenir enfermedades que dañan el organismo desde temprana edad, como la diabetes y los problemas cardiovasculares.
De acuerdo con el estudio Cambios de hábitos alimentarios durante el periodo de confinamiento por la pandemia Covid-19, en los primeros meses se registró mayor consumo en productos de bollería, dulces, aperitivos salados, bebidas azucaradas y bebidas con alcohol, debido a las horas que permanecíamos en casa. Pero, al notar que el confinamiento sería por varios meses más y este tipo de alimentación provocó la subida de peso, se comenzó a consumir más frutas, verduras, legumbres y pescados.
De los restaurantes y cines, a la casa
Hasta marzo 2020 estábamos acostumbrados al contacto con los demás, a salir por un café, por una cerveza o a comer; a ir al cine, a un bar o a reunirnos en la casa de nuestros amigos. Sin embargo, con la pandemia nuestra forma de socialización y entretenimiento se transformó.
Los viernes por la noche ya no se decidía a qué restaurante iríamos, sino qué película o concierto en alguna plataforma de streaming veríamos. La capacidad de decisión varió y quedó limitada al control remoto de la televisión, a la consola de Nintendo, a la computadora o al celular.
El mundo del entretenimiento ha sido uno de los más afectados por la pandemia. Los lugares artísticos como teatros, cines, museos y galerías de arte, entre otros, fueron los primeros en cerrar y han sido los últimos en abrir. En las primeras semanas del confinamiento en redes sociales se creó el hashtag “Quédate en Casa”, en el que varios artistas apoyaron y realizaron conciertos, clubes de lectura, exposiciones de arte y obras de teatro en línea, para invitar a las personas a permanecer en su hogar. Esto aumentó el uso del internet y las diferentes redes sociales.
De la escuela a las clases en línea
El 14 de marzo, cuando se declaró el cierre de los establecimientos educativos públicos y privados comenzó una nueva etapa del ciclo escolar. Se hizo una pausa a las clases impartidas en los salones y se comenzó con el aprendizaje en casa, por medio de distintas plataformas en línea y ayuda de los padres de familia.
Fue un cambio rotundo para todos, los estudiantes tuvieron que acostumbrarse a estar en casa todo el día. Levantarse, desayunar y conectarse para ver a sus compañeros de clase y maestros por medio de una computadora. Los maestros tuvieron que adecuar su plan de estudios para poder dar las materias en línea y recibir las tareas, ya sea por correo electrónico o cuando fuera alguna junta con padres de familia. Mientras que los padres y madres tomaron un rol de maestros y ayudaron a sus hijos a sacar adelante el ciclo escolar.
La investigación Covid-19 la respuesta educativa en Guatemala, de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG) detalla que solo uno de cada cuatro maestros estaba preparado para afrontar el cambio a una metodología en línea. Parte de esta falta de preparación influyó a que en los primeros meses, estudiantes y padres de familia se quejaran del exceso de trabajo y falta de acompañamiento por parte de los docentes.
Ansiedad y estrés, los eternos compañeros
La salud mental es un tema al que antes de pandemia no se le prestaba mucha atención. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud Mental 2009, uno de cada cuatro guatemaltecos mayores de 18 años ha sufrido al menos un trastorno mental en su vida, y en general solamente el 2.3% de la población ha consultado a algún profesional en salud por algún problema relacionado con esos trastornos
La pandemia generó mucho temor y ansiedad en la mayoría de las personas, debido al cambio de vida que se tuvo de forma repentina. Circunstancias como el confinamiento prolongado, el miedo a infectarse, la frustración, aburrimiento, falta de alimentos, consulta de información inadecuada, pérdidas económicas, entre otras, afectaron el estado de ánimo y generaron depresión, ansiedad, consumo de alcohol o nicotina en exceso y casos de violencia intrafamiliar. Sin embargo, la atención de salud mental fue suspendida como parte de las medidas que impuso el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social para evitar la propagación del virus.
En los primeros meses de confinamiento era común sentir enojo, tristeza, frustración y ansiedad, sobre todo los jóvenes y adolescentes que no se adecuaban a este nuevo estilo de vida.