“Mamá, me estoy muriendo”, escribió.
La policía ha mantenido “conversaciones muy personales con los miembros de las familias [de las víctimas] sobre los últimos momentos durante los que hablaron con sus hijos o amigos”, explicó de su lado el sargento Ray Kelly, portavoz del sheriff.
“Estas cosas posiblemente se quedarán en nosotros el resto de nuestra vida”, señaló. “Estos chicos enviaron mensajes a sus padres diciéndoles que les querían y que iban a morir”.
Las autoridades creen que muchas de las víctimas, la mayoría entre 20 y 35 años, no pudieron escapar de las llamas por culpa de los barrotes instalados en las ventanas del depósito, donde un grupo de artistas había organizado una fiesta.
El fuego, cuyo origen todavía no ha podido establecerse, se propagó con mucha rapidez por el edificio, en el que se encontraban entre 50 y 100 personas.
Los bomberos lograron sacar el 90% de los escombros el martes, por lo que las autoridades no esperan encontrar más víctimas mortales.
El administrador del depósito, Derick Ion Almena, lamentó el martes lo sucedido, pero negó tener cualquier responsabilidad en la tragedia.
El hombre contó que normalmente dormía en el edificio con sus tres hijos, pero esa noche se fue a un hotel para evitar el ruido de la fiesta.
El inmueble estaba destinado a quienes “no pueden pagar un alquiler porque su sueño es más grande que su billetera”, argumentó Almena, quien indicó que había “firmado un contrato por un edificio que supuestamente respondía a los criterios municipales”.
“Fue parte de un sueño, de la idea de que un lugar pudiera acoger a todo el mundo, desde jóvenes en riesgo y integrantes de la comunidad gay a artistas que no tenían donde desempeñar su arte, las artes alternativas”, afirmó.
Desde el sábado las autoridades municipales habían indicado que el lugar estaba repleto de instrumentos musicales, lámparas antiguas y otros objetos que aparentemente no se ajustaban a las normas.
Hasta ahora, fueron identificadas 35 de los 36 muertos en el incendio, entre ellos una joven de 17 años. Entre los fallecidos hay algún ciudadano de Europa y Asia y uno de Guatemala.