La carta del Sumo Pontífice menciona lo que Francisco suele denunciar como una “tercera guerra mundial en fases” , hablando de “las guerras y los atentados terroristas, con sus trágicas consecuencias, los secuestros de personas, las persecuciones por motivos étnicos o religiosos”, que marcaron el 2015.
Pero sobre todo denuncia una indiferencia que “ha superado decididamente el ámbito individual para asumir una dimensión global”.
Al final del texto, el papa argentino hace un triple llamamiento a los dirigentes políticos.
Para empezar, deben evitar “arrastrar a otros pueblos a conflictos o guerras que destruyen no sólo las riquezas materiales, culturales y sociales, sino también -y por mucho tiempo- la integridad moral y espiritual”.
Seguidamente, deben trabajar “para abolir o gestionar de manera sostenible la deuda internacional de los Estados más pobres”.
Y por último, “adoptar políticas de cooperación (…) respetuosas de los valores de las poblaciones locales y que, en cualquier caso, no perjudiquen el derecho fundamental e inalienable de los niños por nacer”.
El mensaje denuncia largamente “una cierta saturación [de información] que anestesia y, en cierta medida, relativiza la gravedad de los problemas”.
“Hay quien está bien informado, escucha la radio, lee los periódicos o ve programas de televisión, pero lo hace de manera frívola, casi por mera costumbre: estas personas conocen vagamente los dramas que afligen a la humanidad pero no se sienten comprometidas, no viven la compasión” , escribe Francisco en su mensaje.