Otro residente indicó que de miércoles a viernes se ve la presencia de jóvenes que portan mochilas en las que guardan el suéter del uniforme, y pasan a ingerir licor en una cantina que se ubica a tres cuadras de la Escuela de Ciencias Comerciales de Occidente, de donde ya fue expulsado un estudiante el año pasado por llegar ebrio.
“Yo he visto cómo los jóvenes se retan entre sí para tomar una cerveza. Algunos se la toman y se van, pero otros se quedan toda la tarde y salen abrazados”, añadió Barreno.
Desde hace dos años, Rosario Aceituno dejó de alquilar cuartos en su residencia, en las cercanías del Instituto Normal para Varones de Occidente, ya que a un cliente suyo —de apenas 15 años— lo fueron a dejar ebrio unos sus amigos y luego los papás la demandaron, porque creyeron que en ese lugar le daban licor.
No acatan norma
Eunice Ramírez, de la Organización GOJoven en Quetzaltenango, resaltó que el mayor inconveniente es que los comerciantes de licor no acatan la normativa de no venderle a menores de edad, y eso ocurre por la carencia de control por parte de las autoridades.
Luis Galicia, asesor jurídico de la Dirección Departamental de Educación de Quetzaltenango, hizo referencia sobre dos casos de jóvenes que llegaron ebrios y con halitosis alcohólica a estudiar, y otro más de unas adolescentes a las que les hallaron marihuana.
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