La religión como estrategia e imán electoral

En la campaña electoral de 2019 varios candidatos incluyen en su oferta electoral el apoyo a la familia tradicional, la condena al aborto y el rechazo a los matrimonios entre personas del mismo sexo pero ¿cuánta influencia tiene la religión en los votantes?

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Los políticos en la región han incluido en sus discursos mensajes sobre la integración familiar y han puesto en la discusión pública temas como el aborto.
Los políticos en la región han incluido en sus discursos mensajes sobre la integración familiar y han puesto en la discusión pública temas como el aborto.

En los últimos cuatro años temas como el matrimonio entre personas del mismo sexo, el aborto y la familia tradicional han destacado en los discursos políticos.  Algunos estudiosos de la religión y la política coinciden en que mezclar valores religiosos con la política partidista podría ser solo una estrategia de los estadistas para desviar la atención de otros problemas más complejos como la pobreza, la desigualdad y la corrupción.

En la campaña electoral de 2019, por ejemplo, varios candidatos incluyen en su oferta electoral el apoyo a la familia tradicional, la condena al aborto y el rechazo a los matrimonios entre personas del mismo sexo, además, citan a Dios en sus mensajes masivos, creando un vínculo expreso entre la política y la religión, aunque constitucionalmente Guatemala es un Estado laico.

Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, dicta una máxima del cristianismo atribuida por el apóstol San Mateo a Jesús sobre la separación de Estado e Iglesia.  Más de 2 mil años después del origen de esa frase, se entiende que la religión y la política no están solo yuxtapuestas.  Ambas quieren incidir en ámbitos en los que están limitados por concepto, pero que comparten por intereses, al menos, así lo han demostrado a través de la historia universal.

En menos de un siglo Guatemala ha atravesado un cambio religioso profundo y en los últimos 50 años la religión evangélica creció hasta llegar a partes casi iguales con el catolicismo, que desde la época de la colonia había sido la religión predominante.

A diferencia de la Iglesia Católica, que tiene una jerarquía definida, el protestantismo tiene diversas denominaciones y distintos discursos teológicos, aunque sí se identifican con un conjunto de valores frente a la sociedad.

¿Valores o engaño?

“La estrategia de algunos candidatos ha sido posicionarse en torno a estos valores que comparten algunas denominaciones protestantes, incluso católicos, para tratar de fijarlas como los temas centrales de campaña”, explica Ricardo Saenz de Tejada, un antropólogo y catedrático de la Escuela de Historia en la Universidad de San Carlos (Usac).

Para el académico, el que los políticos desvíen del debate la problemática de fondo del Estado y la sustituyan por valores religiosos es de manera consciente, generando una discusión artificial para influir en el conjunto de ciudadanos que comparten estos valores.

“Son personas corruptas que han dejado de lado la lucha por la igualdad, que han cometido delitos y adscribiéndose a presuntos valores, pretenden engañar a sus electores y por el otro lado, no están respondiendo a las preocupaciones cotidianas”, agrega Saenz de Tejada.

El presidente de la Alianza Evangélica de Guatemala, Juan Manuel Medina, lo tiene claro: los problemas del país en los que deben enfocarse los políticos son la pobreza, desnutrición, inseguridad, desempleo, polarización, desgobierno, corrupción y una mejoría de la educación pública, entre otros.

“He visto de todo en los políticos para ganar elecciones; y cada vez parece que todo se exacerba más. Pero preferimos personas que trabajen en equipo, que tengan experiencia, que sean probos, que guarden principios y valores ético-morales-familiares, que sepan qué irán  a realizar al llegar (…) la fe se demuestra en la vida, en hechos, en acciones reales y no en palabras”, dice Medina, quien deja claro que como Alianza Evangélica de Guatemala no apoyan a ningún candidato ni sostienen conversaciones con ningún político, aunque sí los atienden cuando ellos lo requieren y hay otros grupos evangélicos que sí apoyan y dan acompañamiento a políticos pero no están afiliados a la Alianza.

De la iglesia a la burocracia

Desde 1949 comenzó una expansión de las iglesias pentecostales y neopentecostales.  Estas últimas son las que más se han expandido en la región y han dado lugar a personajes políticos que, incluso, han llegado a gobernar el país.

Por ejemplo, el gobierno de facto de Efraín Ríos Montt, un general que era miembro activo de la iglesia Verbo y que entre 1982 y 1983, durante su mandato, transmitió mensajes cargados de doctrinas religiosas a través de la televisión abierta.

En la nueva era democracia de Guatemala llegó al poder un integrante de la iglesia El Shaddai en 1990: Jorge Serrano Elías, quien ya había sido funcionario del gobierno de Ríos Montt y ya en la presidencia intentó dar un Golpe de Estado; ante el fracaso huyó hacia Panamá, donde reside en la actualidad.

Otros líderes evangélicos que han incursionado en la política son Harold Caballeros, de la iglesia El Shaddai, que buscó la presidencia y al no conseguirlo fue funcionario del gobierno de Otto Pérez Molina. También se puede mencionar al actual presidente, Jimmy Morales Cabrera, que se ha reconocido como cristiano evangélico y a su familia como fundadora de la Iglesia Bautista Getsemaní.

Pareciera que los políticos han encontrado una ventana de oportunidad y, de tal cuenta, en la actual campaña varias organizaciones partidarias conservadoras han incluido como punto medular de su discurso los valores de la doctrina cristiana evangélica, entre estos la familia, el matrimonio y el rechazo al homosexualismo y al aborto.

El presidente de la Alianza Evangélica insiste en que “centrar una campaña política exclusivamente en temas de interés de la Iglesia Evangélica sería minimizar la realidad de manifestar verdaderos cambios y por supuesto alternativas reales de solución para los flagelos más relevantes que vulneran a nuestra sociedad en todas sus regiones”.

El auge protestante

El crecimiento de la Iglesia Evangélica en el país podría atribuirse al período del conflicto armado, donde la población campesina sentía que era más seguro convertirse en evangélico para pasar desapercibido y no ser eliminado por el Ejército por apoyar a la guerrilla, sugiere David Stoll, autor estadounidense en su libro Between Two Armies in the Ixil Towns of Guatemala – Entre dos ejércitos en los pueblos Ixil de Guatemala- (1993).

La doctora en Antropología e investigadora del Instituto de Estudios Interétnicos de la Universidad de San Carlos, Claudia Dary Fuentes, sostiene en el capítulo Guatemala: Entre la Biblia y la Constitución, del libro Evangélicos y Poder en América Latina, que la organización de las iglesias era muy flexible y permitía más participación por parte de los feligreses y estas organizaciones evangélicas se mostraron más efectivas en combatir el alcoholismo, un mal muy extendido en el país.

Para el 2006, según el Pew Forum on Religion and Public Life, estimó que un 34% de la población guatemalteca era protestante, de la cual el 58% se identificaba como pentecostal. Sin embargo, la encuesta del Proyecto de Opinión Pública para América Latina fijó para el 2014 que en Guatemala la población de católicos era del 48.4% y el de cristianos no católicos del 42%.

Los vínculos entre la política y los protestantes

“Me siento orgulloso de llevar en mi pecho la bandera y el escudo de Guatemala, pero me siento más orgulloso, todavía, de llevar al señor Jesús, no solo en mi pecho, sino en mi corazón”, decía Otto Pérez Molina, recién electo, en un servicio religioso de la Mega-Fráter.

Desde la toma de posesión de Óscar Berger hasta la de Jimmy Morales, los cuatro mandatarios han participado de ceremonias evangélicas luego de su investidura como presidentes, como una manifestación del poder que la Iglesia Evangélica ya ganado durante los últimos años.

El actual presidente, Jimmy Morales, dirige discursos fundamentados en Dios, la Biblia, la familia y el apoyo a Israel con la decisión diplomática de trasladar la embajada de Guatemala a Jerusalén le han valido el beneplácito de la comunidad evangélica.

Dary Fuentes resalta que “esta necesidad de beneplácito religioso, o bien del respaldo de los evangélicos a los políticos, no se hubiera dado de no ser porque reconocen -los políticos- que entre los votantes existe un buen número de evangélicos”.

Saenz de Tejada agrega, además, que el fracaso de las élites políticas en América Latina, de igual manera izquierda y derecha, también motivó a los políticos a cambiar estrategias y optar por discursos conservadores y radicales, con algún efecto positivo.

Pero no solo políticos se han decantado por la religión. También hay casos a la inversa, como el del líder indígena evangélico Vitalino Similox, que en 1999 compitió por la vicepresidencia junto a Álvaro Colom por el partido Alianza Nueva Nación.

Hizo lo suyo también Francisco Bianchi, otro líder religioso que aspiro a la presidencia por el partido Acción Reconciliadora Democrática (ARDE), un partido que, aunque no se definía como evangélico sí reconocía sus principios bíblicos.

Similox, 20 años después de su aspiración política y concentrado en su liderazgo religioso, ve la política como algo que no se debe mezclar con la religión y condena que los actuales discursos políticos utilicen los valores cristianos como herramienta.

“Debemos respetar la vida espiritual y particular de las personas. Ningún candidato debería utilizar la religión para presentarse (…) cuando fui candidato, por mucho que fuera pastor cristiano: no”, dice Similox, que insiste en que es el testimonio el que demuestre los valores de los políticos y no porque hable de Dios.

Agrega: “No creer que, porque son evangélicos, o mujeres o indígenas, automáticamente se va a votar. El objetivo de usar el discurso religioso en la política es captar más votos, afortunadamente eso no es así”.

Para conocer cuáles son las consecuencias de mezclar la religión con la política, según Saenz de Tejada, basta con ver países más desarrollados que ya han atravesado por este fenómeno y se comprueba que hubo una baja de creyentes, tanto en el mundo protestante como en el católico, aunque por distintas causas. En el caso de la Iglesia Católica, los temas de abusos de menores y en la Iglesia Evangélica y teologías como la de la prosperidad y la depredación han tenido efectos negativos en el crecimiento de la feligresía. En otras palabras: “lo religioso tiende a tener menos importancia”.

¿Influyen en el voto?

El que un pastor le diga a su iglesia por quién votar y los feligreses, sin cuestionarse, lo hagan, parece un mito, por ahora.

Escuchar todas las propuestas de los candidatos y hacer un balance crítico de sus proyectos, antes de decidir a quién se dará el voto, es el llamado de la misma Alianza Evangélica de Guatemala a sus iglesias aliadas.

“En especial los cristianos evangélicos debemos estar conscientes que no se está jugando solamente la presidencia, las diputaciones y las alcaldías; se trata de elegir autoridades que moral-ética y profesionalmente sean los más adecuados para dirigir y reencausar al país”, señala el presidente de la Alianza.

Saenz de Tejada también insiste que no existe el endoso del voto y está demostrado, pero “sí existen redes dentro de las denominaciones protestantes que tienen mucha capacidad para llegar a sus feligreses con información política”, lo que se convierte en un canal efectivo para hacer llegar mensajes con un interés específico desde un círculo cercano a las personas, y por lo tanto, mayor credibilidad aunque no necesariamente sean fuentes de información confiables.