La cifra contrasta con apenas el 9 por ciento de encuestados que considera que la situación general del país ha mejorado, mientras que un 17 por ciento expuso que está igual.
Estos números conducen hacia, inevitablemente, a un índice de optimismo negativo que, aunque ha venido en descenso desde el 2013, se desplomó de -2 en el 2015 hasta -10 en la medición actual.
La encuesta consultó a los guatemaltecos cómo creían que estarían las cosas dentro de un año, el 35 por ciento consideró que mejor, mientras el 45 por ciento afirmó que peor y el 20 por ciento igual. El índice de -10 se obtiene con una simple operación matemática, al restar al 35 por ciento de positivos el 45 por ciento de negativos.
También preocupa el hecho de que en todas las variables los resultados expresan negativismo.
De esa forma, el índice es de -25, según respondieron los capitalinos; -4 en las ciudades intermedias de la provincia y de -12 en el área rural. La población de las primeras es la más expuesta a noticias y medios de comunicación, aunque la que habita en las comunidades rurales padece más por las condiciones socioeconómicas.
En cuanto a las edades, los guatemaltecos mayores de 35 años son los más negativos, puesto que muestran un índice de positivismo de -16 contra un -3 del grupo etario entre 25 y 34 años.
Además, los ciudadanos de un nivel socioeconómico alto (BC1) cuentan con el índice más bajo de positivismo (-13).
Causas
Ese sentimiento de desilusión o decepción podría explicar las actitudes que han adoptado los guatemaltecos en los últimos tres años, que pasaron, por ejemplo, de multitudinarias protestas en contra de la corrupción en el 2015, a un casi silencio de los últimos meses, pese a que se han producido eventos cruciales en el país, sobre todo relacionados a la lucha contra la corrupción, principal motivación de las movilizaciones en aquel año.
Según Marco Antonio Garavito, director de la Liga de la Higiene Mental, la población es pesimista porque la situación del país “se ha deteriorado terriblemente” y eso da pie a que no se vislumbre un futuro prometedor.
Ese negativismo ha obligado a miles de guatemaltecos a migrar hacia Estados Unidos, que “huyen de un país que no funciona y no les ofrece oportunidades”, comentó Garavito, y es el Estado el que debe dar respuestas positivas a esta problemática, aunque reconoce que el cambio en la actitud de los guatemaltecos no sería inmediato.
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