Guatemala tiene dos opciones para la próxima presidencia, Sandra Torres o Alejandro Giammattei. Si bien los análisis sobre la situación del país no son alentadores, tampoco es prudente tirar la toalla y resignarse a que todo va a ir empeorando. Ciertamente, los sectores privados no se han resignado al pesimismo con respecto al futuro cercano. La percepción es que habrá apertura con cualquier gobierno que queda después de las elecciones. Eso es distinto a lo que se presentía hace tan solo un año.
Conviene un poco de perspectiva. El sector privado percibe que ha logrado escapar —por el momento— de la peor amenaza, representada por la candidatura antisistémica de Thelma Cabrera, del partido Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP). Con su discurso de rechazo al sistema político y modelo económico actual, Cabrera logró dos cosas importantes: en primer lugar, metió miedo entre el empresariado, haciendo visibles las amenazas que para muchos todavía eran latentes y no tomadas en serio. Se podría perder el sistema capitalista, tal como se tiene en Guatemala. En segundo lugar, Cabrera hizo ver a muchos que había cierto valor pragmático en poder contar con un partido de izquierda partícipe del sistema; en este caso la UNE. Con respecto al partido Vamos, siendo de derecha, se da por sentado que su gobierno sería afín a los intereses de los sectores privados.
Con el surgimiento del partido MLP y su impresionante desempeño en las urnas, se validó la estrategia política de acercamiento con los sectores privados que viene haciendo la UNE desde algún tiempo atrás. Este sentimiento de alivio de haberse escapado de “lo peor” solo puede ser temporal, dado que los problemas sociales que dieron auge a su candidatura persistirán, por lo menos en el mediano plazo. No obstante, el optimismo cauteloso es cada vez más palpable entre los empresarios.
Los datos cualitativos si bien no reflejan perspectivas demasiado optimistas hacia el futuro, se mantienen. En junio de 2019 el índice de confianza económica que elabora mensualmente el Banco de Guatemala situaba la confianza en un 37.52 —más cercano a cien es mejor—, lo cual seguramente es una mala nota. Sin embargo, el año pasado, en junio de 2018, era de 31.25; y en octubre de 2017 había caído a 20.84. Esto indica que las expectativas económicas se podrán ir recuperando poco a poco, de cara al nuevo gobierno, quede quien quede en las urnas. Muchos en los sectores privados sienten que la apertura con los dos partidos en contienda, Vamos y la UNE, dependerá particularmente de sus candidatos para la Vicepresidencia, Guillermo Castillo y Carlos Raúl Morales, respectivamente.
Hay otros factores que podrían estar incidiendo en las expectativas. No se puede negar que muchos sienten alivio por la supuestamente inminente salida de la Cicig. Es importante considerar que la percepción empresarial no se limita únicamente a los grandes empresarios. Estos son y han sido referentes para gran parte de los sectores privados, incluyendo a medianos y pequeños empresarios también. Si la percepción de muchos era que la Cicig perseguía a los empresarios como si fueran narcotraficantes responsables de financiamiento ilícito, es lógico deducir que su aparente salida del país les ha de ocasionar optimismo en el futuro a corto plazo.