“Me divierto. Viajo por el mundo, juego en un campo de golf diferente casi todos los días. Está siendo un retiro bastante bueno”, afirmaba el deportista más laureado de la historia, con 22 medallas olímpicas, 18 de ellas de oro.
“Muchos grandes deportistas volvieron tras retirarse. Simplemente, yo no me veo haciéndolo”, decía Phelps.
Muchos le creían, pero no todos. “De alguna manera lo sabíamos todos: su regreso era solo cuestión de tiempo”, decía su compañero en el equipo estadounidense, Ryan Lochte; y tenía razón. Del nunca, nunca, nunca, Phelps pasó al “nadie sabe lo que puede pasar en el futuro”. Y de ahí, pese a la discreción, a someterse a los controles antidopaje para el regreso a la competición y al entrenamiento cada vez más serio.
Otra vez en la piscina a primera hora de la mañana. Otra vez esas largas tandas en el agua contra el reloj y contra uno mismo pensando en la respiración, en nada más. Otra vez a cuidar la alimentación, a perfilar los músculos, a recordar la técnica perfecta.
El Tiburón volvió al agua, su ecosistema, tras meses de actividades solidarias, de patrocinio y de frustraciones con el golf. Para un niño que sufrió trastorno de hiperactividad, pocas cosas debían ser más insoportables que estar jubilado a los 27 años.
“En el último año o dos, quizás, ha tratado de encontrarse a sí mismo. Lo que sabe hacer realmente bien es nadar”, aseguró el exnadador Mark Spitz, al que Phelps arrebató en Pekín 2008 el récord de medallas de oro en unos Juegos.
De campeón a principiante. Difícil de asimilar. Phelps volvió a la piscina, primero, para mantener la forma física y luego para preparar el retorno a la competición en Mesa, Arizona, a partir de abril. Sin presión, para disfrutar y ver hasta dónde puede llegar.
“Solo queremos divertirnos y ver cómo va”, expuso su entrenador, Bob Bowman, aclarando que de momento Phelps está muy lejos de ser el que fue.
“¿Será octavo, segundo, decimosexto? Seguro que no hará el ridículo y creo que será competitivo”, afirmó.
Nadie duda de que no solo volverá por diversión. “No regresaría a menos que crea que tendrá éxito”, afirmó Spitz.
Phelps cumple 29 años en junio. La edad no parece ser un problema, como tampoco el poco más de año y medio alejado del agua. “Es muy joven y ha habido muchos —nadadores— a un muy alto nivel en las pruebas de velocidad cuando estaban cerca de los 30 años. Tendrá 31 en Río —2016—”, agregó Spitz.
Phelps sabrá pronto su nivel. Más allá de los resultados en su primera competición, lleva ya meses trabajando en el centro de entrenamiento habitual de Baltimore, junto a Bowman.
El estadounidense tendrá en Agnel una referencia clara para saber dónde está, para saber cuál es el nivel tras año y medio.
Se acabó la jubilación prematura voluntaria. “Nosotros, el público, rejuvenecemos”, comentó Spitz. Phelps también: vuelve a ser un joven activo.