En total fueron cinco medallas en el Ciclo Olímpico, junto a otras dos en eventos de categoría mun dial y un cuarto puesto en los Juegos Olímpicos, Atenas 2004. Así se resume la historia de Juárez en un deporte donde se convirtió en leyenda.
Sin embargo, las lesio nes le pusieron punto y fi nal a su carrera. En el 2007 se rompió los ligamentos de la rodilla derecha en un clasificatorio rumbo a los Olímpicos de Pekín 2008 que se disputó en Ingla terra, lo cual empezó a marcar el prematuro adiós del deporte.
Ya son seis años lejos de la alta competencia, pero la exatleta aún inyecta a su vida la energía del tae kuondo. Tiene a su cargo el desarrollo de este deporte a escala militar, que alterna con las enseñanzas a niños, a quienes le comparte sus experiencias y alegrías.
Heidy aceptó compartir con Tododeportes cada uno de los buenos y malos momentos de una vida en el deporte. El punto de reunión fue en el Centro Cultural de España, en la zona 1, en el antiguo cine Lux, que al final fue el lugar que la llevó a retroceder en el tiempo y despertar los re cuerdos de su carrera de portiva.
De sus inicios
“Tuve una niñez bonita, crecí alrededor de muchos primos de mi misma edad y me gustaba mucho fre cuentar a mi abuela. Siem pre hubo competencia en tre nosotros, me gustaba ganar, pero creo que lo del deporte lo heredé por mi padre, Élmer Amílcar Juá rez, pues él hizo ciclismo y gimnasia”, expresa.
La vida de la pequeña Heidy, en ese entonces de años, dio un giro cuando su padre decidió radicar en Mé xico. En ese momento no en tendía por qué lo hacía, por lo que tuvo que adaptarse a su nuevo entorno y aprender a vivir lejos de la tierra que la había visto nacer.
El primer deporte que le apasionó a su corta edad no fue el taekuondo, sino el baloncesto. En la escuela donde estudió en México era la capitana del equipo por su buen juego, además sobresalía por su estatura y carisma en la cancha.
“Recuerdo que mi madre —María del Carmen— se ha bía ido de viaje a Estados Uni dos y en las tardes iba a jugar baloncesto a un Centro De portivo, que en México hay muchos, observé cómo llega ban los niños vestidos de blan co, me dio curiosidad y veía los entrenamientos, fue allí donde descubrí que me gus taba el deporte”, recuerda.
Quince días después Heidy pisó por primera vez una due la, le gustó tanto que hacía cuatro horas seguidas de en trenamiento. En su formación siempre fue determinante su primer maestro, el señor Adol fo Rodríguez, quien se con virtió en el guía y motivador, pues le inculcó siempre buscar la excelencia deportiva.
“No he vuelto a saber nada del profesor Adolfo. Lo he buscado por todos lados y nada. Recuerdo que él fue quien por primera vez me dijo que iría a unos Juegos Olím picos, confiaba mucho en mi potencial”, asegura.
El regreso a casa
Fueron 10 años de residir en México. Su formación co mo atleta se había encami nado, era tiempo de volver a casa, pero las cosas no serían tan fáciles. “Había logrado un gran nivel, vine a Guatemala con cinta negra y mi intención fue siempre continuar los en trenamientos. Me sorprendí que cuando empecé a buscar la Federación, nadie sabía na da de taekuondo”.
“Para mí fue una gran sor presa, el mundo estaba cre ciendo con el taekuondo y acá no encontraba ni siquiera dónde estaba la Federación. Así que no entrené por varios meses. Ingresé a la Federa ción de clavados, pero no fue lo mío. Estaba decepcionada, hasta que una mañana mi pa dre encontró la sede de mi deporte”, agrega.
Antes de eso, Juárez, quien siempre ha sido una persona muy activa, buscó su destino deportivo en el baloncesto y se entrenó por varios días con un equipo en la duela del gimnasio Teodoro Palacios Flores.
“Me gustaba como deporte recreativo, pero cuando vi el entrenamiento no me agradó, en especial porque la actua ción depende de otros. Estuve dos semanas y mejor me re tiré”, resalta.
Eran los inicios de 1994, el entrenador español Ángel Alonso tenía pocos días de haber tomado la Selección Nacional, donde destacaban atletas como Gregorio de León, Saúl Lorenti, Maco Prado, Fernando Luna y Mario Bonilla. El equipo se prepa raba para asistir a los Juegos Panamericanos de Mar de Plata, Argentina 1995.
“Me presenté con mis di plomas y cinta negra. Les dije que quería entrenar y empecé a llegar todas las tardes como una atleta normal. Mi fin no era integrar la Selección Nacional, sino simplemente seguir activa tras ocho meses fuera”.
La vida dio vuelta para Heidy cuando un día hacía combate y entró Ángel Alon so, la observó y le dijo: “Haber tú, mañana acá a primera hora”. Fue la primera vez que el entrenador español se dirigía a la atleta, en ese entonces de 17 años, sin saber que años después se convertiría en la principal carta de Guatemala a escala mundial.
En el alto nivel
“Se llegó ese primer día con la Selección y me aga rraron como que era punching bag. Los que más duro me daban era Goyo y Saúl, en realidad todos porque eran más grandes que yo. Cuando regresé a casa le dije a mi padre que ya no quería seguir, me dolía todo”, recuerda mientras ríe.
El cambio de entrenar por diversión a alto nivel fue muy fuerte para la guatemalteca, quien recibió mucho apoyo de su papá para seguir adelante. Juárez se mantuvo de pie y firme en las prácticas, aunque cada día eran más fuertes y llegó a pensar en retirarse.
El entrenador español Alonso, quien dejó la Selección este año, recuerda que siempre vio en Heidy mucha actitud y una genética impresionante para el taekuondo y eso pesó para llevarla a la Selección, y pocos meses después la tomó en cuenta para un campamen to de entrenamiento en una base militar en Corea.
“La filosofía de ese enton ces era que el que aguantara se quedaba, yo me quejaba en la casa, pero en la Federación con nadie, yo me le ponía a cualquiera”, señala Juárez.
Su primer gran evento fue ron los Juegos Panamericanos de Mar de Plata, Argentina 1995, pero unos meses atrás compitió en un evento internacional en Cuba, sin darse cuenta que ya era parte de las ligas mayores y que empezaba a escribir la historia del de porte guatemalteco.
“Poco a poco fui demos trando las ganas que tenía de triunfar. En Mar de Plata gané dos combates y luego me tocó que enfrentar a la argentina, con quien perdí en muerte súbita por el bronce luego de quedar empatada 3-3, al final terminé de quinta”, agrega.
Satisfacciones
El destello que puso a Hei dy en el mapa del taekuondo fue la medalla de bronce en el Campeonato Mundial de Fi lipinas en 1995, tan solo 10 meses después de haber ido a tocar las puertas a la Fede ración Nacional.
El mundo y Guatemala em pezó a interesarse en la del gada y morena atleta que se estrenaba por la puerta gran de en la categoría de 67 ki logramos. “Siempre tuve el apoyo de dirigentes como do ña María Bolero, presidenta de la Federación, y de mi en trenador, Ángel Alonso, que siempre estuvieron al pen diente de mí”, indica.
“Lo sucedido en Filipinas fue mi arranque en el alto nivel, después quedé campeo na en los Juegos Centroame ricanos de Maracaibo, Vene zuela 1998 y en el 1999 lle garon los Panamericanos de Winnipeg”, señala.
“Siempre fui una atleta que pensaba bien sus combates, trataba de hacer caer en mis juegos al rival y lograba pun tos muy bonitos, así fue como logré coronarme en Canadá donde le gané la final a la canadiense”, relata la ahora entrenadora, quien está por finalizar su carrera de licen ciatura en Deportes.
Recuerda que antes de lle gar a la final de Winnipeg había mucha expectativa, in cluso recibió la llamada del presidente de la República Álvaro Arzú. “La prensa, mi fa milia y los demás atletas era una gran presión que también me motivaba”, expone.
La exatleta aprendió a ais larse de todos los factores externos previo a un com bate, se ponía los audífonos para escuchar música en busca de poner la mente en blanco y repetía una y otra vez las estrategias estudia das previamente junto a su entrenador.
“Esa final en Winnipeg fue muy pareja. La canadiense metía un punto y yo le res pondía. Al final logré ganar el combate. Fue un momento muy especial, después me en teré que era la primera me dalla de oro de una mujer a ese nivel”, explica.
En ese entonces era la quinta medalla de oro en la historia de Guatemala en un Panamericano y se unió a las conseguidas por Doroteo Guamuch Flores, en el ma ratón de los Juegos de México en 1955; el tirador Víctor Manuel Castellanos, en Cali, Colombia 1971, y los dos de Attila Solti, en blancos en movi miento, uno de Mar de Plata 1995 y Winnipeg 1999.
Camino a Atenas
El primero y único ciclo olímpico que completó Juárez fue el que la llevó a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. El camino hacia la histórica sede de las justas fue lleno de sa tisfacciones.
Empezó con oro en los Centroamericanos 2001, lue go dominó los Centroameri canos y del Caribe de El Sal vador 2002 y los Panameri canos de San Domingo, Re pública Dominicana 2003.
En esa época Heidy lo tenía todo: experiencia, madurez y mucho apoyo, lo cual la man tuvo entre las mejores de América y del Mundo, pues en el 2002 se colgó el bronce en la Copa del Mundo de Vietnam.
“Son tantas medallas, nunca las he contado, gané muchos abiertos durante mi carrera. Espero algún día tenerlas en las paredes de mi gimnasio, tener un lugar especial para que la gente y mis alumnos las vean como una motivación y de prueba que se pueden lo grar las cosas”, dice.
Llegó a Atenas y era el momento esperado del de porte guatemalteco. El tae kuondo asistió con tres atle tas: Euda Carías, Gabriel Sagastume y Heidy Juárez. Se soñaba con la primera me dalla y el equipo nacional es tuvo cerca de conseguirlo.
“Siempre voy a tener bue nos recuerdos de los Juegos Olímpicos de Atenas. Como atletas, todos soñamos en el día de la competencia y con ganar la medalla y en esa ocasión estuve tan cerca”, explica.
“Si me hubiera tocado competir en esta época, se guro Guatemala hubiera ce lebrado la primera medalla en esos Juegos, pero tristemente no fue así. La vida me hizo madurar y reconocer que las cosas han evolucionado y que viví otra época”, afirma.
Juárez terminó en el cuarto puesto en la categoría de 67 kilogramos y se esforzó por buscar su revancha y estar presente en los justas olím picas de Pekín, China 2008, pero las lesiones vetaron la posibilidad de hacer realidad el sueño.
Dice adiós
La guatemalteca tenía 30 años en el 2007, buscaba el boleto a Pekín, China, en el clasificatorio Mundial que se celebró en Mánchester, Ingla terra, pero una ruptura de li gamento cruzado posterior de la pierna derecha la apartó de por vida del deporte de sus amores.
¿Cómo fue la lesión? Heidy comparte ese momento tan difícil de su vida: “Esa vez iba bien, había ganado tres com bates y el cuarto por el pase contra Ucrania estaba arriba y en un choque de rodillas me rompí el ligamento”.
“Cuando fue el impacto sentí un dolor que me re corrió todo el cuerpo y cuan do puse el pie en el suelo la rodilla se me movió. Detu vieron el combate y yo le dije a mi entrenador Ángel que no era nada”, expone.
“Seguí en la pelea y en un cambio de reacción lancé una patada y mi pierna rebotó sin fuerza. No sabía lo que tenía, pensé que era algo sencillo. Yo insistía en que no me pasaba nada, pero Ángel se dio cuenta de la gravedad y tiró la toalla para retirarnos”, indica.
“Me dolió y lloré mucho por no haber clasificado a Pekín. Después de Atenas me di cuenta que estaba al nivel de las demás atletas y ese recuerdo era doloroso. Le vantarme de todo eso fue al go largo y triste para mí”, afirma.
Finalmente, la ahora en trenadora se sometió a una operación con el deseo de volver al alto nivel, su re cuperación fue lenta con más de un año fuera del tatami.
Empezó a entrenar para los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Mayagüez 2010, pero se volvió a lesionar, esta vez de la rodilla izquierda. Fue el punto y final de su carrera como atleta, pero se ha mantenido vigente sobre todo como entrenadora.
Juárez finalizó la entrevis ta felicitando al marchista Érick Barrondo con la plata en los Juegos Olímpicos de Lon dres: “Los disfruté tanto como todos los guatemaltecos. Que mé cohetes, lloré de emoción y sin duda recordé cada fase de mi vida. Fue un gran regalo para Guatemala”.