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Mondragón entra en la historia de los Mundiales

Minuto 85, estadio Arena Pantanal de Cuiabá. Colombia vence 3-1 a Japón en el último partido de la fase de grupos del Mundial de Brasil 2014. José Pékerman, el entrenador argentino de la selección colombiana, hace caso a las voces que desde el banquillo le están rogando hace tiempo, y llama a su portero suplente. "Dale, dale rápido que entras".

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El guardameta se pone los guantes y salta al estadio bajo una sonora ovación. Todo el mundo estaba esperando ese momento. Faryd Camilo Mondragón Alí —Cali, 21 de junio, 1971— hacía historia. A sus 43 años y tres días de vida se convertía en el jugador de mayor edad en disputar un Mundial, sustituyendo en tal dulce mérito al carismático Roger Milla —42 años, un mes y ocho días—. Apodado el Turco, por su ascendencia libanesa por parte de madre, tenía el 24 de junio en Brasil la recompensa de toda una vida dedicada a la portería. “Es un récord para el futbol colombiano y para todo el país. Muy honrado de que me tocase a mí representar a Colombia en esta estadística”, acertaba a decir con una amplia sonrisa mientras las lágrimas de alegría recorrían lentamente sus características mejillas. Lejos quedaba el 21 de mayo de 1993, cuando avergonzado y nervioso ante Maturana, no levantaba la mirada del plato en su primera convocatoria, antes de ponerse los guantes por primera vez para defender a su país frente a Venezuela.

Larga carrera

Cinco eliminatorias de clasificación mundialistas disputadas —faltó a la de Sudáfrica 2010—. Una primera aparición en un campeonato del mundo, en Estados Unidos 1994, como reemplazo de su compañero y amigo Óscar Córdoba; en Francia 1998, la última presencia; y en Brasil 2014, disputó los tres partidos de la fase de grupos y lloró en el estadio de Lens tras caer 2-0 contra Inglaterra. Unido a tres presencias en Copa de América —1993, 1995 y 1997— y 51 partidos internacionales, incluido uno de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 frente a Qatar, son un bagaje que junto a los seis minutos sobre el césped del estadio de Cuiabá ponen un perfecto broche final a la carrera de un portero trotamundos.

Cuando debutó oficialmente con Colombia, Éder Balanta, su compañero más joven en el Mundial de Brasil, apenas tenía tres meses de vida. Nadie acumula veinte años de diferencia desde su primera cita mundialista hasta la última —de EE. UU. 1994 a Brasil 2014—. Su debut en el primer equipo del Deportivo de Cali fue en 1990. Ha conocido once equipos y recorrido ocho países, para volver al club de sus amores en 2012. Ha jugado en el Santa Fe, Real Cartagena, Cerro Porteño, Argentinos Juniors, Independiente, Zaragoza, Metz, Galatasaray, Colonia y Philadelphia Union. De momento, ya se despidió del equipo de su ciudad. “Los que ejercemos esta  profesión y tenemos una vocación intacta, siempre sentimos mariposas en el estómago. El día que no sienta eso será una señal de que tengo que parar”, dijo el día que cumplía 43 primaveras. Después de la eliminación de Colombia frente a Brasil, decidió poner punto y final a 24 años como profesional, aunque no pudo cumplir uno de sus sueños, jugar en Inglaterra.

Nadador precoz

A la sombra de otros porteros más mediáticos en su propio país, René Higuita, por citar un ejemplo, Mondragón siempre se caracterizó por su espectacular planta —mide 1.91 metros— y su infranqueable corpulencia. Herencia de sus primeros años deportivos dedicados a la piscina. Incluso, participó en unos Juegos Centroamericanos y Panamericanos en categoría infantil. Intercalaba los cien metros libres y la mariposa dentro de la piscina, pero a los 11 años cogió los guantes de portero y no los soltó. A su madre, Wassyla, nunca le gustó mucho que se dedicara al futbol.

“Era rubio y con el pelo liso, pero con el cloro le quedó el castaño oscuro”, confiesa constantemente. Los genes del padre —Camilo—, que jugó hasta Segunda División en el Cali y el América, se acabaron imponiendo. Muy trabajador, pasional, honesto, disciplinado y de buen corazón, siempre ha estado a la espera de su gran oportunidad, con una dedicación casi exclusiva a su profesión aunque con altibajos. Significativo son sus pocos títulos profesionales —Supercopa y Recopa Sudamericana con Independiente; dos ligas y una copa turcas con el Galatasaray—. Su regular campaña con el Deportivo de Cali le ha valido la confianza de Pékerman. “Me dio pipeta de oxígeno extra”, alababa al entrenador. Todos los seleccionadores de Colombia más tarde o más temprano han recurrido a sus servicios —Maturana, Hernán Darío Gómez, Reynaldo Rueda y Jorge Luis Pinto—.

Experimentado, con un gran juego aéreo y siempre muy difícil de batir. No disfrutó momentos fáciles. Sufrió y supo aceptar las críticas, sobre todo antes del Mundial de  Francia 1998, en las eliminatorias para el Mundial, cuando un recordado error suyo ante el Piojo López acabó con 17 partidos consecutivos de los cafeteros sin conocer la derrota. Mondragol, le motejaron. Según cuenta el Turco, fue Menotti, su técnico en Independiente, quién lo sacó del agujero. Allí fue toda una estrella.

Orígenes

Admiró al Pato Fillol, aunque su modelo ha sido siempre el portero Pedro Antonio Zape, héroe como él, de la portería del glorioso Cali. Su debut profesional fue rocambolesco. El juvenil Mondragón no pertenecía al primer equipo, pero el recién llegado y titular, Trucco, aún no tenía el transfer en orden para jugar. El segundo guardameta —Jorge Rayo— estaba lesionado y Óscar Córdoba estaba pendiente de salir del equipo, y no querían arriesgar. “Recuerdo que aquel sábado recibí una llamada a mi casa: ‘¿Por favor, Faryd Mondragón?, Era una voz muy seria. Le habla Jorge Luis Pinto —el entrenador, en ese momento, ahora dirige a Costa Rica—. Tiene que estar en la sede del club, porque el bus del equipo profesional sale al aeropuerto y le toca jugar mañana contra Santa Fe en Bogotá, allá lo espero’, y colgó”, recuerda de su debut con el Deportivo de Cali. Con los años, el portero tímido que se vio rodeado desde muy pronto por mucho de sus ídolos futbolistas se hacía un hueco en el mundo del futbol.

Perseveraba y no se lo pensó para hacer las maletas y marcharse a Paraguay. En Cerro Porteño, con apenas 21 años y tras hacer una muy buena Copa Libertadores, llegó su primera citación a la selección absoluta de Colombia.

Mondragón ya había sufrido la decepción de irse a las primeras de cambio de los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992. “Íbamos por la ciudad, y las distracciones eran constantes; comíamos helados como bobos”, relata.

Incluso en el verano de 1994 perteneció por unos días al Atlético de Madrid, como garantía de pago del paso del Tren Valencia al club colchonero, en una operación a tres bandas entre Santa Fe, Independiente y el club de Jesús Gil. A España volvió en 1999. Jugó 13 partidos con el Zaragoza antes de regresar a Independiente, pero su paso por España no fue agradable. Fue muy criticado en La Romareda. Lo pasó mal. Conoció el mundo de la noche; se abandonó. No estaba en forma. Incluso pensó en dejarlo y pasarse a la moda, que le tentaba desde hace tiempo por su buena planta. Se recuperó, y tuvo la difícil misión de sustituir a Taffarel en el Galatasaray. Cumplió y debutó en Champions frente al Barcelona. Acumuló 30 encuentros en la máxima categoría europea, y le permitió jugar en estadios de primer nivel: Camp Nou, Anfield, Olímpico de Roma, etcétera.

Al Galatasaray

Antes había recalado en Francia, en el Metz, al que ayudó a no descender, pero tras 10 meses en el equipo se vio involucrado en un caso de pasaportes falsos y fue considerado culpable de utilizar uno griego falso y condenado a no poder entrar en Francia en dos años y a pagar €300 mil de multa.

Llegó la oferta del Galatasaray. Allí estuvo seis temporadas. Ganó, y como siempre ha sido un portero de retos, aceptó la oferta del Colonia, en Alemania, para convertirse en el primer guardameta sudamericano en disputar la Bundesliga.

Aceptó otro reto, la Mayor League Soccer (MLS). Junto a su mujer, Adriana Zamorano —atleta amateur—, y sus dos hijos, recaló en el Philadelphia Union. Compartió equipo con Veljko Paunovic. Pagaban bien pero le tiraron los colores, y volvió al Glorioso.

Entonces llegó Pékerman; Brasil, Japón, el Arena Pantanal y el récord de longevidad en los mundiales. El Turco y Colombia hicieron historia.