UN TROTAMUNDOS
Apenas tenía 5 años, cuando don Dwight Pezzarossi (q. e. p. d.) lo tomó de la mano, lo vistió con la camisola Azul y Blanco y se dirigieron al estadio a observar a la Bicolor. Ahí empezaría un amor eterno.
El futbol lo llevaba en las venas, como cuando chamuzqueaba en la colonia de su niñez, Monte Real, en la zona 4 de Mixco.
Fue hasta los 18 años cuando debutó con el Deportivo Escuintla, de Ricardo Carreño. Antes ya había firmado con la categoría especial crema, en donde recibió su primer salario, Q300. Fue con los Toros en donde vivió momentos difíciles como el descenso, pero que fue una de las primera lecciones que le ayudarían a crecer en el mundo futbolístico.
En 1999 comenzó una carrera llena de logros, ya que después llegó a Comunicaciones, equipo con el que solo jugó seis partidos y se dio su primer gran momento. Firmó con Argentinos Juniors en el 2000, y un año más tarde ya era un jugador cotizado que fichó con el Palestino.
El camino del espigado delantero lo llevó a Santiago Wanderers, antes de firmar en España, con el Ferrol, época en la que asegura llegó en su mejor momento futbolístico.
Pero también le tocó vivir épocas duras, como la lesión de peroné que le dejó cuatro me ses fuera en el 2002 y que por eso tuvo que dejar el futbol chileno. Aunque meses des pués tuvo la oportunidad en Inglaterra con el Bolton, en donde recuerda que estuvo en varios partidos en la banca como contra el Liverpool, Arsenal y Newcastle, entre otros.
Su vida, durante los años de carrera, se desarrollaron más en el extranjero, algo que asegura le hizo madurar, así como comparar las carencias con las que se vive en el futbol nacional.
“Jugar en el extranjero fue algo maravilloso en mi carrera, pero vivir lejos me hizo extrañar y valorar más a mi país, que me sirvió como experiencia en la universidad de la vi da”, asegura Pezzarossi, quien dice que lo que más aprendió fue el profesionalismo de los equipos extranjeros.
INOLVIDADBLE
Aunque Pezzarossi indica que no se frustró en su carrera, confiesa que vivió más situaciones tristes, pero que cuando piensa en las alegrías todo se olvida.
Uno de los momentos que más recuerda el delantero es la eliminatoria rumbo a Alemania 2006, en la que aunque en la hexagonal no tuvo mu cha actividad por estar lesionado, disfrutó de cada partido del combinado.
“Sin duda la eliminatoria rumbo a Alemania fue la que más disfruté, aunque sufrí mucho porque estuvimos a muy poco de clasificar”, re conoce.
La última experiencia fue rumbo a Brasil 2014, que le dejó muchos recuerdos, ya que se ganó un lugar a pulso. “Creo que merecimos más”, se lamenta. “Esa noche lloré, porque soy un obsesionado y fanático de la Sele. Me dolió demasiado”, confiesa Dwight, quien trae esa pasión de su familia, que siempre estuvo con él, por eso el último partido contra Heredia, en la final, llevó a su hija de 3 años, para que ella tuviera el mismo sentimiento.
NUEVOS PLANES
Pezzarossi cuenta que des de hace algunos años tuvo como objetivo involucrarse en la política y en buscar la presidencia de la Federación Nacional de Futbol, por ello, después de la eliminación sin tió que era el momento justo.
“Siempre he soñado con ser el presidente de la Fedefutbol. Además, como jugador, uno está cansado de ver cómo solo llegan por ir a la Fifa o por salir en una foto”, afirma.
El delantero manifiesta que a su edad, 33 años, se pueden lograr muchas cosas y que cumpliría uno de sus objetivos.
“Si estoy en la cúpula del futbol puedo influir en de cisiones para ayudar. Claro, no tengo la varita mágica, pe ro con un buen equipo po demos empezar un buen tra bajo”, asegura.
El Tanque Pezzarossi no volverá a bailar al ritmo de son como lo hacía cada vez que anotaba con el seleccio nado, pero espera que en cada una de sus acciones, si gana las elecciones, puedan sonar las notas de la marimba y festejar que un exjugador logra algo importante.