PURO FUTBOL
Al llegar a Guastatoya todo el mundo habla del equipo, que se mantuvo en la Primera División desde el 2006 y que después de varios intentos fallidos logró el tan ansiado ascenso, después de haber jugado el partido definitorio contra Sacachispas, que se definió en penaltis —3-2 a favor de los de El Progreso—.
Ese 1 de junio ha quedado guardado en la memoria de los habitantes de la localidad, de 182 kilómetros cuadrados. Ese día la fiesta se vivió en el estadio Mateo Flores. El partido terminó 1-1 en el tiempo reglamentario, con gol del mexicano José Santiago —ya no está en el equipo, por problemas de indisciplina—; ya en la tanda de penaltis el héroe fue el experimentado portero José Juárez, oriundo de Zacapa, quien atajó dos penaltis —Selvin de León y Jorge Arana—; además, falló Luis Rodas, mientras que por los Pecho Amarillo anotaron el paraguayo Víctor Solalinde y los nacionales Fredy Orellana y Tomás Castillo —los tres continúan en el equipo—.
La fiesta se trasladó por la carretera hasta llegar a Guastatoya, en donde celebraron hasta el amanecer. No había excusa, era el momento esperado por muchos años. Después del brindis, el llanto, los cohetillos y los aplausos, llegó la calma, momentánea, ya que el trabajo apenas comenzaba.
UNA NUEVA ERA
La historia del equipo de Guastatoya tiene varias fases. En 1995 se inauguró el estadio David Cordón Hichos —lleva el nombre del alcalde en su momento—, un escenario que puede albergar a cinco mil personas y que a su lado cuenta con uno de los tesoros de la ciudad: “El oasis en el desierto”, como le llaman sus habitantes al balneario.
En su estadía en la Primera División el aforo del escenario fue suficiente; ahora, en la Liga Nacional, todo dependerá del apoyo de su afición. Hoy debutará oficialmente de local ante la Universidad de San Carlos. La primera lección ya la recibieron en la primera jornada frente a Petapa (4-0), el mismo equipo que le quitó el título de la Primera en el Clausura 2014, pero que no le impidió su ascenso a la mayor.
LA IDENTIDAD
Otro momento importante sucedió en el 2008, con el cambio de jefe edil; también llegaban las ideas, buenas para algunas personas, malas para otros. Lo cierto es que la municipalidad decidió apoyar más al equipo e iniciar una escuela de futbol.
En ese momento la idea era crear un equipo con identidad, algo que seis años más tarde tiene sus frutos. Al Club Guastatoya le faltan muchas cosas por mejorar administrativamente, aunque las metas las tienen claras. En el 2008 la plantilla tenía un presupuesto mensual de Q280 mil, algo impensable para las personas; un año más tarde, según explicó el jefe edil, Saúl Beltetón, el principal patrocinador del equipo, se redujo a Q170 mil y para ello le dieron de baja a algunos futbolistas y confiaron en los jóvenes de El Progreso, se hicieron pruebas y así se fue integrando el plantel a cargo del uruguayo Ariel Sena, quien ha estado en dos períodos con el club —2008 un torneo, y retornó en el 2009 hasta la fecha—.
A cargo de las divisiones inferiores está Darío Corrales, de la Sub 15 y Sub 17, y otros entrenadores que se dedican a los niños desde los seis años, un sueño que esperan sea todo un éxito en el futuro. Para este torneo en la Liga Nacional, Beltetón espera que la plantilla no supere los Q300 mil mensuales, pues una de las prioridades es no sobrepasar el presupuesto ni endeudar al equipo, ya que el ingreso por taquilla es mínimo. En la temporada anterior no superaba los Q7 mil por encuentro.
Mientras otros clubes de la Liga Nacional alcanzan Q1 millón al mes para pagar a grandes figuras y otros que pelean a mitad de tabla superan los Q600 mil.
Actualmente cuentan con patrocinadores fieles: la Municipalidad de Guastatoya, el principal, por algo luce en el pecho el nombre del alcalde, a pesar de que uno de sus lemas es que el futbol no debe usarse para fines políticos; además, Banrural, Malta Gallo, Protelsa, Kronenflex, Parque Acuático Guastatoya y Comercial Josué, de El Chilar.
Los directivos esperan que el apoyo económico mejore, pero hasta el momento ninguna otra casa comercial se les ha acercado. El fin es que el plantel tenga mejores beneficios y condiciones como equipo profesional, principalmente para que todos se dediquen por completo al futbol, ya que en algunos casos hacen algunos oficios para el sustento de su familia, por eso muchos de los futbolistas quieren graduarse de alguna carrera universitaria como lo hizo Roberto Aldana, quien acaba de cerrar la Licenciatura en Administración de Empresas, o como Otto Ramos quien espera continuar sus estudios de Derecho.
Una de las primeras medidas a tomar será la dieta alimenticia, pues no hay un control sobre sus jugadores. En Guastatoya se come pollo, frijoles y tortillas de harina como menú diario. Lo único que le piden a sus futbolistas es que eviten las grasas y que se hidraten bien, debido a las altas temperaturas.
Hace un mes, cuando el equipo logró el ascenso, la decisión fue clara: se debía mantener la base del equipo que ha jugado los últimos años en la Primera. De los 29 jugadores —23 inscritos—, 18 son oriundos de El Progreso, principalmente de Guastatoya, porque la idea es tener un equipo identificado con la ciudad.
Y esa es la clave, pues en Guastatoya todos son como una familia, todo el mundo se conoce. “Aquí todos son muy unidos, es un lugar en donde se puede vivir feliz”, resume el kinesiólogo del equipo, René Ovando, quien es el más antiguo de estar en el club.
Ovando, aunque nació en Poptún, Petén, y llegó a trabajar al lugar hace 15 años como técnico de salud, desde que se unió al plantel se identificó con él y por eso continúa allí. Si alguien pregunta sobre la historia del equipo, todos acuden a él.
“Es una ciudad especial, se vive tranquilo y se cuenta con un grupo bueno de jugadores”, confiesa Ovando, quien asegura que el trabajo ha cambiado en el último mes, por las exigencias de estar en el nivel más competitivo del futbol nacional.
COMO EN CASA
La bienvenida a la ciudad la da el estadio, al que llegan los jugadores para entrenarse. La mayoría lo hace en motoneta, pocos en automóvil y otros a pie; es algo natural en el interior del país, por la cercanía de los lugares.
La oficina del club se ubica en el edificio de la municipalidad, a un costado, la cual consta de apenas dos habitaciones. En la primera solo hay un escritorio con una computadora portátil, una librera y un cuadro del equipo —la foto oficial del plantel que logró el ascenso—. Del otro lado, la puerta está cerrada. Las cosas como implementos del club deportivo se guardan en el estadio.
El lugar está a cargo de José Falla —sobrino de uno de los directivos, Aníbal Falla, encargado de la parte económica—, quien trabaja con Harold Josué Beltetón, hijo del alcalde y presidente del club, quien tomó las riendas del mismo en el 2009 y que según su padre es el más optimista con el proyecto. Harold, como le gusta que le llamen, no tiene una ubicación permanente, ya que a veces está en Guastatoya y otras en la capital. Por su cargada agenda tiene tres oficinas, según explicó.
La mayoría de jugadores viven en la ciudad y el técnico uruguayo prefirió irse cerca del río. Su casa está a 2.2 kilómetros del parque central, y para llegar a la residencia hay que recorrer el camino de tierra y piedras, por el que transita Sena todos los días en su inseparable moto. Afuera tiene un letrero que indica: “Entre Puentes JM”, donde los árboles hacen que el calor sofocante no se sienta tanto; además, cuenta con una piscina para refrescarse. Allí vive con su familia, cuya esposa es hondureña, ya que en el vecino país radicó durante 14 años, hasta que decidió venirse a Guatemala. Aquí ha dirigido también a Sanarate, en Primera División.
EL GRAN RETO
Para esta temporada, Sena ha confiado en la base de sus jugadores. Solamente llegaron ocho futbolistas, y de ellos solo tres son refuerzos extranjeros de origen colombiano y el resto vienen de equipos nacionales. Sena explicó que era duro competir en el mercado, ya que muchos de los futbolistas habían arreglado, pero eso no importaba porque lo importante es estar firme en la metodología del equipo y hasta el momento se ha cumplido. Todo dependerá de cómo vaya el club en la tabla de posiciones, pues el principal objetivo es no ser ave de paso, sino quedarse en la gran fiesta futbolística.
“Si algo me emociona de estar en Guastatoya es su proyecto: apoyar a los jóvenes de acá —Guastatoya—, hacer un equipo competitivo y que se identifique con el plantel; y así ha sido, lo más importante es el material humano”, reconoció el estratega nacido en Montevideo.
Las cosas no serán sencillas para Los Pecho Amarillo, pues deberán competir contra futbolistas experimentados, acostumbrados a jugar en la mayor, con distinta preparación física, técnica y táctica.
La temporada será dura para un grupo soñador, que estará acompañado por mas de 21 mil corazones ilusionados como ellos en lograr mantenerse y ser protagonistas, como lo anhela su técnico, porque en Guastatoya las raíces los unen y esa será su principal fuerza para enfrentarse a los poderosos, en un nuevo mundo por el que pelearon y ahora disfrutarán.