Eternos viajeros
Por las venas de ambos corre el espíritu errante de las familias circenses, ya que Jerry proviene de la familia de Tarzán López, fundador del circo Rex, que dio origen a otras compañías de este tipo como el Rey Gitano, mientras que Webster nació en el circo Hermanos Ponce, donde trabajaban sus padres. “Nacimos en el circo y moriremos en él”, expresa Ponce.
Aunque en estos meses trabajan juntos en el Campo de Marte, zona 5, porque fueron contratados para actuar durante una temporada de tres meses en el Neón Circus (también se originó de la familia López), nuevamente se separarán al concluir el acuerdo de trabajo.
Jerry regresará a la carpa de su abuela, quien es propietaria del Rey Gitano, mientras Webster espera que algún otro circo lo contrate, porque el espectáculo debe continuar. “Primeramente Dios me sale trabajo en México o Centroamérica. Donde quiera Diosito iré”, expresa.
Solidarios
Uno de los lemas de Webster y Jerry, quienes se conocen desde hace nueve años y periódicamente trabajan juntos, es: “Yo te cuido y tú me cuidas”, lo cual, hasta el momento, les ha funcionado, a pesar de que han sufrido varios accidentes de los cuales se han recuperado.
Cuando actúan, el diseño de sus trajes, así como la pericia y la velocidad de sus acciones no permite al público distinguirlos, no obstante, cada quien tiene sus propias características. Ponce tiene 30 años y 23 de dedicarse a trabajar de “motorista suicida”, mientras que López, 24 y 14 de practicar esta actividad extrema.
Cada quien tiene sus propias metas. Ponce aspira a que sus dos hijos aprendan y amen el arte bajo la carpa, así como él lo ha hecho y espera retirarse cuando tenga entre 50 y 60 años. “Nací en el circo y en el nombre de Dios voy a morir en él. Nadie me va sacar porque es mi vida”, expresa.
Las expectativas de Jerry, quien es cuarta generación de la familia López que se dedica a las artes circenses desde la década de 1950, es trabajar dentro de unos cuatro años en un circo europeo, siempre en el Globo de la Muerte. “Me estoy preparando porque estoy consciente de que todavía me falta dar un poco más”, afirma.
A continuación el resumen de una conversación sostenida con esta dupla de acróbatas en una de las mesas de luneta del Neon Circus.
¿Recuerdan cuando comenzaron en este trabajo?
Webster: La primera vez que agarré una moto fue en los campos del Roosevelt. La monté, la encendí y la aceleré y como no sabía frenar recibí un gran golpe. Después le fui tomando confianza al acto, que es bien peligroso, aunque me he fracturado las muñecas, la clavícula y cortado las cejas. Son un motón de cosas las que he vivido en el circo, pero me gusta.
Jerry: Cuando era niño siempre andaba buscando el peligro. Un día mi papá —Cristian Tarzán López— me dijo: ‘Como te gusta andar potranqueando, vas a aprender las acrobacias que se ejecutan en el Globo de la muerte’, y así comencé
¿Cómo perdieron el miedo?
Jerry: La primera vez sentí temor porque sabía que mi vida estaba en riesgo, pero con un poco de fe y valentía saqué adelante el número. Conforme pasó el tiempo, no es que haya perdido el miedo, he ido tomando mucha confianza y fe.
Webster: Cuando uno sale con ganas y escucha los aplausos y gritos del público se emociona, pero nunca le he perdido el pavor a pesar de que llevo más de 20 años de practicarlo. Siempre lo respeto.
¿Cuáles son sus principales actos?
Webster: Hacemos varias figuras: la culebrita (zigzag), el cincho (vueltas horizontales), y el plato (vueltas verticales). También soltamos el timón, lo cual es muy peligroso.
Jerry: La figura más difícil es el plato porque es subir y bajar adentro del globo rompiendo la gravedad. Quien hace esto es un globista profesional. Lo más difícil es cambiar de ritmo porque, a veces, los frenos no responden.
¿Qué tipo de accidentes suceden?
Jerry: Una vez, en Quetzaltenango, se me trabó la caja de velocidades cuando estaba en la parte alta del globo y al acelerar la moto se atrancó y caí acostado con la máquina encima. Mi compañero me pasó encima. Me quedé sin aire y los trabajadores entraron a prestarme auxilio. Por la adrenalina no sentí dolor gracias a Dios solo fue un golpe en el cuello y un raspón.
Hace pocos meses una llanta se desinfló en pleno acto, no me explico porqué, son cosas que uno no comprende por eso se llama el Globo de la muerte, todo puede pasar.
Webster: No recuerdo cuántos accidentes he tenido. Hace como dos años se zafó la cadena de la moto y caí, cuando desperté estaba en el Hospital Roosevelt. Por más experiencia que uno tenga en el globo no se pueden evitar los accidentes, por eso es un acto bien peligroso.
No se puede decir que es imprudencia porque uno revisa su aparato y trata de mantenerlo en perfecto estado.
Otra vez presentamos el acto con tres motoristas, pero uno falló y nos venimos a pique. Me lesioné una rodilla y me la operaron, estuve tres meses en rehabilitación.
¿De qué manera logran tanta sincronización?
Webster: Con práctica, ensayamos una hora en la mañana y otra antes de presentar el espectáculo. Algunas veces, por falta de tiempo, solo efectuamos la matutina.
¿Cómo hacen para ubicar al compañero dentro del globo?
Webster: Dios nos ha dado la virtud, quizás porque uno ama tanto el circo, de tener grandes reflejos y también tanto ensayo. Los dos nos cuidamos cada vez que ejecutamos este acto.
Jerry: Uno tiene que ubicarse muy bien adentro del aparato, conocer perfectamente la moto y controlar el neumático trasero de la máquina de la pareja.
¿En qué piensan cuando van a alta velocidad?
Jerry: No hay tiempo para pensar en los problemas de la vida, uno se enfoca en milésimas de segundo en pensar ¿dónde voy?, aquí acelero, aquí freno, aquí corto, y escuchando los sonidos de las motos.
Webster: Aquí los problemas se acabaron, la mente está en blanco y decidida a entregarse el show, al público.
¿Cuándo comenzaron a trabajar juntos?
Webster: Nos conocimos hace unos nueve años practicando estas acrobacias. Ahorita estamos juntos porque él (Jerry) es nieto de la dueña del circo Rey Gitano (familiar de Neon Circus) y me contrataron para trabajar una temporada.
¿Se está extinguiendo el circo?
Webster: Lo que queremos es que el público nos apoye. Mis padres me cuentan que antes la gente asistía en mayor cantidad. Hoy, por todo lo que significa internet, hay poca afluencia. Necesitamos que respalden el arte nacional porque somos guatemaltecos.
Jerry: Este negocio va en picada, en caída libre, y la única forma de que no desaparezca es si hay publico. ¡Que la gente nos visite, que nos recomiende!