Monstruos del mar
Los puntos de llegada principales son Puerto Quetzal, Escuintla, y Puerto Santo Tomás de Castilla, en Puerto Barrios, Izabal.
El Celebrity Infinity, de la compañía Celebrity Cruises, zarpó de San Diego (CA) con dirección a Cabo San Lucas y Puerto Vallarta, en México, para luego dirigirse a Puerto Quetzal, adonde arribó el 14 de noviembre.
Este lujoso monstruo marítimo tiene capacidad para dos mil 449 pasajeros y mil tripulantes, quienes, a modo de curiosidad, tienen arduas jornadas de trabajo durante seis y ocho meses, lejos de la familia y amigos. El pago, claro, es bastante bueno: entre US$2 mil y US$4 mil mensuales.
El movimiento en alta mar es prácticamente imperceptible, excepto, claro, cuando hay un fuerte temporal. No obstante, las naves son de alta tecnología y ahora son de los medios de transporte más seguros.
El placer de viajar en uno de estos monstruos flotantes tiene distintos precios, según la clase elegida. Para un tour de 15 días, por ejemplo, se deben pagar US$1 mil 200 por persona, lo cual incluye hospedaje, alimentación y shows, excepto casinos, bar y excursiones en tierra. El precio es elevado si se compara con el salario mínimo de Guatemala, el cual ronda los Q2 mil 750 (unos US$365), pero para el público objetivo no representa demasiado. “La mayor parte de cruceristas son residentes de Estados Unidos, Canadá y Europa, y más del 70 por ciento tiene una edad superior a los 60 años”, expresa De Smith. “Asimismo, el 75 por ciento está jubilado y sin deudas”, agrega.
Incluso, hay cruceros tan costosos que algunos turistas llegan a pagar entre US$850 mil y US$1 millón por tener acceso a ellos de forma ilimitada durante un año.
La llegada
Al arribar al puerto, algunos turistas deciden quedarse adentro, relajarse en el jacuzzi, nadar en las piscinas o dormir en alguna de las numerosas estancias. Otros optan por bajar y conocer un poco del país.
En Guatemala, el destino más apetecible es Antigua, ya que les atraen sus calles empedradas y arquitectura colonial. Desde Puerto Quetzal hay una distancia de una hora y media. “Ofrecemos un recorrido express por la iglesia de La Merced, el mercado de artesanías, la fábrica de chocolate y el parque central. Luego del almuerzo emprendemos el regreso, porque el barco debe continuar el viaje”, dice un operador de turismo.
De hecho, es raro que un crucero pernocte en uno de nuestros puertos.
Ese tiempo limitado no es obstáculo para conocer otros puntos del país, ya que hay algunos que salen muy temprano por la mañana para tener tiempo de visitar el Lago de Atitlán, “aunque sea para tomar una foto”, dice entre risas el mismo operador turístico. Otros más osados llegan a las ruinas de Tikal, en Petén. “Se transportan en helicóptero o avioneta”, menciona De Smith.
Los costos de estos tours, por supuesto, no están incluidos en el viaje. Para ir a Antigua Guatemala se deben pagar unos US$50, mientras que a Tikal, US$600.
En el caso de los que desembarcan en Santo Tomás de Castilla, los destinos más populares son Quiriguá, Punta de Manabique, Bahía de Amatique, las playas de Punta de Palma, Río Dulce, Lívingston, Castillo de San Felipe y el sendero Las Escobas, entre otros. “Del lado del Atlántico ofrecemos un caribe verde, arqueología y aprendizaje sobre las culturas maya y garífuna”, resume De Smith.
La pregunta es: ¿vale la pena visitar esos sitios en tan solo unas pocas horas? Para César Lucas, asistente de operaciones de cruceros del Inguat, la respuesta es sí. “Hay que recordar que la mayoría de cruceristas tienen edades superiores a los 60 años. Ellos, aunque están sumamente interesados en nuestra cultura e historia, les basta con ver pinceladas y no son de ‘gastar suelas’. Muchos de ellos, incluso, deben caminar con la ayuda de un bastón o una scooter”, comenta. “Prefieren ver, aprender y regresar al barco, quizás para comer o descansar”, añade.
En el punto
La otra opción, más económica y que requiere menos esfuerzo, es quedarse a pasear en los puertos, tanto en Escuintla como en Izabal. En ambos casos, los turistas son recibidos con música de marimba en vivo y por una oficina de información del Inguat, la cual brinda folletos con los destinos más hermosos de nuestro país. Asimismo, hay algunos recuerditos gratuitos bastante curiosos para ellos, como las muñequitas quitapenas, pelotas bordadas antiestrés, ronrones o broches con pajaritos.
“Sabemos que ese tipo de turistas estarán en nuestro país solo unas ocho o 10 horas; nuestro objetivo es que en ese lapso queden enamorados de Guatemala y motivarlos a regresar para un viaje más extenso”, refiere Lucas.
Después de escuchar las notas marimbísticas, los cruceristas se dirigen a los diferentes stands instalados en el sitio. En Puerto Quetzal hay restaurantes, bares, puntos de wifi y productos típicos que ofrecen más de un centenar de artesanos. Está, asimismo, el interesante Museo del Jade Maya, el cual ofrece joyas y adornos de ese material. “A los turistas les encanta saber cuál es su nahual; muchos se llevan un recuerdo personalizado”, expresa Otto Pérez Valdez, quien atiende el lugar.
Por las mañanas también es posible ver un pintoresco desfile en el que se exhiben los trajes tradicionales de las distintas etnias guatemaltecas.
Adiós, Guate
El viaje por las tierras guatemaltecas finaliza a eso de las 17 horas, cuando el barco se prepara para zarpar y navegar durante la noche. Los próximos puntos para el Celebrity Infinity fueron Puntarenas, Costa Rica; cruce por el Canal de Panamá; la ciudad panameña de Colón; Cartagena, Colombia; y finalizó en Fort Lauderdale, Florida, donde, de seguro, habrán seguido dejando dólares. “Calculamos que cada uno de ellos gasta en Guatemala un promedio de US$90”, declara De Smith.
Aquellos turistas, sin duda, ya estarán bastante relajados y pensando en un viaje más.