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Fue por ello que en el 2019 se emprendió una investigación sobre esta pintura, resguardada en el Museo de San Francisco El Grande, Antigua Guatemala, en donde reposan los restos del santo, que llegó a Guatemala en 1649 e intentó infructuosamente ingresar en órdenes religiosas, pero su compromiso de amor a Dios y al prójimo lo llevó a fundar un hospital de convalecientes, hogares para la atención de indigentes y huérfanos y a crear la Orden de Belén o Belemita.
En colaboración con el especialista en arte colonial Gustavo Ávalos Austria, se hizo un estudio según el cual este es el retrato más fidedigno e importante; primero, porque coincide con las descripciones físicas que del santo hicieran contemporáneos coloniales. Además, tiene detalles que solo podría conocer un artista anterior a 1717, fecha en la cual fue destruida la Ermita del Calvario, en cuya construcción colaboró el Hermano Pedro. Existen también algunos rasgos estilísticos pictóricos que ubican esta obra en los años siguientes a su fallecimiento, acaecido el 25 de abril de 1667.
Por acercarse su festividad, según el santoral de la Iglesia, que se conmemora un día antes, por la coincidencia con la fiesta del Apóstol San Marcos, se presenta este análisis de la pintura atribuida a Francisco Antonio de Montúfar y Colindres Puerta, quien nació en 1657 y murió en 1713.
*Miembro numerario de la Academia Guatemalteca de Historia