Este dinámica ha existido dentro de un espacio físico que para fines de la actual capital ha existido durante los últimos 246 años.
Las estructuras y el paisaje concentrado en ese tiempo-espacio fueron el punto de partida para que los fotógrafos Sergio Cruz y Danny Gamboa desarrollaran un libro mediante el cual pretendieron recopilar los ayeres más prístinos de la Nueva Guatemala de la Asunción, con el propósito de entregarle a los guatemaltecos una mirada hacia la transformación urbana que ha acontecido en la capital durante los últimos dos siglos.
200 Legado, nombre de la publicación, reúne 200 páginas donde se revelan tomas de las principales estructuras arquitectónicas de la capital, muchas de las cuales se han visto afectadas o que han dejado existir en su entereza debido a cambios políticos, desastres naturales y el incremento de proyectos tanto residenciales como comerciales.
El libro también muestra los recovecos de una época que hoy pareciera ajena y a la vez, novedosa. El historiador y cronista de la ciudad de Guatemala, Miguel Álvarez, ha apuntado que la publicación “se convierte en un documento de referencia” que además trae “momentos de nostalgia y de reflexión, momentos vividos, momentos de luz en momentos de sombra” donde se aprecia tanto la arquitectura como el contexto, las situaciones, las personas, la moda y el entorno del llamado centro del país.
La publicación es un esfuerzo por entender los orígenes de los habitantes de la capital, y también de sus alrededores; es una especie de búsqueda por las preguntas de dónde venimos, qué hemos hecho, qué fuimos, qué somos y cómo deberíamos trascender, apunta el historiador.
Sergio Cruz, fotógrafo desde hace más de 30 años y propietario de la tienda de antigüedades Foto Rex, cuenta que antes del 2020 coincidió con el también fotógrafo Danny Gamboa para trazar este proyecto fotográfico, mediante el cual buscaban crear un registro que pudiera dar cuenta del paso del tiempo durante los últimos dos siglos.
El propósito era dejar un legado que combinara el tiempo mediante la comparación de fotografías antiguas del archivo de Foto Rex y otras actuales de la autoría de Gamboa, dice Cruz.
Al momento de concebir la idea, los fotógrafos contaban con un amplio repositorio de imágenes que datan del siglo XVIII en adelante. Para fines de ilustrar y explicar mejor la edición, pensaron que una buena idea era acompañar imágenes del pasado con otras del presente, para dar una perspectiva sobre la transformación.
De esa forma, y en la edición definitiva del libro —publicado en el 2021— colocaron fotografías antiguas de edificios, calles, monumentos o iglesias y las acompañaron con imágenes tomadas en el presente de esos mismos sitios. La idea con esta aproximación de imágenes era también conmemorar los 200 años de independencia del país y dejar un libro “que ilustrara el paisaje de ayer a las futuras generaciones”, refiere Cruz.
Redescubrir el presente desde el pasado
Gamboa expone que el uso de las nuevas tecnologías es cada vez más necesario y útil para desempolvar el pasado. En ese sentido, se valió del uso de un dron para tomar fotografías que mostraran cómo se ven en el presente los lugares captados en las imágenes de hace 200 años seleccionadas para el libro.
“La idea era mostrar espacios y revelar quizá lo que ya hemos visto antes, pero desde otra perspectiva. Tenemos fotografías muy actualizadas que muestran la historia actual con el respaldo de la tecnología”, comparte Gamboa. De esa cuenta, las fotos son captadas desde ángulos abiertos y aéreos que revelan cambios tanto en las estructuras como en sus terrenos y alrededores.
Las imágenes destacan transformaciones socioeconómicas como el fenómeno de gentrificación que salta a la vista en una fotografía de la zona 4, y también se muestran consecuencias de las expresiones sociopolíticas como en una imagen del vandalizado monumento a José María Reyna Barrios en el 2021, el cual se ubica en la Avenida de La Reforma y que en el citado libro se acompaña con una de las fotografías más antiguas de la estatua.
Gamboa asegura que para el libro tuvo que llevar a cabo una labor de exploración hacia el pasado. “Teníamos las fotos antiguas del archivo de Foto Rex, pero yo aportaría las modernas y aunque tenía mucho material quería sumar perspectivas más frescas, así que recorrí el 95 por ciento de los lugares presentes en el material que está en el libro”, afirma.
Dichos puntos que dan forma al libro están basados en las actuales Zonas 1, 2, 4, 5 y 10 capitalinas.
Aunque el libro dibuja una relación visual al comparar imágenes del pasado con otras del presente, lo cierto es que sus realizadores han dotado a los lectores de una colección de tomas no tan conocidas de hace 200 años. Estas fotografías son producto del tesoro que se ha mantenido en Foto Rex por más de cuatro décadas.
Cruz cuenta que el establecimiento fue inaugurado hacia finales de la década de 1970 por su padre, José Cruz Herrera, un ávido fotógrafo que se desempeñó como reportero durante varios gobiernos en el país y quien, además, recopilaba imágenes de épocas anteriores. Esta última labor fue heredada a Sergio, quien a la fecha resguarda un extenso archivo con más de 19 mil registros en formatos fotográficos impresos y en rollos de negativos.
Cruz cuenta que dicho acervo ha logrado captar la atención de investigadores, historiadores y estudiantes. Además, el archivo ha sido consultado por escritores nacionales y extranjeros durante las últimas cuatro décadas.
Dentro de ese mar de miradas aparecieron las imágenes que Cruz y Gamboa seleccionaron para el libro. Según menciona Cruz, hacia el principio de la investigación fueron seleccionadas 500 fotografías. “Fuimos depurando, tomando en cuenta la calidad de imagen y en algunos casos lo inédito de las mismas. Luego de varias reuniones llegamos a 200 fotos finales y a la decisión de que fueran 200 páginas en alusión a los 200 años de independencia”, cuenta Sergio.
La investigación cuenta también con imágenes tomadas por fotógrafos del siglo XIX, y entre ellas hay del afamado inglés Edward James Muggeridge—también conocido como Muybridge—, quien radicó en Centroamérica de 1875 a 1877. Por otro lado, destacan en el libro fotos de autores como Alberto G. Valdeavellano y del propio José Cruz.
La importancia de las fotografía para comprender la historia se debe a que en ellas se encuentra la documentación de los cambios estructurales urbanos y rurales que siempre nos hablarán de un desarrollo, retroceso o estancamiento. “El fotógrafo social se ha convertido así en un cronista visual de la sociedad”, comparte Cruz.
Los primeros días de la ciudad
Explorar estas fotografías en el presente implica indagar en una temporalidad donde el espacio público y el ámbito social son los principales personajes que han quedado plasmados en distintos formatos de imagen.
La Nueva Guatemala de la Asunción fue establecida el 2 de enero de 1776. Más allá de la idea de una “fundación” de la ciudad, lo cierto es que esta fue trasladada del Valle de Panchoy, donde era conocida como la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala. El motivo del traslado se debió a la destrucción que había dejado el terremoto de Santa Marta ocurrido el 29 de julio de 1773.
De acuerdo con Miguel Álvarez, cuando se hizo el traslado de la ciudad estableció que debía existir una plaza mayor con 18 calles, las cuales iban de este a oeste y de norte a sur. En el plano también se contemplaban otras cuatro plazas y para romper el diseño monótono del espacio se propusieron callejones.
El arquitecto Eduardo Andrade explica que a diferencia de la traza en el Valle de Panchoy, en el de la Ermita la nueva ciudad contaba con manzanas y calles mucho más amplias.
Andrade explica que la traza de la Nueva Guatemala de la Asunción se planteó con una forma reticular —la cual sigue presente en el actual Centro Histórico— y hacia los extremos se iba tornando de forma más irregular. El proceso de la traza en la nueva capital se había encomendado a Luis Diez Navarro, quien ya había trabajado en la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala.
Andrade y el historiador Álvarez indican que las primeras estructuras durante el traslado a la nueva ciudad coincidieron con un diseño neoclásico que estaba a la moda en Europa durante aquella época.
Álvarez comenta que el diseño de la ciudad debía ser vistoso y opulento, ya que se trataba de la capital del Reino del Guatemala. “Por esa misma razón debía tener la dignidad de una capital y se buscaba crear edificios adecuados que mostraran el poder administrativo y económico”, añade.
De acuerdo con Andrade, toda la ciudad había llegado a una uniformidad neoclásica hasta los siglos XVIII y XIX. No obstante, sucesos como los terremotos de 1917 y 1918 impulsaron nuevos sistemas de construcción y urbanismo con los cuales se moldeó un nuevo paisaje urbano. Este hecho visual forma parte de la narrativa en 200 Legado.
Las páginas revelan distintas formas, detalles y motivos en la forma arquitectónica de la ciudad. Andrade manifiesta que, hacia el presente, la acumulación de estilos y diseños, así como los cambios en una urbe, revelan la identidad social de un territorio.
“La arquitectura, el urbanismo y la ciudad son un reflejo de los habitantes que hay en el espacio. La mezcla de estilos arquitectónicos y la mezcla entre varios de ellos también viene a ser un compendio de sucesiones históricas. Mientras que en el Valle de Panchoy —Antigua Guatemala— parece que todo se quedó congelado en el tiempo, en el de la Ermita se acumularon varios estilos”, destaca.
¿Cuál sería entonces la importancia de entender la diversidad urbanística y arquitectónica de la capital? Andrade hace ver que así como en los libros, el espacio urbano permite conocer y explicar la realidad actual.
Esto se ha potenciado con la capacidad de las fotografías, que los entrevistados subrayan como “vitales” para la exploración hacia el pasado, por tratarse de una gran evidencia histórica y trascendental.