En Guatemala existen muchas supersticiones que fueron heredadas por medio de la tradición oral, y aunque la mayoría de personas no reconoce que las practique, es común observar a muchas bajarse de una acera para no pasar debajo de una escalera, “tocar madera” para que un mal augurio no se cumpla o apretar con fuerza la mano derecha si le pica, pues significa que se recibirá dinero.
¿Quién no ha escuchado las frases: “hoy me levanté con el pie izquierdo”, porque empezó mal el día; “estás salado” —si las cosas salen mal, atribuibles a determinado hecho—, “hacé clavito” —para lograr algo— o “alguien se acordó de vos” —si la persona estornuda—.
Algunas creencias suelen manifestarse con ritos como levantarse siempre del mismo lado de la cama, llevar consigo fetiches como patas de conejo o bien pronunciar palabras que atraen buena suerte.
Según el antropólogo Carlos René García Escobar, “estos pensamientos mágicos podrían haberse formado en el Paleolítico Superior, pues los seres humanos siempre han tenido la necesidad de cambiar la realidad a su favor”.
En la provincia
En Chimaltenango, hace ya mucho tiempo, según cuenta el historiador Luis Álvarez, si los vecinos veían que los zopilotes volaban sobre las casas empezaban a preparar comida y hospedaje para las visitas que pronto llegarían. Hoy esta superstición pasó a la historia, pero siguen vigentes las siguientes:
Las mujeres embarazadas deben evitar pasar sobre una manguera extendida, pues si lo hacen el niño nacerá con el cordón umbilical en torno al cuello.
Los negociantes cuelgan trenzas de ajo sobre las puertas de sus locales, para atraer la prosperidad y evitar la competencia y las envidias.
Para librarse de visitas molestas, los dueños de casa colocan una escoba de cabeza, para que estas se vayan pronto.
La suerte está próxima si se siente picazón en la palma de la mano derecha o si se tiene la fortuna de encontrar una herradura en un camino.
En Quetzaltenango, según el cronista Francisco Cajas, las personas que encuentran dinero tirado en la calle y no forman una cruz con el dedo en el lugar del hallazgo perderán el doble.
“Mi abuela nos ponía a barrer el patio de la casa, entrando la noche, pero nunca nos dejó que sacáramos la basura hasta el día siguiente, porque nos decía que sacábamos la suerte del dinero de la casa”, comenta.
Origen maya
Respecto de las que se consideran erróneamente supersticiones de origen indígena, el sociólogo Guillermo Paz Cárcamo indica que estas prácticas, más bien científicas para los mayas, son vistas de manera negativa bajo el lente de la religión, pues durante la Inquisición se satanizó todo lo que no era parte de la fe católica, sin importar su origen.
Pero, tal como lo dijo el filósofo Fracois, Marie, mejor conocido como Voltaire, “es difícil marcar los límites de la superstición. El francés que viaja por Italia encuentra allí mucha superstición, y no se equivoca. Preguntar si puede existir un pueblo que esté libre de todos los prejuicios supersticiosos es lo mismo que preguntar si puede existir un pueblo de filósofos”, afirmaba el pensador.
García Escobar asegura que se trata de prácticas religiosas. “Así como el hinduismo y el cristianismo tienen hondas diferencias, la religión maya también las tiene y no busca equipararse a la creencia cristiana”, explica.
Como ejemplo puede tomarse el número 13, que en el mundo maya representa el grado más alto de la energía, mientras que para la cultura occidental es sinónimo de mal agüero. Lo mismo resulta al analizar la figura de la serpiente, representante del pecado y el engaño para los cristianos, y la personificación del dios hombre más sabio, conocido como Quetzalcoatl, Kukulcán o Gucumatz para los mayas.
Para estos, por ejemplo, el perro negro tiene la capacidad de ver almas en pena y evocar a la muerte cuando aúlla, sobre todo si hay luna llena. Puede, además, ver los espíritus, porque también tiene los siete pelos del diablo en el lomo, pero para pelear contra ellos. Si se tiene uno en casa, se le debe proteger —hacer una contra— cortándole el pelo del lomo en forma de cruz—. El can que escarba en la tierra anuncia muerte, creen.
El tecolote, de igual manera, anuncia la muerte, pues si canta cerca de una casa seguramente alguien morirá. Estas aves son portadoras de almas errantes.
Este dato es tan antiguo como el Popol Vuh; sin embargo, según Paz Cárcamo, este tipo de representaciones solo son símbolos de la naturaleza comprensibles para los mayas, pero que los occidentales no desean entender en su esencia.
El mundo occidental tiene fobia a la muerte, por ello los anuncios de esta tienen un tinte siniestro, pero en el mundo maya las personas fallecen y se transforman en una energía distinta. Por esa razón los muertos eran enterrados junto a sus casas, porque para ellos no hay rompimiento entre la vida y la muerte, como sucede en el cristianismo.
En la filosofía
Voltaire, en su Diccionario filosófico, escrito en 1764, cita que los padres de la Iglesia también creyeron en las supersticiones y permitieron a los fieles adorar reliquias de la cruz donde murió Jesucristo —cuyos trozos, juntos, podrían construir un barco de cien cañones—, restos de la túnica de la Virgen María y una serie de símbolos que aparecieron por todo el mundo católico de aquel entonces.
“La fe religiosa hace que mitos o supersticiones sean más respetados porque parecen provenir de una autoridad tradicional. La comprensión del lenguaje simbólico de estas creencias nos pone en contacto y está vinculada con la personalidad y las convicciones de cada quien”, afirma la psicóloga Silvia Palma.
Pero no solo ha existido en la religión, también la ciencia ha tenido sus creencias mágicas, en especial la Medicina. En la Edad Media, las enfermedades mortales eran consideradas castigo de Dios, por lo que la curación solo podría ser obra de la ayuda divina.
“Era cuestión de sobrevivencia —dice Helena Matute, psicóloga experimental— si se padecía un mal sin cura. Utilizar la superstición era hacer todo lo posible para seguir viviendo, y si, por el contrario, se prefería el pensamiento mágico sobre la medicina científica, también, pues de ello dependía la vida”.
Por ello, indica Matute, estos pensamientos mágicos son el método que algunas personas siguen para evitar caer en depresión, pues consideran que con ellos sostienen la realidad y evitan que las arrolle.
Fuentes: Supersticiones tomadas del artículo de Renée de Mahler, de 1975, con el título “Creencias populares sobre aves y animales domésticos”, del fascículo Tradiciones de Guatemala, de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Centro de Estudios Folclóricos.
Con información de José Rosales, Carlos Ventura y Víctor Gómez.