De inmediato, los pequeños, sin saber bien lo que hacen, empiezan a jugar: “¡Te mataré! ¡Te mataré! ¡Pum! ¡Pum!”, gritan.
La psicóloga Regina Fernández indica que es contraproducente regalar juguetes bélicos, sea cual sea la época. “El juego es la forma como los niños aprenden; por eso, no hay que permitir que se deshumanicen ni que vean la violencia de forma normal”, explica. “Es preferible darles objetos educativos, que desarrollen las funciones psicológicas y que fortalezcan su habilidad mental, creatividad, imaginación e, incluso, que aflore su capacidad para dar y recibir afecto”.
Peligrosos
En Guatemala persiste una tasa de 34 homicidios por cada cien mil habitantes. Diversos estudios, además, apuntan a que a diario mueren alrededor de 15 personas, la mayoría por proyectiles de armas de fuego.
Ante esa ola de criminalidad, “lo más inteligente sería regalar objetos que no fomenten la agresividad”, expone Fernández. “Si un niño tiene juguetes de guerra, crecerá acostumbrado a verlos, usarlos y a considerarlos inofensivos. Conforme crezca, llegará a pensar que un arma de fuego real puede ser necesaria”, agrega.
Con Fernández coincide Jorge Aguilar, vocero de la Policía Nacional Civil. “Obsequiar este tipo de artefactos constituye un enorme daño para los niños y para nuestra sociedad; son instrumentos que deshumanizan”, insiste.
De esa cuenta, se consideran perjudiciales los presentes como ametralladoras, armas “intergalácticas”, granadas, esposas, cuchillos o similares. Por supuesto, los expertos también refieren que es erróneo regalar las clásicas pistolitas, algunas de las cuales tienen un gran parecido con las reales y otras que disparan balines o agua.
De las recomendaciones tampoco escapan los videojuegos, algunos de los cuales muestran exceso de violencia. “Es incorrecto dar, incitar o permitir que los chicos accedan a una realidad virtual en la que puedan matar y torturar; quien emplea ese tipo entretenimiento asocia la agresividad con placer”, refiere la psicóloga. “Asimismo, según evidencia científica, reducen funciones cerebrales tales como el razonamiento inductivo y control de las emociones”, añade.
Habrá ocasiones en que los mismos niños pidan un juguete bélico. “Lo bueno —explica Aguilar— es que cada vez hay más padres conscientes de que estos objetos son dañinos”. A la vez, cuando se les niegue, se aconseja brindarles una explicación adecuada.
Ejemplar
Suecia refleja un perfecto modelo en la promoción de la paz desde la niñez, ya que, desde 1979 prohibió la fabricación, importación, distribución y venta de juguetes bélicos. Ni una sola tienda de ese país los comercializa. En otros, como España o Alemania, no se permite la publicidad de estos productos.
“El desarme también debe darse entre los juguetes bélicos”, añade Aguilar.
En los recientes años, organizaciones civiles y dependencias gubernamentales han impulsado proyectos para cambiar los juguetes violentos por los educativos, además de concienciar a los infantes sobre lo dañino que son para su vida. “Es mejor prevenir los patrones negativos que cambiarlos una vez adquiridos”, expresa Fernández.
En el 2014 se entregó una iniciativa de ley que pretendía prohibir la venta de juguetes bélicos y videojuegos violentos, pero no hubo ningún avance más.
“Por eso es importante el papel de los padres de familia; ellos tienen la capacidad de guiar a sus hijos hacia una cultura pacífica, sin armas”, puntualiza Fernández.