Paso Caballos es una comunidad modelo asentada dentro del parque nacional Laguna El Tigre, en la Biósfera Maya, en San Andrés Petén, y sus pobladores de origen q’eqchi’ forman parte de una estrategia de conservación del área.
Desde 1997 han firmado varios acuerdos para vivir en esa zona. El primero de ellos fue uno de intención. En 2005 firmaron otro de cooperación, y este año están por firmar uno de permanencia. Ellos tienen delimitado un polígono para agricultura de 112 parcelas donde siembran maíz, frijol y pepitoria. Las tierras no son propias y tienen limitado su uso, ya que se encuentran dentro de la reserva.
Con ilusión y en busca de llevar una nueva fuente de ingresos para la comunidad, Antonio Xol cedió 25 x 40 metros de su terreno para instalar el primer apiario escuela de Paso Caballos.
En la actualidad, Xol junto a Mario Ba Cruz, Miguel Xol y Pedro Pop trabajan en el apiario, un proyecto que apoya la organización Wordlife Conservation Society (WCS). Aún se encuentran en la fase inicial de capacitación y esta les tomará alrededor de dos años, ya que debe ajustarse al calendario apícola, explica Melvin Mérida, coordinador de Medios de vida y ganadería sostenible de WCS.
“Yo quiero que mis hijos aprendan nuevas maneras de trabajar”. Antonio Xol.
FUENTE DE INGRESOS
La apicultura genera recursos económicos sin tener un impacto ambiental negativo. La abeja hace una polinización cruzada, lo cual brinda mejores y mayores cantidad de frutos en el bosque, y de esta manera se promueve la conservación de especies bandera, como el jaguar y la guacamaya.
Luego del trámite con el Consejo Nacional de Áreas Protegidas se instaló el apiario escuela en Paso Caballos. El 17 de febrero último se instalaron 25 colmenas a 4 km de la comunidad. “Este es un lugar ideal para la producción de miel porque posee bosques de distintos estratos: rastreros, guamil, medio y alto, lo cual favorece que la miel sea orgánica, pues proviene de las flores del bosque”, destaca Mérida.
Lo que se busca con el proyecto es que las personas de la comunidad tengan un ingreso extra, que a su vez favorece el cuidado del bosque y busca reducir la agricultura tradicional. Con ello, las áreas que se encuentran en etapas de degradación pueden ser recuperadas por medio de la agricultura, sostiene Mérida.
Xol comparte que este es un trabajo individual, aunque cuenta que se lo enseña a sus hijos para que no sigan talando montañas. Él tiene seis hijos, el mayor de 32 años, que es perito contador, y el resto de 19, 17, 13, 7 y 4 años.
“Yo quiero cambiar, que ellos aprendan otras maneras de trabajar, no queremos seguir botando nuestro bosque, sino cambiar la forma de obtener el dinero para el hogar”, afirma Xol. Antes, su esposa se quedaba con sus hijos en la casa mientras él iba a trabajar fuera por varios días, pero ahora él quiere criar a sus hijos más pequeños junto a su esposa.
Inicia la producción
“En poco tiempo comenzamos a producir, mientras vamos aprendiendo”, manifiesta Xol con emoción. A finales de mayo ya tenían dos cosechas y la producción era de 7.5 quintales de miel.
A diferencia de la agricultura, para la apicultura no se botan los árboles y se trabaja en sombra, precisa el apicultor, y se han sentido muy contentos.
“Es la primera vez que nos dedicamos a la apicultura”, reitera.
“Yo lo que quiero, ahora es buscar dónde vender la miel”, dice Xol. Sin embargo, la primera producción ya la adquirió Grupo AJE que apoya varios proyectos de conservación de WCS en la región como parte de su programa de sostenibilidad.
Las metas de la comunidad incluyen incorporar en el negocio a más beneficiarios, construir múltiples colmenas más durante los próximos años y gestionar una certificación de origen para su miel, que es de calidad única.