“El T. rubrum, de hecho, vive sobre la piel del ser humano, pero puede penetrarla y formar colonias cuando se dan las condiciones ideales: humedad, oscuridad y calor, lo que provoca un efecto invernadero, explica la dermatóloga Carolina Durán. De esa cuenta pies e ingles son los sitios donde regularmente se desarrolla.
Una patología común
En Guatemala se carece de estudios y registros de esta enfermedad, por lo que se desconoce su prevalencia, indica la dermatóloga Ana Cecilia Rodas, quien refiere que en la consulta privada es poco frecuente, pero en los hospitales públicos es un problema que observa a diario.
En México, de acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en el 2014 fue la causa de 17 mil 494 consultas médicas, según la especialista Alicia Castro Ramírez, de dicha entidad.
“Este padecimiento es extremadamente contagioso, y se eleva en un 50 por ciento en las temporadas de primavera y verano”, refiere Castro Ramírez.
Qué es
El pie de atleta es una infección micótica producida por hongos dermatofitos —que se alimentan de queratina y levadura—. Afecta los pliegues de los dedos, las plantas y bordes de los pies.
La dermatofitosis podal —nombre técnico—, puede presentarse con descamación fina, ampollas (vesiculosa) o escamas más gruesas (hiperqueratosica).
Es un mal que padecen especialmente hombres adultos, por el uso de zapato cerrado, aunque también se observan casos en niños.
Contagiosa
Uno de los factores de riesgo más comunes es su rápido contagio. Comienza en la planta del pie o entre los dedos y puede avanzar a las uñas y otras partes del cuerpo.
Quien la padece y no se la trata de inmediato es responsable de su contagio en todo el cuerpo, por ejemplo, al utilizar la misma toalla para secarse los pies y otras partes del cuerpo, pues “arrastra el hongo de un lado a otro”, afirma Rodas, quien también advierte que es común el “síndrome de los dos pies, una mano”, en donde con una mano, generalmente la derecha, se esparce la enfermedad a otras partes del cuerpo.
Agrega que muchas veces no se le identifica o se le presta la debida atención por lo que el problema puede complicarse hasta contraer una infección bacteriana.
Recomendaciones básicas
- Emplear calzado adecuado en regaderas públicas. Las piscinas y baños son también los lugares donde prolifera el hongo.
- La higiene personal es vital, por eso se recomienda el baño diario, secarse bien los pies y el uso de talcos para evitar la sudoración.
- El cambio de calcetines o calcetas a diario, y de preferencia que estos sean de algodón. No intercambiar estas prendas con nadie.
- Desinfectar la ducha con regularidad.
- Si ya padece la enfermedad, usar una toalla solo para los pies y otra para el resto del cuerpo.
- Evitar el uso de zapatos de material sintético, pues acumulan humedad, y no emplear el mismo calzado todos los días.
Tratamiento
- Se sugiere el uso de cremas antimicóticas durante cuatro semanas, dos veces al día.
- Entre los más comunes están los derivados azólicos como clotrimazol y terbinafina, también se utiliza urea y acido salicílico.
- “La mayoría de personas se automedica, sin embargo, es importante completar el tratamiento, pues si no se aplica en forma correcta no funcionará”, advierte, Rodas.
- Si el hongo se extendió al resto del cuerpo, el paciente podría necesitar antimicóticos orales.