“Su finalidad es agradecer a Jesucristo el don de la Eucaristía y del Sacerdocio que instituyó aquella noche santa, y acompañarlo en la soledad y sufrimientos en el Huerto de Getsemaní, así como en las afrentas recibidas en las casas de Anás, Caifás, Herodes, Pilato, en el Calvario y en el silencio del sepulcro”, cita la página Aciprensa, del Vaticano.
Esta peregrinación, instituida por San Felipe Neri en el siglo XVI, y que los creyentes la ven como una penitencia para el perdón de los pecados, no guarda un orden en especial. Cada fiel visita las iglesias que desee, pero la tradición dicta elevar oraciones frente al Santísimo Sacramento (Sagrario).
Lo habitual al empezar este periplo santo es que se comience recitando: “Infinitamente sea alabado… mi Jesús sacramentado”, para luego orar y hacer peticiones especiales ofrendando una vela o candela.
Los altares tampoco tienen estipulado un motivo, pero por lo general emplean los colores blanco y morado. “Se usa blanco como símbolo de la pureza y de la Eucaristía; el morado como preparación espiritual y penitencia, señala Roberto Vásquez, investigador en tradiciones religiosas.
Con el tiempo el horario de las visitas en el país se ha acortado. Anteriormente las parroquias abrían sus puertas desde las 6 de la tarde hasta las 12 de la noche del Jueves Santo, y el Viernes Santo, de 7 de la mañana hasta el mediodía. “Con los años se ha eliminado la visita en este último día por la cantidad de procesiones”, explica Vásquez.
Los siete pasos
De acuerdo con el Evangelio de San Juan, el orden de los siete pasos a recorrer es el siguiente.
Primer templo: del huerto de Getsemaní a la casa de Anás. Segundo, el juicio ante Caifás; tercero, de la casa de Caifás a Pilato; cuarto, Jesús es conducido a la casa de Herodes; quinto, de nuevo regresa con Pilato; sexto, Jesús es condenado a muerte; séptimo, del enlosado al Gólgota para ser crucificado.
Historia
Para el historiador Haroldo Rodas, el Jueves Santo es una fecha en la que se exaltaba la Eucaristía, pero no se podía festejar, porque estaba en el período de la Pasión de Cristo. Fue así como adquirió un sentido contemplativo. “Cada vez se practica menos, sobre todo en países europeos, y la mayoría de quienes hacen la visitan no tienen claro la razón”, comenta Rodas.
Durante la Edad Media esta conmemoración se afianzó, resaltando este sacramento como lo más sublime que tiene la Iglesia. Para ello se celebraron autos sacramentales para meditar sobre la Pasión de Jesús.
Hacia 1559, San Felipe Neri, entonces monje, comenzó a organizar visitas regulares a las siete iglesias, en compañía de multitud de hombres, sacerdotes y laicos de todo rango y condición. “Estas visitas fueron la ocasión de una corta pero aguda persecución por parte de cierta facción maliciosa que lo denunció como “creador de nuevas sectas”. El propio cardenal vicario la convocó, y sin oír su defensa, le reprendió en los términos más duros”, según la página de Enciclopedia Católica Aciprensa.
Posteriormente en Roma, se tuvo la costumbre de visitar siete iglesias principales, las cuales tenían la potestad de ganar indulgencias. Hoy solo quedó la costumbre de rezar una oración en el templo y rememorar los últimos momentos de agonía de Jesús.
Número bíblico
- Siete es un número sagrado en la tradición católica. “La razón de recorrer siete templos se debe al sentido bíblico de este número”, sostiene el periodista y estudioso de las tradiciones religiosas guatemaltecas Roberto Vásquez.
- En este caso se asocia al perdón de las penas por las faltas cometidas: perdonar setenta veces siete.
- Son siete los arcángeles y el séptimo día es el de descanso. Siete los pecados capitales.
- Simboliza la relación entre lo divino y lo humano.