Revista D

Los Testigos de Jehová aseguran que estamos cerca del fin

Los fieles de esta línea del cristianismo esperan los últimos días; por eso se preparan para estar en el llamado Reino de Dios.

“Confía en Jehová y haz el bien”, se lee al fondo de este Salón del Reino, situado en la zona 2 de Mixco. Foto Prensa Libre: Esbin García.

“Confía en Jehová y haz el bien”, se lee al fondo de este Salón del Reino, situado en la zona 2 de Mixco. Foto Prensa Libre: Esbin García.

Los lugares donde se reúnen los Testigos de Jehová son bastante austeros, prácticamente sin ninguna ornamentación. Paredes blancas con detalles celestes, ventiladores, sillas y, hasta el frente, un podio con micrófono, dos mesas pequeñas, un televisor de pantalla plana y una pizarra blanca donde se lee “Confía en Jehová y haz el bien”, mensaje que se encuentra en el Salmo 37 de la Biblia.
“Sí, nosotros nos guiamos por las Sagradas Escrituras”, confirma Juan Carlos Rodas, uno de sus fieles seguidores y portavoz de la congregación en el país.
Algunos consideran que esta línea del cristianismo es una secta, pero ellos lo niegan rotundamente. “Hacemos lo posible por seguir los pasos de Jesús”, expresa Rodas.
Los Testigos de Jehová nacieron  en 1870 en Allegheny, Pensilvania, a través del movimiento Estudiantes de la Biblia, dirigido por el estadounidense Charles Taze Russel. Su objetivo era investigar las doctrinas originales de las Escrituras, pues consideraban que las enseñanzas que se impartían carecían de bases sólidas.
Para 1879 proclamaron su verdad y, ese mismo año, publicaron el primer número de la revista La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová, la cual sigue editándose. Incluso, en los Salones del Reino actuales —así les llaman a los lugares donde se reúnen— le brindan un tiempo especial para analizarla.
“En Guatemala somos 140 mil 135, quienes asistimos a 903 grupos repartidos en todo el país”, expone Rodas. 
La cantidad es mínima, pues están incluidos entre el 2% de las personas que profesan una fe distinta al catolicismo (45%) y al cristianismo evangélico (42%), según datos de la Encuesta Libre que ProDatos elaboró en el 2015 para este medio de comunicación. El 11% restante indicó no tener religión.
Sus destinos están dirigidos desde su sede central en Nueva York por medio de su Cuerpo Gobernante. En cada país tienen circuitos compuestos por alrededor de una veintena de congregaciones, cada cual tutelada por un grupo de ancianos o superintendentes, todos bautizados y  con amplios conocimientos de la Biblia. No tienen un cargo clerical ni reciben salario alguno.
En cuanto a su fe, consideran a Jehová como su Dios verdadero y creador de todas las cosas, se rigen por la Biblia, siguen las enseñanzas de Jesucristo —Salvador e Hijo de Dios—, creen en el Reino de Dios, el cual, según sus preceptos, reemplazará a todos los gobiernos humanos y que tal cuestión “sucederá pronto”, pues consideran que las Sagradas Escrituras revelan que “vivimos en los últimos días”.
Este es uno de los puntos más controversiales en la historia de la congregación, pues, anunciaron que en 1914 llegaría el fin del mundo; luego indicaron que sería en 1975 y, después, que en 1986. Es un hecho que no sucedió y, por eso, muchos terminaron por abandonar la congregación. “Somos modestos y aceptamos que hubo una mala interpretación de la Biblia. En realidad no sabemos el día ni la hora del fin; ni siquiera Jesús la sabía cuando estuvo en la Tierra; solo Jehová”, expresa Rodas.
Pese a ello, insiste en que “el fin está cerca”. “Los tiempos actuales son críticos y difíciles de manejar. Creemos que estamos en el final del sistema actual —no del mundo—, ya que se han cumplido varias profecías”.
Creen, además, en la salvación gracias al sacrificio de Jesús, y que por eso “todos tenemos la posibilidad de librarnos del pecado y de la muerte”, afirma Rodas.
En cuanto a su Biblia, históricamente han empleado muchas de traducciones convencionales, pero tienen en alta estima la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, ya que emplea el nombre de Dios (Jehová) y la consideran más exacta y clara.
Otra de las características de este grupo es que ninguno de sus miembros paga diezmo o algo similar, pues siguen el principio bíblico que dice: “Que cada uno haga tal como lo ha resuelto en su corazón, no de mala gana ni como obligado, porque Dios ama al dador alegre”. De esa cuenta, su obra se sostiene por donativos anónimos y voluntarios.

Misioneros

Al escuchar la denominación Testigos de Jehová casi de inmediato se piensa en los misioneros que van de casa en casa para predicar.
¿Por qué lo hacen? “Nos basamos en Mateo 28:19, 20, donde se dice que hay que ir a hacer discípulos a gente de todas las naciones”, comenta Rodas.

Algunos efectúan estas actividades a tiempo completo —a ellos se les llama precursores—. Otros son precursores regulares, quienes consiguen empleos de media jornada y dedican el resto a la obra misionera. Por último, los precursores especiales, quienes van a los sitios que consideran con mayor necesidad.
En 1943 se fundó la institución de formación para misioneros llamada Escuela Bíblica de Galaad, que pertenece a la WatchTower and Tract Society, con base en Pensilvania, que es una corporación no lucrativa en la que los Testigos de Jehová se valen legalmente para apoyarse mundialmente.
La obra misionera es quizás una de las cosas más difíciles, pues se exponen a muchas cosas. Carlos M, quien prefiere omitir su verdadero nombre, es un extestigo que recuerda aquellas jornadas al lado de su mamá. “Había gente que abría la puerta y nos daba agua y comida. Decían que no les importaba de qué religión fuéramos, siempre y cuando habláramos de Dios”.
Eso era cuando bien les iba, porque otros los insultaban o mandaban al infierno. “Esas cosas eran muy fuertes, y más para los niños”, confiesa. “A veces nos encontrábamos con unas de esas señoras hipercatólicas y, literalmente, nos tiraban agua o te sacaban al perro”, agrega.
El locutor Rolando Enrique Cordón también fue miembro de esta congregación, allá por la década de 1950. Recuerda que alguna vez le lanzaron piedras o se encontraba con curiosos letreros en las casas que decían: “Aquí somos católicos y no aceptamos a los Testigos de Jehová. Somos de María y no aceptamos ninguna influencia”.
Un alto porcentaje de personas abre la puerta, según Rodas, el 80 por ciento, aunque confiesa que ahora es más difícil por la inseguridad que afecta  al país.

Prohibiciones

Entre lo controversial de esta comunidad impera la prohibición de recibir transfusiones de sangre, ya que indican  que eso está escrito tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. “Para Dios, la sangre representa la vida; obedecemos el mandato bíblico de abstenernos de ella por respeto a Él”, comenta Rodas.

La base para esto es Génesis 9:4, Levítico 17:10, Deuteronomio 12:23, y Hechos 15:28, 29. En este último, por ejemplo, se lee: “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardaréis, bien haréis”. (Versión Reina Valera 1960).
Ante esto, cada Testigo de Jehová guarda en su bolso o billetera un documento firmado donde indica que, bajo ninguna circunstancia, se le practique una transfusión, aún si fuera médicamente necesaria. 
También tienen vedado celebrar cumpleaños porque están convencidos de que Dios no quiere que lo hagan. “La Biblia no lo prohíbe directamente, pero nos da algunas claves”, dice Rodas. “Para nosotros, los natalicios se basan en creencias religiosas falsas; además, los primeros cristianos no los celebraban y, sobre todo, la única conmemoración que se nos mandó a recordar es la muerte de Jesús —lo celebran cada 14 de nisán.  El cálculo es complejo, pero coincide con uno de los días de la Semana Santa católica—”.
Para esa ocasión especial, los invitados se pasan uno a otro el pan sin levadura y el vino tinto, los cuales representan el cuerpo y la sangre de Cristo. Nadie lo come o bebe, salvo excepciones.
Carlos M. afirma que la prohibición de los cumpleaños, entre otras cosas, le afectó cuando era niño. “No se te permite ser parte de varias cosas; no se puede celebrar ni el cumpleaños de los amigos; tampoco la Navidad… Me perdí de muchas cosas”, narra. “Por eso, muchas veces cuesta encajar en la sociedad”.
Tanto así que a los 13 años empezó a tener graves problemas en el colegio. “Por lo regular sacaba buenas calificaciones, pero para mi papá no podía  ser abanderado, ya que eso hubiera significado cargar una bandera, lo cual, entre los testigos, se considera idolatría”, comenta.
En efecto, los Testigos de Jehová no participan de actos cívicos. “No desfilaba ni cantaba el Himno Nacional ni hacía la jura a la bandera; hubiera sido fácil no hacerlo, pero luego los profesores no comprendían y me castigaban haciendo planas de debo respetar a la bandera o cosas similares; además, mis papás, cada vez que había una actividad de ese tipo, debían enviar una carta casi que a todos los profesores explicando los motivos”, expone Carlos M.
Para Cordón también fue complicado combinar el ser Testigo de Jehová con su inclinación por el arte y sus ideologías políticas. De esa cuenta, entre finales de la década de 1950 y principios de 1960, renunció a la congregación. “Participé de las Jornadas de marzo y abril de 1962, las cuales fueron de lucha estudiantil y popular en contra de la dictadura militar de Miguel Ydígoras Fuentes”, refiere. “Siendo testigo, no lo hubiera podido hacer”.
Tampoco participan en política ni en conflictos armados. Incluso, para las elecciones de cargos públicos, acuden a ejercer su derecho al voto pero lo anulan, ya que para ellos, el único gobernante es Dios.
“Lo que no se puede negar es que cada testigo trata de ser ejemplar en su vida, desde no pasarse los semáforos en rojo hasta pagar sus impuestos a tiempo”, admite Carlos M. “Al César lo que es del César; a Dios lo que es de Dios”, destaca Rodas.

Reuniones

Se congregan en los Salones del Reino los fines de semana. Los primeros 30 minutos son para escuchar un discurso bíblico que muestra cómo se relacionan las Escrituras con la vida diaria. Los siguientes 60 minutos se dedican al llamado Estudio de La Atalaya, donde participan todos, hombres, mujeres y niños.

Asimismo, se reúnen una vez entre semana, por la noche, para llevar a cabo el programa Vida y Ministerios Cristianos, el cual, básicamente, brinda enseñanzas y consejos basados en la Biblia, y muestra cómo hablar de las Escrituras ante los demás.
Una de las creencias que tienen es que solo 144 mil personas resucitarán para gobernar con Cristo en el cielo, según dice el Apocalipsis.
Pero, ¿solo los Testigos de Jehová encontrarán la salvación? Para Rodas, no basta con serlo. “Lo que hay que hacer es poner en práctica las enseñanzas de Cristo”, indica. Eso, básicamente, es hacer el bien, tal y como lo indican el resto de las religiones, cristianas o no.

Polémica en Rusia

En abril de este año, la justicia de Rusia prohibió a los Testigos de Jehová (TJ) porque considera que su organización es extremista, por lo cual deberá cesar todas sus actividades en ese país. El fallo, además, contempla la incautación de todas sus propiedades.
El Servicio Europeo de Acción Exterior de la Unión Europea defendió en un comunicado el derecho a la libertad de unión. “Al igual que otros grupos religiosos, deben poder disfrutar pacíficamente de su libertad de reunión sin intromisión, tal y como garantiza la Constitución de Rusia y sus compromisos internacionales de Derechos Humanos”, se lee en el documento.
La congregación, a través de David Semonian, uno de los portavoces de su sede central, dijo que “tomar acción judicial contra ciudadanos pacíficos que respetan la ley y tratarlos como terroristas es una aplicación indebida de las leyes contra el extremismo. Dicha acción se fundamenta en acusaciones falsas”.
Este grupo religioso también enfrenta problemas en otros países, en especial por algunas de sus prescripciones que prohíben, por ejemplo, las transfusiones de sangre, lo que a veces ha provocado la muerte de menores por la negativa de sus padres a recibirlas.
Asimismo, se ha denunciado la existencia de una justicia interna que juzga a los que cometen delitos como abusos de menores, ocultándolos a la justicia ordinaria.

Con información de la oficina de Prensa de los Testigos de Jehová en Guatemala y el diario español El País.

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